Antonio Lussich |
Los tres gauchos Orientales Coloquio entre los paisanos Julián Giménez, Mauricio Baliente y José Centurión sobre la Revolución Oriental en circunstancias del desarme y pago del ejército PERSONAJES JULIÁN GIMÉNEZ. MAURICIO BALIENTE. JOSÉ CENTURIÓN. ++ JULIÁN GIMÉNEZ ¡Dios lo guarde! Ha madrugao esta mañana aparcero, ya tiene al juego un puchero ¡y un churrasquito ensartao! MAURICIO BALIENTE Don Julián, ¿cómo le va, de su cuerpo contra el suelo, agarró el pájaro al vuelo ¿qué anda haciendo por acá? JULIÁN GIMÉNEZ A visitarlo venía pues nos van a licenciar, y no me quiero marchar sin que hablemos este día. ¿Y usté cordial no Baliente, pero siempre muy prolijo, ¿a que tiene ya de fijo también el agua caliente? MAURICIO BALIENTE ¡Cuando nada me ha faltao, soy gaucho muy albertido, y como hombre prevenido siempre estoy bien empilchao! Arrime aquella carona amigaso y siéntese, si algo sabe, cuénteme de esta paz tan comadrona. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Como no, cuñao Baliente, vaya usté ensillando el mate, para que ansí mi gasnate pueda correr delijente! MAURICIO BALIENTE Tratemos pues de matiar ¿quiere dulce o cimarrón? De los dos tengo ración como poderlo agradar. JULIÁN GIMÉNEZ No soy gaucho resongón como usté guste aparcero, pero pa elejir prefiero, al amargo, el con terrón. MAURICIO BALIENTE La helada ha sido muy juerte de campo no mudaremos, ansí es mejor que prosiemos de nuestra tan triste suerte. JULIÁN GIMÉNEZ Algo serio le he de hablar, ponga el oído compañero, que es bastante lastimero lo que le quiero contar. MAURICIO BALIENTE A su mancho aquí estoy tiene pronta mi atención, córrase más al fogón porque a echarle leña voy. JULIÁN GIMÉNEZ El guacho voy a largar y oigame amigo Mauricio, que es de este horrible desquicio lo que usté me va a escuchar. Hoy de nuevo la Nación vuelve a cerrarnos la puerta, que sólo se encontró abierta por nuestra revolución; otra vez es la ocasión de emigrar al extranjero, esto por acá está fiero pa el blanco puro y lial, y como güen nacional a otra tierra dirme quiero. ¿Qué les importa a esa gente nuestros grandes sacrificios, o si hemos prestao servicios a nuestra causa, fielmente?; usté ha de estar bien corriente con quien vamos a tratar, y yo, como he de olvidar a los que han muerto a mi hermano; y antes de darles la mano mejor me mando mudar. Si amigaso don Mauricio nos han engüelto y boliao, lindaso nos ha pialao el General Aparicio; ya se acabó el sacrificio y el desarme va a venir, yo de acá quiero salir de este enriedo o barajusta, y usté aparcero, si gusta me puede tamién seguir. Seis años de emigración en suelo extraño tuvimos, penurias, males, sufrimos con grande risinación; cuando vino la invasión nos encontró decididos y hoy desgraciaos y vendidos como hacienda por dinero, volvemos al extranjero dejando bienes queridos. MAURICIO BALIENTE Don Julián, ansí es la suerte fortuna o albercidá, ¡unas veces gloria da y otras veces da la muerte! Yo una haciendita tenía y un rancho de material; la suerte de en par en par tuitas seis huertas me abría. Y sin mermar trabajaba, pasando alegres los días, ¡cuando yo me pensaría que ansí mi suerte acababa! Tuito, tuito se perdió lo tuve que abandonar, saqué lo que pude alzar y a lo demás, dije adiós! ¡La guerra se lo comió y el rastro de lo que jue, será lo que encontraré cuando al pago caiga yo! Y una prenda yo tenía, su ricuerdo me entristece, la vista se me humedece al acordarme tuabía, triste para mi jue el día que tuve que separarme, para dir a presientarme a mi causa voluntario: ¡siempre traigo el relicario que ella medió al ausentarme! La guerra cuñao siguió y la que ansí me quería, vivir sin mi no podía y la pobre se murió; dende entonces ando yo echando al aire lamentos, que son quejosos acentos de un alma de amor partida; que en esta tan triste vida sólo encontró sufrimientos. