LA HISTORIA DEL NOBLE CABALLERO
PARÍS y DE LA MUY HERMOSA DONZELLA VIANA
I
Comienca la historia de París y Viana, la qual es muy agradable y
plazentera de leer y especialmente para aquellas personas que son
verdaderos enamorados, según que se sigue en la presente obra
Quando
el rey Carlos reinava en Francia andava el cuento de la
encarnación de
Nuestro Señor Jesuchristo de mil cc y xxi años, era un dolfín de
una ciudad que avía nombre
Viana un noble hombre de Francia que se llamava Godofre de Alansón,
que era su pariente
del Rey de Francia, el qual era muy gran señor y muy amado del Rey
de Francia y
de todos sus varones y cavalleros, tanto que no hazían ninguna cosa
en el reino que él no
fuesse llamado a consejo. E como aqueste Dolfín oviesse por muger la
hija del Conde de
Flandes, la qual avía nombre Diana, que era de tanta belleza y
hermosura que bien eradigna de aver aquel nombre de aquella bella
estrella, y de entendimiento y de todas noblezas
era complida y acabadas.
Aqueste Dolfín y Diana estuvieron siete años que no ovieron fijo ni
fija y eran mucho
desseosos de haver hijos con que Dios fuesse servido y que fuessen
plazientes a su sancto
servicio. E plugo a Nuestro Señor Dios que a los ocho años la señora
Diana uvo una hija
mucho bella, por la qual fue hecha muy gran alegría y muy gran
fiesta, e hiziéronla baptizar
en señal de gran nobleza y pusiéronle nombre Viana, assí como avía
nombre la ciudad
donde era nascida. Aquesta donzella fue dada a criar a una señora
de muy buenas costumbres
y de buena vida, la qual avía una fija que avía nombre Isabel, la
qualle fue dada por
compañera a la fija del Dolfín que jugasse y tomasse plazer con
ella, y Ilamávala hermana,
y aquesta Viana crecía y multiplicava en muy gran belleza y
prudencia. Leer romances y
canciones de tañer instrumentos y dancar y todas cosas en que
tomasse plazer le eran enseñadas
en tal manera que crescía y mutltiplicava en muy grande y alta
belleza. Y como fue de edad de doze años, no solamente en la gracia
del Dolfín , mas aún
por toda la tierra de Francia
y de Inglaterra era tenida por gran maravilla la su hermosura y era
demandada por muchos
condes y nobles varones de Francia en reqüesta por muger.
Y aquel Dolfín avía debaxo de sí un
noble y gentil hombre y de gran linaje y muy
poderoso de castillos y de riquezas que avía nombre Jacobo, el qual
avía un hijo que avía
nombre París, que era de edad de xxv años, en que era toda su
esperança y toda su alegría,
y avía muy buenas costumbres en tañer diversos instrumentos. Y como
fue de
edad de xxv años, fue tan avisado y tan famoso de su persona, que
era una gran maravilla,
y tenía muchas y muy fermosas vestiduras y assimismo cavallos, y
falcones, y lebreles
y açotes que fueran bastantes para un gran señor de Francia . Y
aqueste era muy
bien querido del Dolfín, y del Rey de Francia y de todos los varones
y cavalleros, y tenía
muy grande amor y amistad con un moço que era de Viana que se
lIamava Eduardo y
eran ambos quasi de una edad.
E assí entre estos dos no avía ninguna diferencia y a muchas fiestas
y cavallerías ivan
en Francia, e quando estavan en grandes honores y grandes famas,
aquestos dos cavalleros llevavan lo mejor de muy gran belleza y muy grandes tañedores de
instrumentos y de muy
bellos cantores, mas París era más gentil cantor que no Eduardo. Y
Eduardo era mucho
enamorado de una donzella del condado de Brabant y París aún no
sabía qué cosa era
amistad de muger, salvo que avía ya un año que era enamorado de
Viana, hija del Dolfín
de Francia, y quanto más andava, tanto más le crescía el amor de
Viana. Mas como
París pensava que aquel amor no le era a él igual, como él no era de
tan gran sangre ni tan
gran linaje como era ella, y no osava descobrir el su secreto a
ninguna persona _antes se
pensava dexar de esto_ y a ninguno jamás se descobría, salvo a
Eduardo, su amigo. Y
Viana de aquesto no sabía ninguna cosa, porque París no osava
demostrarse assí como los
otros varones, que por amor de Viana hazían muchas cavallerías,
puesto que París todavía
se alegrava del su amor. |
II
Cómo París, por servicio de Viana, iva muchas noches a tañer
y cantar con Eduardo debaxo de la ventana donde ella dormía y
cómo se defendió de aquellos que le querían prender
E París y Eduardo secretamente ivan adonde Viana dormía y allí
cantavan maravillosamente,
tanto que cierto si
todos los cantos e instrumentos del mundo aí
fuessen, a semejanca
de los suyos no parescerían cosa ninguna. Y en aquesto tomava el
Dolfín y su muger Diana
tan gran plazer que era gran maravilla y mucho desseava saber el
Dolfín quién fuessen
aquellos. E hizo un gran combite y mandó que todos los tañedores de
pluma viniessen a
aquel combite y como aí todos fuessen venidos y no vinieron aquellos
por quien él hazía la
fiesta, uva muy gran desplazer el Dq!fín, y avían muy gran cobdicia
de saber quién fuessen
aquellos tañedores. E Viana estava toda pensosa y dezía a su
compañera Isabel:
_¿Cómo podría ser esto, que cada noche vienen aquí tan maravillosos
cantores y tañedores
y que no sepamos quién son?, ea ellos por mi amor vienen.
