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¡Oh quién pudiese deciros lo que no puedo decir, de verme así despedir, muriendo yo por serviros! Que con el dolor que siento ningún sentido me queda para que deciros pueda cuanto puede mi tormento. Y pues mandáis apartarme, dadme pies para partirme, lengua para despedirme y manos para matarme; porque a la hora que os vi os di cuanto en mí tenía, así que no soy en mí, mas en vos, señora mía. Mis lágrimas y sospiros y cuanto más me atormenta, porque a nadie no deis cuenta, quiero con ellos serviros; mas pues servicios no pueden, mandadme tornar la vida, porque mis huesos no queden en tierra desconocida. FIN Tornadme la libertad para que pueda partirme, que de buena voluntad la daréis por despedirme; mi corazón me volváis, yo os lo di, y tan entero, que cual vos me lo tornáis, tal está que no lo quiero.
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