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Ha sentido usté esa muerte! El ricuerdo lo ha abatido, está tristaso, aflijido ¡que quiere cuñao! ¡la suerte! MAURICIO BALIENTE Don Julián, si usté sabiera Lo que se sufre en amando, ¡uno vive suspirando aunque suspirar no quiera! Ella es su prenda querida ella es su sueño durmiendo, sin ella vive sufriendo sin ella ¡pa que es la vida! Pero vamos a dejar eso amigo, en la ocasión yo no encuentro una razón en lo que acaba de hablar, lo he sentido a usté culpar al General Aparicio, el que tanto sacrificio ha hecho dende la invasión; voy a darle mi openión y causa de este desquicio! ¡Usté se acuerda, cuñao! el suelo patrio pisamos, y a poco andar lo golpiamos a Frenedoso el mentao; de allí juimos a otro lao tierra adentro cabriolando, de vez en cuando sentando lindo la gama, aparcero; es decir a lo certero porque díbamos triunfando. Y el que no aflojaba a uaides en crudaso y terutero, jue a golpiarse con su apero hasta la gran Güenos Aires; diciendo que por desaires de su pago se había alsao; mienta criollaso a otro lao, cuente lo que ha sucedido, que en el Rincón jue vencido don Másimo y redotao. Tamién con Carabajal lindamente nos topamos, ¡pucha digo! si lo arriamos como yeguas a un corral; y don Castro el General nunca olvidará a Espuelitas, pues le dimos tortas fritas hasta que quedó atorao; ¡ese día si he carchao prendas de plata nuevitas! Dispués vino Ceverino allí rayamos los pingos; que día de matar gringos si era lansiar a lo fino: ricuerda cuando se vino aquel batallon a un flanco que cargaba quepi blanco, ahí si jue berenjenal y vieron que el nacional no había sido ni era manco. En Mercedes, Corralito, en Soriano, y en la Unión, siempre y en tuita ocasión sabimos pegarle al frito; pero por Cristo bendito se vino el dotorerio, de bombilla y tinterio, y ya empezó el barajuste, sin que habiese más ajuste peliaban po el poderío. Andaban como manada los ases en esa Unión, haciendo la división y basa con la gauchada; hasta con la muchachada pueblera que había venido, les hablaban de un bandido tal o cual pa su interés; ansí que dende esa vez jue cayéndose el partido. De allí templamos cuñao pa con Suárez retozar, cuando juimos a acordar el pájaro había volao; Se nos había eclisao de la Sierra ese gilguero, y hasta el Sauce compañero no se nos quiso sentar: ¡más vale no ricordar lo que pasó allí aparcero! Que retirarnos tuvimos dispués de esa grande aición, ese día la opinión por casi, casi perdimos, pero pronto nos golvimos otra vez al gran montón, y vivando a la Nación estubimos disponidos, pa peliar a los bandidos con valor y decisión. Ya se estaban desgranando tinterillos delicaos, y los de en silla, montaos tamién se estaban sentando; sólo nos juimos quedando los güenos y parejitos, lanciadores probaditos y nada de entreveraos, otra bez ansí cuñaos nos juntamos los puritos. Pero pa más estrupicio los letraos se nos golvieron, y ya tamién disunieron a Munis con Aparicio; ay empesaron su oficio de entregas y plumería, ansí que de día en día la cosa se jue mermando, y el patriotismo acabando con esa ambición que había. ¡Don Julián! sólo un dotor salió güeno y guapetón, ese no afloja al botón es letrao y escrebidor; güen gaucho como el mejor pa entreverarse en pelea, su lansa remolinea como culebra enojada; siempre sale ensangrentada ¡jue pucha! que colorea. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Que me bá a decir Baliente! lo conosco de piapa; MAURICIO BALIENTE ¡Pucha! nada se le escapa conoce a tuita la gente. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Cómo no conocer yo al Coronel más mentao, que ande quiera que ha peliao de siguro que triunfó! Dolores, Tacuarembó, Cuñapirú y los Queguays, y en tuitas partes del país Salvaña, es tan conocido, como ese pasto estendido que en tuita tierra echa rais. ¡Y qué mozo! da calor verlo montao en su flete, bien aperao y paquete y peine para el amor; tenía un bayo rayador como benao de lijero, siempre con él el primero dentraba con bisarría, ¡ay juna! daba alegría el ver a ese compañero. MAURICIO BALIENTE Aura si que me ha tirao dos cuerpos en la carrera, será por la vez primera que otro me haiga aventajao. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Quien me ha ganao a prosiar a bailarín ni a cantor, ni a manates de mi flor le he sabido recular. MAURICIO BALIENTE Ansina yo me he esplicao por la queja que usté dio, no es el general, crealo quien nos deja tan tiraos; son unos cuantos letraos mala plaga de este país, que el diablo les diera mais en vez de pluma y tintero; o alfalfa de algún potrero y otras yerbas, ¡e ainda mais! JULIÁN GIMÉNEZ Tamién medio portuguez amigaso es por lo visto; ¡no tiene nada de cristo cuando canta alguna vez! MAURICIO BALIENTE Ansí soy yo, dibertido, pero cuando el lomo hincho, ¡sambullo como el capucho que de cerca es persiguido! JULIÁN GIMÉNEZ Tiene razón y no miente, mejor habiéramos ido, si nunca habiese venido a enviedarnos esa gente; que se llama inteligente y nos quiere enbozalar, para hacernos cabristiar y servirles de estrumentos, por que tienen el talento de las lauchas pa uñatiar. A la raya acérquese, ¿que le gusta, paz o guerra, o emigrar para otra tierra? sin tapujo esplíquese; bien se sabe, ya se ve, la patria es mejor dejuro, pero tamién le asiguro que tranquilo no va a estar, pues se lo van a limpiar y yo, por eso me apuro. Como quedar no va a haber van a enlasarnos mansitos y como a los corderitos pialar nos han de querer; conmigo no han de poder, soy arisco pa promesas, ¡que no me vengan con esas! ¡Es falso ese oro aparcero! ¡Enjaulen a otro jilguero, no son para mí esas presas! MAURICIO BALIENTE Yo no sé que retrucar estoy como un ay de mí, es tanto lo que sufrí que no sé ni ande dentrar: ¡dese güelta! va a llegar nuestro amigo Centurión, de juro en esta ocasión su parecer nos va a dar; ¡llámelo! ¡se va a acercar y paremos la atención! JULIÁN GIMÉNEZ ¿Qué es eso don Centurión? de largo pasa este día, está la mañana fría ¡alléguese a este fogón! ¡Aprosímese a está yunta! ¿Y como va ese valor? véngase al calentador y chupará por la punta. JOSÉ CENTURIÓN Aunque voy medio apurao quiero acetarle el enbite, pues ya he tomao el desquite en lo mucho que he trotiao. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Está gordaso su flete! JOSÉ CENTURIÓN ¡Como no, le doy gramilla, pa que no afloje en la orquilla si lo monta algún paquete! JULIÁN GIMÉNEZ ¿Qué quiere decir usté? ¡Ya lo piensa regalar! JOSÉ CENTURIÓN Me lo acaba de comprar Pelais el de San José. Como es gaucho paquetaso le gusta ensillar güen pingo; ¡pa montar ni es medio gringo sino paisano amachaso! JULIÁN GIMÉNEZ ¿Qué se dice por su cancha qué tal está con la paz, yo creo que es nada más pa nuestra causa otra mancha? JOSÉ CENTURIÓN ¡Déjemne, ya prosiaré dispués de desenfrenar; le voy la sincha a aflojar que él pellisque, y yo