El Dolfín por hazer plazer a su hija ordenó que diez hombres de los
suyos bien armados
estuviessen aparejados allá donde aquellos venían a tañer y mandóles
que como aquestos viniessen
y oviessen tañido, que por grado o por fuerça los truxessen delante
él. Y como vino
la noche, los dos compañeros, París y Eduardo, vinieron en aquel
lugar con un moço que les
traía los instrumentos y allí hizieron cantos y sanes tan graciosos
y dulces que jamás no fueron
oídos ni ellos tales nunca los avían hecho. E después que ellos
ovieron sonado sus bello
y dulces cantos, aquellos diez escuderos les dixeron que les
convenía ir delante el Dolfín.
París les dixo:
_Señores, esperad vos un poco y responderos hemos.
Y París apartó a su compañero Eduardo y díxole:
_Ya veis en qué punto somos, y pienso que tú por mí avrás
desplazer, mas en ver yo quería primero ser muerto que fuéssemos
llevados delante el Dolfín. Y agora, ¿qué
consejas?, que assí nos conviene guardar nuestro moço assí como a
nosotros mismo, que
ciertamente si él fuesse preso, por él seríamos descubiertos.
Eduardo respondió:
_De mí no tengas cura tanto como de la tu persona.
Estonces París dixo a los diez escuderos:
_Dexadnos, por vuestra cortesía, ea nosotros somos por fazer plazer
y honra al señor
Dolfín y por ninguna cosa iremos ante él.
Y los diez escuderos le dixeron que
por grado o por fuerça les convenía ir delante el señor.
Entonces cada uno dellos metieron mano por las espadas y aquestos
dos, París y Eduardo, no traían
sino espadas y broqueles con que se cobrían muy maravillosamente,
tanto que todos aquellos
diez escuderos del Dolfín fueron acochillados y los hizieron huir.
Mas lo más fuerte les fue
de les quitar el moço que ellos les avían tomado, empero al fin
ellos se fueron sin ningún daño. |
III
Cómo el Dolfín y Viana se enojaron mucho por no saber quiénes
eran los tañedores
E quando vino la mañana, los diez escuderos vinieron delante del
Dolfín contando el
daño y vergüença que ellos havían rescebido y cómo todos eran mal
heridos. Y de aquestos
el Dolfín fue malenconioso e hizo ir a la otra noche tanta de gente
que bien eran bastantes
para defenderse de cien hombres, mas no les aprovechó nada, que
ellos después no tomaron
más allí y tuvieron muy gran secreto de aquesta cosa.
Y entonces Viana dixo a Isabel:
_Por cierto, hermana, estas cosas son hechas por algún hombre de
valor.
Y tomóle tanto amor que no podía hablar sino de aquestos tañedores.
Y París no se
osava descobrir a ninguna persona, pero puso su coraçón de lo
dissimular y cada día iva a
casa del Obispo de Sant Lorenço, su gran amigo, el quallo rescebía
con muy gran honra, y
con él passava París cada día su tiempo en gran pensamiento. |
IV
Cómo el Dolfín, por alegrar a su hija Viana, hizo pregonar un
torneo
El Dolfín, veyendo que Viana estava penosa como no podía saber quién
fuessen aquellos tañedores,
ordenó un gran torneo porque Viana se alegrasse, la qual dixo a
Isabel que por aquesta
fiesta podría ser que ella conosciesse aquellos que tan gentilmente
la avían enamorado. Assí
que el Dolfín embió por toda Francia e Inglaterra que todo hombre
que quisiesse hazer cavallerías
por amor de donzellas, que fuesse en la ciudad de Viana el primer
día de mayo, que Viana,
hija del Dolfín, pornía un escudo de cristal y de muy gran belleza;
que el mejor cavallero será
y mejor hará armas, aquel avrá el escudo y una bella guirnalda de
Viana.
Como esto fue sabido por toda Francia
e Inglaterra, la mayor parte de los varones de
Francia e Inglaterra de edad de xxv o xxx años se aparejaron de
armas y de cavallos por ir
aquel torneo, especialmente algunos nobles señores de Francia e
Inglaterra que eran enamorados
de Viana por la su grande hermosura. Los quales eran aquestos:
primeramente Felipo de
Borbón, sobrino del Rey de Francia; y Eduardo, pariente del Rey de
Inglaterra; y Antonio, hijo
del conde Isnaldo; y Absalón, nieto del Conde de Provença; Y
Giralda, hijo del Marqués de
Monferrat; y Alansón, hijo del Duque de Cambes". Aquestos seis
cavalleros vinieron por
amor de Viana muy noblemente aparejados y muchos otros, los quales
eran nombrados. |
V
Cómo París deliberó de ir al torneo y de qué manera
E París, veyendo que assí esta fiesta se aparejava, pensó si iría o
no y aconsejóse con su
compañero Eduardo. El qual respondió en tal manera: que él iría de
muy buena voluntad en
su compañía, mas que fuessen secretamente. Y luego embiaron a
comprar cavallos y armas y
hiziéronse sobreseñales blancas porque no fuessen conoscidos, assí
vinieron de cavallos
y armas muy gentilmente aparejados. Y el tiempo del torneo se
allegava y todos los varones
de suso dichos y aún otros muchos muy bien armados y aparejados, y
todos fueron en
cinco días y antes dentro en la ciudad de Viana.
El Dolfín hizo por amor de ellos un gran combite, en el qual comió
el Dolfín y Viana, la qual
resplandecía de mucha belleza, assí que todos estavan maravillados
de su gran hermosura. Y muy
grandes sones y músicas eran aquí hechos a gran maravilla, mas Viana
ninguna cosa le parescía
bien ni le agradavan aquellos sones, que tan dulcemente le avían
enamorado los que antes avía
oído. Y el día del torneo todo hombre fue muy ricamente aparejado en
el campo y cada uno era
conoscido por su señal, y París y Eduardo vinieron todos blancos y
pusiéronse a una parte del campo, assí como es costumbre; y ninguno
no los podía conoscer. Y
primero que el torneo se hiziesse,
mandó el Dolfín que cada uno hiziesse muestra por sí por el campo y
tanto eran ricamente aparejados que todos reluzían de
sus armaduras, tanto eran de bellas, assí que todo hombre
hablava de aquellos cavalIeros que tan bien aparejados eran.
