JAVIER TOMEO

A PROPÓSITO DE LA LETRA F

          _Dejen ya de alborotar y presten un poco de atención _empieza diciendo la F, ajustándose las gafas a la nariz y reclamando silencio _.Sepan ustedes que para estudiar la evolución de la forma de las letras a lo largo de los tiempos deben tenerse en cuenta no sólo los signos fenicios _de los que procedemos todas nosotras, a través del alfabeto griego_, sino también las formas más primitivas e incluso la forma semita del sur. Nosotras, las F latinas, procedemos de la waw semítica, que significa clavo, o espiga, y de ahí que el signo con el que se nos representaba en aquellos tiempos se correspondiese poco más o menos con el pictograma de nuestro nombre.

_¡Vaya por Dios! _suspira uno de los oyentes.

_No, no se preocupen _prosigue la F_. No pienso profundizar demasiado en el tema. Estoy convencida de que sería perder el tiempo. Me limitaré pues a decides que nosotras,

las F, no somos, como supone algún cretino, antiguas E que perdieron un brazo en la guerra y que, una vez firmada la paz, regresaron mancas al alfabeto.

_¡Ja, ja, ja! _se ríe el auditorio.

_Les diré también que nuestro antiguo nombre waw (clavo o espiga, como acabo de decirles) no se corresponde con la forma fenicia clásica y con la hierática egipcia, de las que puede derivar, y que no faltan quienes opinan que nuestro pictograma representa en realidad la almohada o cabezal, o el soporte en que se apoyaba el mástil plegado.

_Me duele reconocerlo, pero nosotros no somos muy listos _confiesa uno de los oyentes _. Es mejor que se deje de honduras filológicas y nos cuente cosas más simples y divertidas. Por ejemplo, díganos, ¿es cierto que no hay en el idioma español ni una sola palabra que termine con efe?

_Cierto _dice la F_. No encontrarán ustedes una sola palabra española en la que alguna de mis hermanas figure en último lugar de la palabra. Puede que las F españolas seamos excesivamente orgullosas para ocupar esa posición. Si quieren encontramos en ese puesto, tendrán que acudir a otros idiomas. Lo que sí es cierto es que a las F españolas se nos pronuncia siempre del mismo modo, tanto en posición inicial como interior. Con los años la f del latín faminen se convirtió en la h de hambre, o la f de fabam en la h de haba...

_No olvide lo que acabo de decirle _le recuerda el mismo oyente de antes.  No somos chicos demasiado listos. Si sigue usted contándonos cosas tan raras nos acabaremos durmiendo. Tenga usted en cuenta que a nosotros lo único que nos gusta son las películas del Oeste.

_De acuerdo _suspira la F_, acabo ya de hablar de nosotras, a pesar de que nuestra historia es tan larga y compleja como la de cualquier otra letra. Sólo les diré que durante la

Edad Media se nos utilizó como signo numérico y que entonces valíamos 40, pero que si se nos añadía un trazo horizontal en la parte superior, nuestro valor ascendía a 40.000.

¿No hubo también alguien que hace años escribió una novela que se llamaba Cuarenta mil lenguas de viaje submarino? _pregunta otro oyente dispuesto a cortar el rollo por lo sano.

_La verdad es que son ustedes una pandilla de ignorantes _suspira la F, cerrando por fin la carpeta.  La clase ha terminado. Váyanse ustedes al cuerno.

(El alfabeto)

 

 

IR AL ÍNDICE GENERAL