hablaré! JULIÁN GIMÉNEZ ¿Tiene estaca? JOSÉ CENTURIÓN Y de mi flor, ¡cuando yo ando desprovisto, siempre tengo tuito listo de la jerga al maniador! Soy gaucho lindo y parejo de bosal, laso y coyunda, poco me enrriedo en la junda de mi reborber ¡canejo! JULIÁN GIMÉNEZ Dejémonos de parola, vamos al frito, que ya estamos con ansiedá pa que nos largue la bola. JOSÉ CENTURIÓN Que tienen para empinar que el garguero está en ayuna, dende que salió la luna que no sé lo que es chupar; mas hoy nos van a pagar y las botas nos pondremos, pucha ¡que le pegaremos al trago fiero! ¡cuñaos! Vamos a quedar mamaos, porque ya la paz tendremos. JULIÁN GIMÉNEZ Sabe que es usté ladino, no se cansa ni un momento; ¡su lengua es el movimiento de la rueda de un molino! Si me hace acordar a un pion estrangis que yo tenía, era labia tuito el día en su idomia aquel nación. Y pa mi era una ceguera sin poderlo remediar, tuito se golvía hablar que en su tierra rico era. Que tenía allí que tanto ¡trigo, mais, verdulería; y pienso que si tenía sería en el camposanto! JOSÉ CENTURIÓN Y sabe que uste no mengua ya andamos medios parejos, nunca le faltan consejos y sin pelos en la lengua. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Ya me tiró en la parada! Pero lárguese por fin, ¡No está oyendo este el clarín que está tocando carniada! JOSÉ CENTURIÓN ¡Tráiganse pues el porrón que a flus no quiero quedar, por la prenda he de empinar que me roba el corazón! JULIÁN GIMÉNEZ ¿Quién es la favorecida? JOSÉ CENTURIÓN Eso sí quiero contar; ¡me gusta desembuchar y hablarles de mi alma y vida! Cuando juimos a la Unión a sitiar Montebideo, ¿recuerdan ustedes creo que mandaba medio tristón? Como no, mi corazón del cuerpo se me saltó, y tan juerte relinchó como bagual sin bastera, pialao por la vez primera que un domador ensilló. JULIÁN GIMÉNEZ ¿Pero por qué corcobiaba tan juerte don Centurión, desembuche la razón de lo que ansí lo atristaba. JOSÉ CENTURIÓN ¡Saben que cuando un puñal dentra con juerza en el pecho, caí al suelo uno derecho sintiendo un agudo mal! El amor es como un tajo que a fondo va al corazón, si antes con prebisión no le dice ¡aquí te atajo! ¡Y como podrá pararse el tajo para librarlo, si no se siente clavarlo tampoco podrá quitarse! ¡Pero cuando ve que aprieta, usté se larga sin más; ni vuelve la cara atrás dejándolo al muy sotreta. Pero siguiendo mi cuento empriéstenme su atención, sino esta linda ocasión se la va a llevar el viento. Cerca del Paso Durana una manguera se hallaba, y una quinta, donde estaba la que ha sido mi tirana; jui por allí un mañana y oí un canto, ¡que si viera, del Cielo creí que saliera y haí no más paré la oreja haciéndome comadreja, me quedé oyendo de ajuera! ¡Pero que tiernos lamentos! ¡Qué tristesa! ¡qué aflición! Si el más duro corazón debiera sentir tormentos, al escuchar los acentos de aquella voz lastimera, si alzar el vuelo pudiera me le había emparejao, y algo le habiese cantao a esa mujer hechisera. Dispués se salió a la puerta, entonces más me almiré; ¡le asiguro que quedé con tamaña boca abierta! ¡Qué brillantes rilumbrosos! ¡Ni en el cielo las estrellas alumbran nunca tan bellas como la luz de sus ojos! ¡Qué cutis! Dios nos dejara como escarcha blanco era, si hacerme pulga pudiera la sangre yo le chupara! Otra también se salió ¡madre mía! que gran cosa, linda como mariposa que en un rosal se perdió. A dos más bide benir de Cristo ya me pasaba, ¿por qué de allí no templaba quedrán ustedes decir? ¡Es que estaba tan pegao como la mugre a sus güesos! ¡Como al tacaño los pesos! ¡Como el engrudo colao! JULIÁN GIMÉNEZ Ya se