Entonces Viana dixo a Isabel qué
le parescía de aquellos cavalleros o ¿quáIes son aquellos que mejor
hazen por mi amor?
_Señora, a mí parece que aquel que trae la sobreseñal con aquella
corona dorada y
aquel que tiene el león dorado y el campo de oro me paresce que haz
en mejor por el amor
vuestro que ninguno de los otros. |
VI
Cómo se començo el torneo del qual París fue vencedor
E como todos los cavalleros fueron aparejados para hazer el hecho de
armas, vino
primeramente aquel de la
corona de oro Y vínole a encontrar otro
cavallero y firiéronse de tan
gran poder que quebraron las lancas, y metieron mano a las espadas y
hizieron muy bien sus
justas. Y todos a la buelta se hirieron tan fuertemente, que muchos
fueron dellos que cayeron
en tierra los unos sobre los otros, y muchos que ligeramente se
tomaron a sus cavallos.
Y diéronse tan grandes golpes pechos con pechos, que muchos
cavalleros cayeron en un momento
en tierra, y cada uno hazía su poder de ayer el honor. Y como fue
tarde, muchos de
aquellos eran enojados y toman espacio de reposar, mas París más
fresco era a la tarde que
a la mañana y dava tales golpes que ninguno le osava esperar.
Y como el torneo fue passado, gran honor y gran precio fue dado al
cavallero de las
armas blancas, y fue traído debaxo del cadahalso del Dolfín y fuele
dado el escudo de cristal
y la guirnalda que Viana tenía en la mano. Y luego París se partió
con Eduardo y assí secretamente
se fueron. |
VII
Cómo todos los cavalleros loavan mucho al cavallero no
conoscido, y de la discordia que ovo entre ellos, por lo qual el
Rey de Francia hizo pregonar otro torneo
El torneo hecho, grandes loores y gran precio fue dado al cavallero
de las armas blancas, mas
ninguno no le conosció, y tanto era loado de la su cavallería que
muchos eran enamorados dél y el
Dolfín y otros muchos desseavan saber quién era. Y cada uno de los
cavalleros se tomó a su tierra
hablando todavía de la bella justa, y de la gran belleza de Viana y
del su saber. En toda Francia e
Inglaterra era muy nombrada su belleza, tanto que se levantó entre
los varones muy gran contienda
y algunos que amavan la hija del Duque de Norrnandía y otros, que
eran enamorados de Costança, hija del Rey de Inglaterra, dezían que
era mucho más bella que Viana, mas Viana en aquel tiempo era más
bella que todas las otras de hermosura y de todas cosas. Assí que
mucho gran mal crescía y se metió entre los cavalleros de Francia y
de Inglaterra de aquestas tres doncellas.
Tanto, que un día se levantaron unos cavalleros y dixeron que eran
aparejados de provar
por fuerça de armas que la hija del Duque de Normadía era la más
linda y bella donzella de Francia, y levantáronse otros tantos que
mantenían que Viana, hija del Dolfín, era mucho más bella. Assí que
Juan de Flandes se ensañó contra Juan, hermano del Rey de Bohemia y
se ovieron muy malamente". Y ninguno no podía poner paz, salvo que
cada uno mantenía la hermosura de su señora. Tanto, que vino a
saberlo el Rey de Francia, el qual dixo que por esta
razón se podía seguir muy gran daño de aqueste contraste a estos
cavalleros . Y mandoles adereçar y que todos viniessen delante él, que él daría sentencia en
aquel en aquel contraste y que
serían alegres. La qual cosa plugo a todos y todos vinieron por sus
jornadas delante del Rey.
Entretanto, el Rey pensó cómo av1a de
ordenar un muy hermoso torneo por aquestas tres
donzellas y que todo hombre viniesse muy bien armado y aparejado de
sus armas, gentilmente arreado para hazer las justas a ocho días del
mes de setiembre a la Natividad de la Virgen María en la ciudad de
París. Y allí quien mejor hará en armas se llevará el honor de la
fiesta y aquella donzella que mejor será mantenida, aquella será
tenida por la más bella y
avrá el honor de la belleza de toda la tierra de Francia e
Inglaterra y Flandes. Y el Rey de Francia embió a los padres de
aquellas tres donzellas que deviessen de venir a aquella plaziente
fiesta y que cada uno embiasse por amor della algunas gentiles joyas
las quales
conquistassen aquellos; y el que mejor conquistasse y hiziesse por
amor dellas en las armas, las quales joyas se llevará aquel que avrá
el honor del torneo en señal y amor y de vitoria, por que cada una se apareje de embiar la más rica joya que
pueda.
|
VIII
La joya que fue embiada de los parientes de cada
damas para la jornada del torneo de París
Primeramente embió
Costança, la hermana del Rey de Inglaterra una corona
maravillosamente rica, toda cercada de perlas y piedras preciosas,
la qual corona valía grandísimo thesoro; y el Duque de Normandía
embió, por amor de su fija, una bella guirnalda, la qual era
mucho rica a gran maravilla; y el Dolfín embió, por amor de su hija,
un muy rico chapero francés todo lleno de perlas preciosas, el
qual avía embiado la señora de F1andes, que era su abuela. Y
todos los cavalleros hazían los más ricos aparejos que podían hazer
por venir en aquella fiesta y
cada uno hazía su devisa porque fuessen conoscidos, y se pensava
cada uno de ayer el honor de
aquesta tan rica y hornada fiesta.
