De sesenta un solterón a una joven vivaracha preguntó en cierta ocasión: «¿Cómo te llamas, muchacha?», y ella dijo «Encarnación». «Tal misterio te explicara», repuso el sexagenario, y ella: «Mucho lo apreciara, pero ya lo hace el vicario, que tiene la voz más clara».
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"Un doctor ronda tu puerta y un escribano te adora", le dijo a una labradora otro también de la huerta. "No es extraño, majadero –contestó con gracia suma–, que toda gente de pluma venga en busca de tintero."
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fue citada ante el alcalde, y éste le sirvió de balde, dando en su pro la sentencia. Con refinada malicia dijo entonces la alcaldesa: «Nunca he visto, Antón, tan tiesa la vara de la justicia».
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Preguntole a un sordo Aurora con cierto interés y ahínco: «¿Está buena tu señora?» Y él, no oyendo más que el ...ora, dijo muy serio: «Las cinco».
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