nos volvió a ladiar con su prosa compañero, ¡sujete más el garguero y deje de retozar! La mugre aunque cosa fiera siempre se puede lavar; ¿y usté como va a sacar del cuerpo su madriguera? JOSÉ CENTURIÓN Se equiboca mi criollaso ni un tubiano yo ya tengo, en este momento vengo de darme un bailo amachaso. Siguiendo mi rilasión, otra salió ¡qué lucero! más brilloso y hechicero que aquel de la madrugada. Ellas en mí se fijaron y una a la otra dijo ansí; ¡Qué andará haciendo po aquí este moro, y me miraron! ¿Cómo lo pasa, señor? No gusta unté descansar, puede a la sala pasar ¿quiere hacernos tal honor? Nada me hice del rogar y el pellón le refalé a mi flete, y lo dejé, sujeto en un matorral. Pero sin saber por qué, ni en lo que en mí yo sentí, sé que a las mosas seguí y fue a la casa dentré. Allí tuitas cariñosas quién era yo, me dijieron, y a una viejita trajieron aquellas muy güenas mosas. Sentada estaba y sufría una grande enfermedá, era el ritrato en verdá de nuestra Virgen María. La pobre me saludó de güen modo y cariñosa, había sido muy hermosa en su mocedá, creo yo. Muy mucho me agasajaron y una tocó un estrumento; ¡qué manos! qué movimiento del tuito me intusiasmaron. ¡Qué guitarra! ¡qué acordión! ¡qué flauta! ¡ni qué pandero! ¡Si aquello diba certero al medio del corazón! Otra de ellas me ofertó colijo jue la cantora, ¡una debisa dotora, que bordadita me dio! Dende entonces les tomé pasión grande y hermanal, amor puro y sin igual que en mi pecho lo encerré. No es ese amor quemador como brasa que está ardiendo, y tuito va consumiendo con su juego matador. ¡Es el amor que en el alma suavesito va creciendo, y nunca vamos perdiendo por él, la paz ni la calma! ¡Es la pasión adorada que tiene la flor de rosa, cuando ve salir briosa la aurora tan esperada! JULIÁN GIMÉNEZ ¡Acabe no Centurión que esa yerba ya ha cansao, en tuabía usté no ha hablao de la paz de esta ocasión! JOSÉ CENTURIÓN Tiene razón, pondré fin al amor, penas, dolores, ¡dejaremos esas flores pa dentrar a otro jardín! Aunque el amor y la guerra son casi de un parecer, nos hiere el uno sin ver nos echa la otra por tierra. ¡Yo prefiero un entrevero ande se pueda chusiar, que con polleras peliar para decirles te quiero! JULIÁN GIMÉNEZ No es cristo don Centurión ¡ah grullo que ha pelechao, el amor lo ha refinao dele pues al pericón! Vea si viene el mercachifle de la caña, mi aparcero, que hacer gárgara yo quiero, y echar un poco en el chifle. Yo no entiendo más pasión ni más requiebros ni amores, que respirar los olores de jinebra un güen porrón. ¡Ella pa mí es la razón! ¡y el anís el sentimiento! ¡el licor es mi lamento! ¡y la caña el corazón! JOSÉ CENTURIÓN Si el barbijo más aprieta, don Julián hoy va a salir, compositor de a pedir; e intelijente pueta. JULIÁN GIMÉNEZ Ya me quieren engolver no son lauchas pal menudo; nunca naide pa mí pudo ¡cuando el querer es poder! JOSÉ CENTURIÓN Óiganme, voy a empezar lo que si ya les aviso, que es más largo que chorizo lo que quiero rilatar. En mi puesto me encontraba con un terne divertido, pegándole decidido a una jugada de taba; cuando siento se acercaba un soldao de polecía, el que a dos laos se venía, y hasta el cerco se allegó sin tapujos, y me dio un papel que me traía. Lo mandaba el comisario de nuestro pago el Minoano, medio diablón el paisano y pa los blancos corsario. En el papel me decía, amigo don Centurión, es llegada la ocasión de amostrarse en este día; Aparicio y compañía nos acaban de invadir, apróntese pa venir, limpie su lansa y el sable, que mañana es muy probable que en su busca hemos de dir. Sin querer