E París, que veía que assí tan plaziente fiesta se aparejava en
Francia, aconsejósse con
Eduardo, su compañero, si irían a aquella fiesta o no, el qualle
dixo que fuessen lo más secretamente
que pudiessen, ea mayor honor le sería que si fuesse conoscido.
_E si este torneo se haze y tú no vas, siempre quedarás con dolor. E
si Viana oviesse el
honor por otro cavallero, pornía el su amor en aquel que tanto honor
le avía hecho y si tú vas
secretamente ninguna cosa sabrán aquellos que son conoscidos.
E sobre aquesto París apareja de ir lo más secretamente que pudiesse
e se aparejó de
armas y de cavallos y de todas las cosas que havía menester. |
IX
Cómo el Rey de Francia hizo aparejar el campo para el torneo
en medio de la ciudad de París
El Rey de Francia hizo aparejar el campo que es en medio de la
ciudad de París y hizo
hazer cadahalsos donde pudiessen mirar cavalleros y dueñas y
donzellas y otras gentes, mas
ninguna de las tres donzellas no fueron aí presentes. Y el Rey mandó
hazer tres vanderas
muy gentiles a maravilla en lugar de las tres donzellas, la una con
el campo blanco y con letras
de oro que dezían: «Viana, hija de Godofre de Alansón, Dolfín de la
ciudad que se llama
Viana»; e hizo una otra vandera con el campo verde con letras de oro
que dezían: «Costança,
hija del Rey de Inglaterra»; e una otra azul con letras de oro que
dezían: «Floriana, hija del
Duque de Normandía». Y hizo partir el campo en tres partes y en cada
una parte del campo
hizo poner una de aquellas vanderas, y el Rey mandó que no faltas se
ninguna cosa.
Aparejados los varones, partidos de
sus tierras, fueron a París a quatro de setiembre, que
en ningún tiempo fue llegada tanta noble gente de Francia ni
Inglaterra ni de Flandes como
fue en aquella jornada; de España, y de Alemaña, y de Lombardía y de
muchos otros reinos
y señoríos eran venidos por provar sus personas en aquellos torneos
y fiestas. Y como vino
el día del tornearniento, por la mañana al alva el Rey de Francia
hizo poner aquellas tres vanderas
con sus joyas en aquellas tres donzellas, cada joya con su vandera
en cada una parte del campo, las quales resplandescían de
muy soberana hermosura por la gran multitud de
y piedras preciosas que tenían. E dezirvos hemos aquellos que fueron
mantenedores
señoras, todos nombrados por sus nombres lo más breve que ser podrá.
E otro día por la mañana todo fue bien aparejado en medio del campo,
y el Rey de Francia estava de pies sobre
un gran cadahalso y dixo muy altamente, que todos lo podían oír: |
X
Las razones que el Rey de Francia dixo a todos los cavalleros
y de la muestra que hizieron las vanderas y los cavalleros
_Cavalleros,
todo hombre se meta debaxo de aquella vandera que quisiere mantener
por amor de su señora. E mandámosvos que aquesta cavallería sea de
amor y de cortesía, así como
a vosotros pertenesce, empero bien queremos que cada uno haga lo
mejor que pueda de sus
armas, ca bien os devéis tener por honrados que os combatáis por las
más hermosas donzellas
del mundo. Y aquel que oviere lo mejor de la cavallería aquestas
tres vanderas con aquestas tres joyas son suyas, y aquella donzella
que será mejor mantenida daré sentencia que es la
más hermosa de todas y avrá el premio de la hermosura de Francia y
de Inglaterra y de Flandes, y a
pena de perder la cabeça qualquier que lo contrario diga. Y la Reina
embía aquesta corona muy rica que sea puesta en la cabeça de aquella
donzella que avrá el honor de aquesta fiesta.
E mandó que la vandera de Floriana fuesse la primera que hiziesse la
muestra por todo el campo y después todas las otras sobre un gran
cavallo mucho bien aparejado. E primeramente se metieron
debaxo de aquella vandera todos aquellos que amavan a Floriana.
Primeramente se metió debaxo de aquella vandera don Juan, hijo del
Conde de Flandes, y después Filipo de Bononiami, pariente del Rey de
Francia; después Arnaldo, hijo del duque de Borgoña; y después don
Juan, hijo del conde Islado; y después Alberto, hijo del conde de
Provencia; y después Simón de Corois; después Alberto, hijo del
Duque de Sant Christo, y
después Bellecia, hermano del Marqués de Saluz; y después Jofré,
Duque de Picardía, y a la
postre destos andavan muchos otros cavalleros bien armados y bien
aparejados.
E después de aquesta vandera
venía la de la señora Costança,
hermana del Rey de Inglaterra, la qual acompañava primeramente Juan,
hermano del Rey de Bohemia, y Franco de Valeres; y Ganastor de Gascoña, nieto del Conde; y Antón Alegre,
hijo del Duque de Caunnes; y Nascer, nieto del Duque de Borgoña, y Antonio de Borgoña; y Lorín,
Duque de Loreina; y Salón de Leonís; y Juan, Duque de Brabant; y
Calón de Lancor, hermano del conde de Caduque; y después de aquestos andavan otros muy bien aparejados.
Y después venía la vandera de Viana,
donde iva primeramente Hurigo, hijo del duque de Borbón; y después Duardo, hijo del Rey de Inglaterra; y Giraldo,
hijo del duque de Beti; y Antonio , hijo del conde Isnaldo; y Absalón, nieto del Conde de
Provencia; y Paris, hijo de don Jacobo
de Viana; y Tomades de Monfarrat, hijo del Marqués; y tres hijos
del Duque de
Caudenes; y después Juan Pablo de Normandía; después de aquestos
ivan otros muchos varones
muy bien aparejados.
Hecha la muestra de cada una dellas en su lugar (por cierto, era
noble cosa de ver tantos bellos cavalleros y tan bien aparejados,
assí que todo hombre no hablava otra cosa sino dellos,
el Dolfín y el padre de París fueron venidos a ver aquella fiesta y
quando venieron era
ya ora de tercia.
|
XI
Cómo los cavalleros comencuron de combatir, de los quales
París fue el vencedor
E primeramente se metió en el campo por combatir a Juan, hijo del
Conde de Flandes, y
vino en contrario Juan, hermano del Rey de Bohemia, el quallo hirió
tan fuertemente que
Juan de F1andes cayó en tierra del cavallo; y Juan, hermano del Rey
de Bohemia, encontró a
otro de Borbón y lo firió tan poderosamente que lo derribó del
cavallo y después derribó a
Tomás, hijo del Duque de Borgoña. Aquestos quatro cavalleros derrocó
aqueste Juan Pablo
muy fuertemente de los cavallos. E después vino Eduardo, hijo del
Rey de Inglaterra, y encontró
a Juan Pablo tan fuertemente que le quebró el braço y lo hechó del
cavallo abaxo, que
no sabía si era de día o de noche; y aqueste Eduardo hizo tanto con
sus armas que cinco eavalleros
derrocó uno tras otro. Y desque vino Jofré de Picardía, diole un tan
grande encuentro
aqueste cavallero Eduardo que lo derrocó del cavallo muy duramente
en tierra, y después
de aqueste derrocó otros seis caval1eros que eran muy fuertes y
poderosos.
Y a la fin vino la suerte de París, el qual se encontró con aqueste
Jofré de Picardía y diéronse
tan fuertes encuentros que los cavallos y los cavalleros, todos
cayeron en tierra, assí que
paresció que ambos avían caído, assí que fue menester que otra vez
tomassen a la justa. E
París de muy buena voluntad tomó a la justa y dio un tan grande
encuentro a Jofré que le derrocó
por tierra con el cavallo y con todo, mas porque el cavallo rebentó
de la gran caída que
avía dado, dezía la gente que por culpa del cavallo era caído y que
sería bueno que tornassen
a la justa. Mas París, assí como aquel que no era conoscido, no avía
allí quien hablasse por él, mas empero al Rey parescía que Jofré
fuesse vencido y dixo que no quería fazer contornear
al cavallero no conoscido, que por cierto él era muy buen cavallero.
En tal manera que el Rey
le embió un escudero para que le dixesse cómo al Rey parescía que él
oviesse vencido a Jofré,
mas si él quería justar otra vez en cortesía y si no, que él le dava
la vitoria de aquel encuentro.
Y París respondió que la belleza de la señora Viana era tan hermosa,
que en el mundo no avía su par, por que él era muy presto de
justar con el cavallero otra vez y tantas que bien paresciesse
que él era vencido ciertamente sin ninguna diferencia. Las quales
palabras parescieron
al Rey que eran de muy gran valor y dixo que él devía ser noble
cavallero.
Assí que entonces París mudó el cavallo que su compañero Eduardo le
tenia aparejado y tornaron
otra vez a la justa, y firiéronse de tan gran poder el uno y el otro
en tal manera que Jofré vino
a tierra muy fuerte del cavallo abaxo sin nigún detenimiento y
diferencia. Y en muy poco espacio
fasta ora de vísperas fueron hechas tantas de justas y de hechos de
armas tan fuertes y poderosas
que no quedó de la parte de Viana sino solo París en su cabo. Y de
la otra parte de Costança de
Inglaterra quedavan tres cavalleros muy fuertes y poderosos,
conviene a saber, Alberto, hermano
de Duque de Savoya; y Pedro, hijo del Conde de Provença; y Simón de
Prois. Y de la otra parte de
Costança estava Antonio de Pagorio, y Lorín de Lorena y Juan, Duque
de Brabant, los quales eran
muy cansados y dixeron que quedas se la justa fasta otro día de
mañana. Y París dixo:
_¡Por cierto, no saldré jamás desté campo fasta que yo aya visto el
fin destas justas!_.Y firió tan poderosamente sobre aquellos, que no era ninguno que le
ossase esperar ni
estar delante, assí que tan valientemente París venció todas
aquellas justas y las truxo a fin.
El qual fue llevado al cadahalso donde estava el Rey de Francia y
fuéronle dadas las tres vanderas
con las tres joyas que en las vanderas estavan, y aún le fue dada la
honra de aquesta
fiesta y el precio de valor que jamás cavallero ovo.
Y mucho secretamente se partió él y su compañero Eduardo y se
tornaron en el Dolfinazgo
de Francia. Y París fue a casa del Obispo de Sant Lorenço y él lo
rescibió con gran
honor y no mostró que él oviesse hecho ninguna cosa, y aquí estuvo
fasta ver qué se diría. |
XII
Cómo el Dolfín truxo las joyas a su hija y le dixo cómo por su
parte era vencido el torneo, pero que no se sabía quién era el
cavallero que tan bien lo avía defendido
Y hecha la fiesta, grandes honores y gran valor fue dado al
cavallero no conoscido de las
armas blancas y ninguno no lo conosció, assí que todos los
cavalleros se tornaron para su tierras muy desconsolados como ellos no llevavan ninguna joya ni
honor, y peor era que no
sabían a quién el honor pudiesen dar de aquella fiesta. Entonces el
Rey de Francia hizo un
gran combite al Dolfín y al padre de París y la Reina diole aquella
corona que diessen a su
hija Viana en señal de la más bella del mundo, y mucho eran
maravillados en cómo no pudieron
jamás saber quién fuesse el cavallero. Assí que el Dolfín y su padre
de París se tornaron
al Dolfinazgo con gran plazer y con aquella tan gran joya.