nada esperar las pilchas a luz saqué, el sable y muarra limpié y me dispuse a marchar. De un facón que tenía allí y de tacuara una caña, hice una lanza tamaña poniéndole un tongorí. Dejé el puesto al capataz con la haciendita y el rancho; y dije, ¡ya está el carancho que se vengan los demás! Me alzé con tuito mi apero, freno rico y de coscojas, riendas nuevitas en hoja y trensadas con esmero; linda carona de cuero de vaca muy bien sobada, jergas, bajeras, ni nada de las carchas olvidé hasta mi chapiao cargué de pura plata labrada. Copas, fiador y pretal estribos y cabezadas, con nuestras armas bordadas de la gran Banda Oriental; no he güelto a ver uno igual recao tan lindo y paquete, ¡ay juna! encima del flete como un sol aquello era, ni recordarlo quisiera pa que ¡si es al santo cuete! ¡Qué cojinillo llevaba! de hilo puro y tan tupido, para hacer un lindo nido cuando la gente campaba; y un poncho que me quedaba de paño fino lo alcé, al fin casi completó del tuito mi pilcherío, lo que si del platerío otras cosas más saqué. Mis espuelas macumbés, mi rebenque con birolas, rico facón, güenas bolas, y linda manea, llevé; para el tirador me alcé diez pesos en plata blanca pa llegar a cualquier banca, pues soy medio jugador; ¡no me arrolla ni el mejor ni tengo la mano manca! Monté un saino brasiador pingo grande y parejito, para andar muy asiadito y bastante escarciador, ¡su cuerpo daba calor! y el herraje que llevaba como la luna brillaba en noche de escuridá; yo con orgullo en verdá en su lomo me sentaba. A los tientos del recao puse el poncho y até el laso, tamién arreglé de paso un maniador muy sobao, con presillas, bien cortao estacas, y una maceta, tuito sampé en mi maleta, y además até al bozal una mordaza oriental bien hechita y muy paqueta. JULIÁN GIMÉNEZ Amigo don Centurión ¿pa tantas pilchas colijo, llevaría usté de fijo carguero con tal montón. JOSÉ CENTURIÓN En la vida andar tirando me ha gustao un mancarrón; y menos en la ocasión llevar uno cabristiando. JULIÁN GIMÉNEZ Vamos dejuro aparcero a tarjarle el chiripá, tantas tarjas tiene ya que se parece a un arnero. No se empaca pa contar ni es lerdo en la rilasión, ya va largo el pericón acabe pues de prosiar. JOSÉ CENTURIÓN ¡Ya le albertí antes de ahora que el petardo era largaso, como tres tiros de laso, y una consulta dotora! JULIÁN GIMÉNEZ Si siempre tiene salidas este fantasma embrujao; hasta a el diablo lo hace a un lao con tan juertes embestidas. JOSÉ CENTURIÓN Ansina soy, y seré ansina marcho viviendo, el mesmo seguiré siendo y el mesmito moriré. Pero no corten la hilada de la historia que seguía, sino ni basta este día pa que se quede acabada. Me salí de aquel tirón con tantas prendas de plata, que del cogote a la pata era un vivo rilumbrón. JULIÁN GIMÉNEZ Usté va a sacar de aquí más de veinte rajaduras, tarjas y melladuras si sigue prosiando ansí. ¡Si no quedará esquilmao pa mentir don Centurión! ¡que labia al santo botón, va pareciendo un letrao! JOSÉ CENTURIÓN No soy criollo de esa gente llamada letra menuda, pero usté no ponga duda que soy gaucho entiligente. JULIÁN GIMÉNEZ ¿Cómo es eso amigo Mauricio? Como su labia sujeta, ¡haber pues tamién si aprieta o habrá ya dejao el vicio. MAURICIO BALIENTE ¡Cuando diantre yo he apretao! Siempre me gusta escuchar, y dispués que oigo prosiar abro entonces mi candao. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Con que quedrá ser alcalde pero su ley será poca! MAURICIO BALIENTE Me gusta verle la boca cuando quiere hacer alarde. Denle duro al mancarrón que no afloje en lo parlero, en tanto que yo el puchero voy a sacar del fogón. ¡pucha! que esta espumadito, ¡qué churrasco bien asao, córranse para este lao y corten del calientito. JULIÁN GIMÉNEZ ¡Si este Baliente, es matarse! Pa tuito tiene albertencia, y una grande conocencia pa siempre desempeñarse. MAURICIO BALIENTE ¡Están hablando de hambre y quieren que los combiden; de los que ni dan ni piden es este rico matambre. JOSÉ CENTURIÓN Y yo que no me iba a piar ¡pucha! sonso habiese sido, porque me habiera perdido poder de arriba embuchar. MAURICIO BALIENTE ¡Qué don José, tan diablón siempre tiene dicharachos, y algunos dentres amachos pa chantar cada ocasión! JULIÁN GIMÉNEZ El puchero y el asao hay de juro que asentar, ¿quién me quiere convidar con un negro bien armao? MAURICIO BALIENTE Cigarro le voy a dar pero si quiere ármelo, porque este lo arreglo yo a mi modo de pitar. JULIÁN GIMÉNEZ En la comida perdimos nuestra gran conversación. JOSÉ CENTURIÓN Voy a limpiar mi facón y ya otra vez la seguimos. Siguiendo la rilasión salió mi flete escarsiando, y yo una copla cantando de la guerra al pericón; la pierna en esa ocasión lindamente me gustaba, y hasta el saino relinchaba de contento, créamelo; por eso colijo yo que el batuque le agradaba. Un tiro largo, trotié pa de paso visitar, un viejaso melitar en la barra del Cufré; cuando a la estancia llegué con gusto me recibieron, y desencillar me hicieron pa que mi flete pastiara; y ya sin finas que dentrara entre tuitos me dijieron. Pregunté por mi tocayo, y mi comadre me dijo, que había ensillao de fijo al primer canto de gallo; llevando el mejor caballo que en su tropilla tenía, pa llegar con sol tuabía a la estancia de Carrión, ande había una riunión de blancos para ese día. Entonces me dio pesar y quedé medio tristaso ella me dijo de paso lo que yo voy a contar. Compadre don Centurión, esto en confianza le digo yo sé que usté es nuestro amigo y no nos hará traición; a más es de la opinión y por eso le he albertido, pa que quede prevenido que Aparicio ya invadió, y mi marido marchó a riunirse a su partido. ¡Pobre viejo mi tocayo siempre guapo y tan patriota, no andaba espiando a la sota para ensillar su caballo! JULIÁN GIMÉNEZ En los juegos de la tierra hay que andar muy delijentes, no hacen basa los suplentes en los naipes de la guerra. JOSÉ CENTURIÓN Otro paisano llegó con el pingo muy sudao, y venía tan trasijao que al llegar se le aplastó; uno pa mudar pidió, se echó al corral la manada, y a la primer reboliada un oberito enlasó, ahí mesmito lo sentó de una solo rastrillada. Forastero ser debía de un pago medio lejaso, pues preguntó por el paso que más cerquita estaría; diciéndonos que tenía de dirse, gran presición, de baqueano en la ocasión me oferté para endilgarlo, y en la picada dejarlo a seguir su comisión. Yo me fijé en el apero, sencillito, y sin chapiao, eso sí, poncho forrao como para un aguacero, un facón muy terutero le bide yo de un gataso, y un pistolón trabucaso de su cintura colgaba; en guascas no le faltaba dende los tientos al laso. Mi comadre lo embitó pa que un rato descansase, y un matesito tomase que aunque de priesa acetó. Comenzamos a prosiar, y del paso le abisé, que estaba muy bola a pie y difícil de pasar; más que lo diba a llevar a una picada matrera en donde pasar pudiera, si él me quería endilgar pa que rumbo iva a tirar si curiosidá no era. Como el apero me vio el sable, trabuco y lansa, Colijo, que gran confiansa no tuvo, y me receló; Ansí lo malicié yo, y le dije, mi aparcero usté de acá es forastero pero entre amigos está, tal vez no conocerá otra cosa compañero. De la orilla del Cufré a la más