E la hija, como supo que su padre
venía, lo salió a recebir al campo y camino como avía
acostumbrado, y él la abraçó y la besó y díxole:
_Catad aquí, hija, aquesta corona que
yo vos pongo en la cabeça, que vos embía la Reina de
Francia en señal de la más hermosa donzella del mundo. Muy dulce
hija, vos avéis tenido asaz
contrastadores, mas mejores defendedores y más fuertes, pero bien
fueron menester, que de cada
una parte quedavan tres cavalleros muy fuertes y poderosos y de la
vuestra no quedava sino un
cavallero sin ninguna señal. Y assí se partió, que ninguno lo
conosció ni se ha podido saber quién
era, assí que tú no sabes a quién has de dar las gracias de tanto
honor como te ha hecho. Y sepas
que se ha llevado todas las tres vanderas con las tres joyas que en
ellas eran y el honor y el valor
de aquella plaziente fiesta, pero ruego a Dios que le dé honor,
plazer, alegría y ensalçamiento de
todo bien, que jamás nunca vi cavallero que tan valiente se
mostrasse en sus cavallerías. |
XIII
Cómo Viana, muy desconsolada por no saber quién era el
cavallero, se razona va con Isabel
Viana quedó muy desconsolada por no saber quién era el cavallero y
dixo a Isabel:
_Hermana, ¿no te dixe yo el otro día que yo era amada del más
valeroso cavallero de
toda Francia? Por cierto, hermana, aqueste es aquel que tan
dulcemente cantava y venció el
torneamento y se llevó el escudo de cristal y mi guirnalda y se fue,
que no pude saber
quién era el que tanto precio y honor me ha dado. Bien me devo de
tener por muy descontenta
que yo no pueda saber quién es y bien dolorosa mi vida que yo no lo
he podido conoscer.
Ciertamente, Isabel, que si yo no tomo algún buen consejo, creo que
la mi vida hará
fin muy aína por el gran amor que yo le tengo.
Y començó a llorar tan fuertemente que una ora estuvo que no se pudo
tener de pies. En
aqueste pensamiento passó muchos días la su dolorosa y triste vida
como más secretamente podía. |
XIV
Las razones que micer Jacobo dixo a su hijo París estando los dos en
la cama
El padre de París, que avía estado con el Dolfín en aquella fiesta y
no avía conoscido ni visto
a su hijo, ovo muy gran dolor y assí le dixo una noche que estavan
el padre y el hijo en el lecho:
_Hijo, de ti esperava aver gran honor y alegría, y agora veo que
eres tornado en gran
ira, que tú solías ir a fiestas y hazer cavallerías de que estavas
en gran fama y honor, y veoque en aquesta fiesta no has estado y no
te puedo partir de esse diablo de Obispo, y mucho
soy maravillado de qué te es venido tan loco pensamiento.
Y París no le respondió ninguna cosa y assí se adormieron. Y otro
día en la mañana el
padre se fue a Eduardo, su compañero, y díxole:
_Yo veo el gran amor y amistad que tú has con mi hijo París, y veo
que dexa morir açores,
falcones y cavallos por su negligencia y no va sino con esse Obispo
y tengo gran recelo
que se torne hombre de religión, por que os ruego que vos le deis
algún consejo en aquesta
cosa y ayáis misericordia de mí, mezquino, que muero de enojo y de
malenconía.
E dichas aquestas palabras, Eduardo ovo muy gran piedad y confortólo
lo mejor que
pudo, y fuesse a París y díxole tales palabras:
_Yo conozco que amor te costriñe tanto que tú no eres en ti mesmo y
tu padre y tus
amigos son mucho enojados de ti, plégate, pues, hazer cosas públicas
que aya plazer tu padre, que me ha rogado te lo diga.
E París le dixo:
_¿Qué quieres tú que yo haga?
Dixo Eduardo:
_Yo querría, si a ti te plaze, que fuéssemos a Brabant, que bien ha
siete meses que no
he visto mi señora, y allí haremos qualquier hecho de armas, de lo
qual tu padre avrá plazer.
Y París dixo que era contento. Y luego se aparejaron de armas y
cavallos y de todas las
cosas necessarias, y París dixo a su madre:
_Señora, tomad esta llave de mi cámara y plégaos que no la abráis a
ninguna persona.
Y luego cavalgaron y fuéronse a Brabante, y allá fizieron muchas
cavallerías y hechos
de armas de que conquistavan gran fama y honor y amor de dueñas, y
donzellas y cavalleros.
|
XV
Cómo estando París ausente, Viana fue a casa de su padre y
conoció claramente ser París el que tanto la servía
En este tiempo el padre de París cayó malo y fue la causa el
pensamiento del hijo. Y un día
el Dolfín lo fue a ver y lo confortó tanto quanto pudo, e después de
algunos días dixo el Dolfín
a su muger que gran cortesía haría si fuesse a ver a su padre de
París que estava muy malo.
Y la señora Diana con su hija Viana e Isabel, con gran compañía,
fueron a visitar a su
padre de París, el qual ovo muy gran plazer de su venida. Y la
señora Diana le demandó qué
era su mal y él le respondió que todo su mal era por el pensamiento
de su hijo, que avía
duda que no se hiziesse hombre de religión. Y la señora Diana le
tiró aquello de su pensamiento y le dio medicina con que fue
sano. E después dixo la madre de París a la señora
Diana si quería mirar el castillo.
Primeramente les mostró una gran sala muy hermosa a gran maravilla,
y después les
mostró otra sala donde avía diversas armas, assí como son arneses,
quexotes, y grevas y bacinetes,
y gocetes, y malla y otras cosas necessarias a cavallería. Y
después le mostró otra cámara
donde avía falcones y acores, lebreles y otras muchas cosas, y aves
de caca. Y después le mostró aquella cámara donde París dormía, en la qual avía muy
mejores arreos, assí de unas
cosas como de otras, assí como si fuese la cámara del Rey de
Francia. Y avía aí dos perchas
grandes de ropa, la una era llena de diversos paños de oro y de seda
labrados, y de diversas maneras, y la otra era llena de muchas
acubiertas y aparejos de
cavalleros, que eran de oro y
de seda, y aparejos de justas, y assí que todo hombre estava
maravillado. E Viana dixo a Isabel:
_Por cierto yo, hermana, no me devo maravillar ser hecha tanta
mención de aqueste
donzel París, que bien paresce en esto que sus cosas manifiestan
gran parte de su valor.
Y mirando assí Viana vido una cubierta de cavallo toda blanca y
parescióle que fuesse
aquella que París oviesse sacado en el cavallo y torneo hecho en la
ciudad de Viana, y díxolo
a Isabel. E Isabel le dixo:
_¿Pensáis vos, señora, que en otras partes no ay de otras
sobreseñales blancas sino
aquí? Vos os podríades engañar.
Y Viana en esto se afirmó, mas de gran plazer que avía no se podía
tener en pies. Y dixo a su madre que congoxa le avía venido al
coraçón y que se quería
reposar en aquel lecho y
que la dexasse, que no quería otra cosa. Y todo hombre se salió
fuera, e Isabel cerró la puerta
y dixo a Viana:
_Agora veremos si hallaremos alguna cosa de mayor conoscencia.
Andando assí a buscar, hallaron una recámara bien adentro, la qual
ellas abrieron, y era
larga de doze pies y avía dentro un altar pequeño y allí estava la
figura de Nuestro Señor Jesuchristo
con siete lámparas y candeleros de oro. Y aquí venía París a hazer
oración y reverencia
a Dios y aquí era la vandera blanca y todas las joyas que París avía
ganado en la ciudad
de París. Y Viana, quando de todas estas cosas fue cierta, que París
era aquel que tanto
desseava saber, dixo a Isabel:
_Hermana, ¡gracias sean dadas a Dios
de aquesta tan bendita jornada!, que agora só
cierta de l0 que tanto desseava y desta cámara no me devo más
partir.
E Isabel dixo:
_Señora, aguardaos, no hagáis ni digáis cosa de que seáis
reprehendida de la gente, que no
vos está bien su amor de aqueste, porque bien sabéis que de otros
señores mayores que no es él
sois demandada, que son vuestros iguales, y aqueste vos sabéis bien
que no es vuestro par.
E Viana con muy gran enojo respondió y dixo:
_Por una loca palabra tuya yo no quiero perder tanto de amor que
fasta aquí yo he
avido, que en verdad te digo que la segunda palabra que tú desto me
hables yo no te daré
lugar otra vez. Mas si tú a mí quieres bien, ruégote que también
quieras a él, que la mi ánima
y el mi coraçón todo es suyo. Y si tú pensasses las sus noblezas, tú
lo amarías más que a
quantos cavalleros son en nuestra corte, y el Rey de Francia daría
la meitad de su reino que
su hijo fuesse tal y assí valiente y ardit como es París y las sus
noblezas y valores. Bien te
digo que todas virtudes complidas son en él e comoquier que todas
estas virtudes le fallesciessen,
yo creo que mi ventura me ha traído a su amor.
Y ellas estando en aquestas palabras, las donzellas llamaron a la
puerta y demandaron
cómo estava Viana, y respondió Isabel y dixo que luego iría. Y
entonces dixo Viana:
_Nos tomaremos estas joyas y tenellas hemos fasta que venga París.
E tomaron la vandera blanca, y el chapeo y la guirnalda y
metiéronselo debaxo de la
ropa y fuéronse para el palacio hablando todavía de aquel gentil
castillo y de las bellas cosas
de París. Y Viana pensava de noche y de día en la venida de París. |
XVI
Cómo París halló menos las joyas que Viana avía tomado
En aqueste tiempo, el señor Jacobo sanó y París y Eduardo vinieron
del condado de
Brabant muy alegremente, y luego fueron a ver el Dolfín, más por
amor de Viana que no
por amor dél. E a la tarde entró París en el oratorio por hazer
oración a Dios y vido que las
joyas avían sido llevadas y demandó a su madre quién avía entrado
allí. Respondió su
madre que cerrada estava todavía y no avía entrado persona ninguna,
sino Viana: _De
quien no nos guardamos.
E París se pensó que alguna otra persona lo oviesse hecho, mas por
esso no dexó de
hazer su oración. Y otro día por la mañana fuesse a casa del Obispo,
según que avía acostumbrado,
el qual lo recibió con gran honra.y Viana, que tanto avía desseado la
venida de París, la qual lo vio venir vestido con
una bella vestidura que avía fecho en el condado de Brabant, muy
gran amor le cresció y
dixo a Isabel:
_¿Quieres que fagamos saber a París cómo nosotras tenemos las sus
joyas?
Y dixo Isabel que sería bien hecho, y acordaron que Viana un día
dixesse a su madre:
_Señora, mucho me maravillo que nunca me avéis hecho fablar con
alguna buena
persona religiosa que me diesse algún buen consejo y enseñamiento de
las cosas de Dios. Oyó dezir que el Obispo de Sant Lorenço es muy sancta persona y por
esso vos ruego que
yo hable con él.
Luego la señora Diana hizo venir el Obispo y aquí hablaron de muchas
y sanctas cosas. Y la primera vez mucho le rogó que viniesse siempre a visitarla,
especialmente otro día por
la mañana, que le diría algunas cosas de secreto, que algunas joyas
eran llevadas de un lugar
y ella sabía que eran de París, y a ella se le hazía conciencia y
queríaselas tomar. Rogávale
mucho que se lo dixesse y hiziesse venir en un lugar donde se lo
pudiesse dezir.