alta cuchilla, naide lo afrenta ni humilla a este gaucho que usté ve; he sido, y siempre seré el taita entre los de aquí; pero siempre fiel le jui al que de amigo le hablé; y de hoy suyo lo seré ¡y esos cinco deme a mí! Ande quiera es Centurión amigo de sus amigos, terror de los enemigos y criollaso de riunión; no soy manso pa el facón y lo que es pa barajar, como pulga en el picar de listo, soy rajacuero; y pa más, soy el puestero del estrangis más bosal. Don Fruto me retrucó con voz rellena y muy juerte, ¡alabo mucho su suerte y sépase quién soy yo! Me llamo Fruto de nombre y Costa de apelativo, de gaucho guapo y altivo tengo en mi pago renombre, le asiguro que no hay hombre más mentao en el Chaná, ni la mesma autoridá, me lleva con el encuentro, ellos saben que ande dentro respetao tuito será. Aunque me ve medio viejo tamién me gusta el amor, y soy pa compositor peine que ni liendres dejo; en tuito yo soy parejo soy gauchaso y soy dotor, pa bailar soy volador y en el eje soy lijero, ¡es al fin un terutero, don Costa, su servidor! Y ya que nos relinchamos ¿vamos a desembuchar? Si se quiere emparejar de esta cancha nos ladiamos. Con tapujos jamás ando y ande quiera decensillo; ¡ni me engüelbo en el obillo y tuito a guardar lo mando! ¡Con qué don Fruto sea franco ahí mesmo le pregunté; ¿De que opinión es usté, será colorao o blanco? Aunque el viejo era matrero, me dijo, le tengo fe, y ahora mesmo empesaré ¡y ansí se vino al pandero! Usté me parece lial amigo don Centurión, ¡voy a abrirle el corazón como lo hace el Oriental! Paisano soy y he de ser, y de la blanca debisa, no es bordada, sino lisa pero la sé defender; ande quiera lo hago ver, y ahora voy a la riunión a ofertar a mi opinión este brazo en su servicio, para ayudar a Aparicio, en su gran rebolución. ¡De este compinche la mano que la apriete usté yo quiero, de hoy más tiene un compañero para peliar al tirano! Nunca José Centurión pelió contra su partido, jue siempre muy decidido pa ayudar a su opinión; ya que empieza el pericón para el frito nos iremos, y allí juntos bailaremos, vamos pues a presientarnos, y ante Aparicio mostrarnos que recibidos seremos. ¡Y eché al diablo al comisario que la carta me escribió, pa mi causa me iva yo como blanco partidario! Y a don Fruto le conté del cristo que me escribió, muy mucho lo dibertió el modo que lo engañé. A esas horas ya la cruz de juro que me habría echao lo había al sonso madrugao, ¡y con patas de avestruz! Seguimos siempre marchando en un bajo, y por la orilla, de una machasa cuchilla la que estábamos costiando; cerca digamos llegando a una estancia y pulpería; el hambre nos perseguía y era tiempo de embuchar, allí fuimos a buscar por si algo pronto tenía. ¡Llegamos a la ramada de la esquina o del boliche, pedí al pulpero un espiche pa tomar la convidada! ¡Jue pucha! que mostrador pintao de negro por junto ¡como cajón de dijunto de tamañaso grandor! ¡Y qué le parece hermano! Le dije, ¿hay que churrasquiar? Aber patrón nos va a abiar con algo que tenga a mano. Sino, es cosa de un ratito armarnos de un asador, de ese membrillo cantor y chantarle un churrasquito. Que entre los gauchos cumplidos, pocas güeltas debe haber, pedir, pagar, y querer son siempre güenos partidos. Pero el gringo no era lerdo, y no se enredó en las cuartas, pronto llegó con dos sartas de chorizos, ¡puro cerdo! Ansí me gusta amigaso usté está bien engrasao, de juro ha de estar sobao en la mordasa de un laso. Les asiguro en verdá que don Fruto era parlero, como loro barranquero de primera calida.
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