Y el Obispo, como sancta persona, dixo esto a París y lo truxo en el
lugar que les avía
dicho Viana que viniessen. E después vino con Isabel, y el Obispo y
París fueron allá, y
Viana los saludó muy dulcemente sin ningún semblante y tomó a París
por la mano y
apartó lo un poco lexos dellos, porque el Obispo ni la dueña de casa
no lo oyessen. Y Viana
díxole:
|
XVII
Cómo Viana descubrió a París las joyas que le avía tomado y de
la respuesta que él le dio
_Señor París, estando vos en Brabant yo acompañé a mi señora madre
por ir a visitar
a vuestro padre que era enfermo. Y mirando el vuestro castillo,
entré dentro en el vuestro
oratorio y allí vimos algunas joyas, y hovimos cobdicia dellas y
tomámoslas. E agora
esnos venida conciencia que son vuestras y queremos vos las tomar a
vuestro plazer, empero
las joyas no son aquí, mas ellas son prestas. E si a vos plaze, que
me perdonéis si vos
he hecho descortesía.
Y no habló más. E París dixo:
_Señora Viana, por vuestra cortesía vos venistes a visitar a mi
padre que era enfermo,
la qual cosa no era suficiente a mi padre ni a mí de nos hazer tanto
honor como nos avéis
hecho, mas el honor es vuestro y mi padre y yo somos todos vuestros.
Y si las mis joyas vos,
señora, tomastes, seguras son, porque ellas están en buen lugar. Y
fuera yo muy contento que
ellas fuessen más bellas, que si más bellas fuessen, yo vos las
daría, mas no son tan hermosas ni suficientes como a vos
pertenescen. Y de mi parte vos ruego muy dulcemente que vos
las tengáis, que mucho soy contento, que yo no las compré, antes me
fueron dadas y no ha
mucho tiempo por un gentilhombre de Francia, porque, señora, las
mis cosas y las de mi
padre son a vuestro mandado. |
XVIII
Torna a hablar Viana a París
E Viana dixo a París:
_Fasta agora avéis encelada vuestra voluntad, mas ya no podéis más,
porque yo vos
conjuro de parte de Dios y por el amor que vos he y avéis a vuestro
padre y madre y a las
cosas que vos más amáis, que me digais si vos sois aquel que tantas
noches del tal mes venistes
debaxo la nuestra cámara y tañistes instrumentos y hezistes cantos
maravillosos; y si
fuestes aquel que vencistes el torneo en aquesta ciudad y vos
Ilevastes el escudo de cristal y
la guirnalda que nos tomamos en la vuestra cámara; y sois aquel que
venistes con las señales
y puntas blancas en la ciudad de París y truxistes a fin veinte y
siete justas de tantos varones
y cavalleros que eran venidos en aquella fiesta; y si sois vos aquel
que llevastes todas
aquellas tres joyas y las tres vanderas que tomamos en vuestro
oratorio y ganastes tanto
honor y precio. E cierto, París, estas no son cosas de celar. Y si
esto avéis hecho por amor de
mi padre y de nuestra corte, mucho vos lo devemos de agradescer y si
por amor de mí las
avéis hecho, mucho devo de servir la honra vuestra, que por la menor
de aquestas cosas vos
deven de ser rendidas infinitas gracias, y de otras más nobles cosas
vos devía dar más, y por
vuestra cortesía, que es assí, valerosa persona como vos no diría
sino verdad. Y esto por nos
será secreto.
Y París, mirando la cortesía de Viana, dixo: |
XIX
Responde París
_Señora, antes quiero por el mi poco seso ser en vuestra gracia que
no que por mí os fuesse
dicha falsía, porque de mucho tiempo acá por mi ventura yo fui preso
de vuestro amor y de
la vuestra graciosa persona, que yo no miro a la mía propia ni a la
mi condición. Y ruégovos
que me tengáis secreto de la mi locura, mas agora por vuestro
mandado me avéis fecho dezir cosa que jamás a persona he dicho,
porque vos digo que yo só aquel que todo esto fize por
vuestro amor, por que, señora, humilmente os demando perdón.
Y entonces Viana dixo:
_No es ora agora de dezir el amor que vos he, mas tomemos tiempo y
lugar donde podamos
fablar honestamente. .
Y assí se partieron muy enamorados, más que de primero. Y dende a
pocos días París y
Viana fueron en lugar donde desseavan y Viana dixo:
_Por cierto el vuestro amor mucho me costriñe, por esso yo só
deliberada de hazer
vuestra voluntad y ruégovos que mi amor sea con el vuestro y la mi
ánima y la mi honra.
París le dixo:
_Señora, antes que por mi causa oviéssedes de aver mal en vuestra
persona por el amor
que me avéis, yo querría antes recebir la muerte que no pensasse
ninguna cosa contra vuestro
amor ni mandamiento.
Y assí se partieron dulcemente y ovieron licencia. Y Viana siempre
se acordava en su
amor de París y París cada día hazía cavallerías por amor de Viana,
y así se passava gran
tiempo desseando cada día consolación de matrimonio.
Y después de muchos días al Dolfín vino en voluntad de casar a su
fija Viana, mas no se
fablava sino como cosa secreta. Y París entendiólo y dixo:
_¡Mezquino!, ¿por qué yo no pensava esto antes que començase?
Y ordenó cómo pudiese fablar a Viana y díxole:
|
xx
Cómo París supo que el Dolfín quería casar a Viana y de las razones
que entre ellos passaron
_Muy dulce señora, avéis entendido cómo vuestro padre os quiere
dar marido y creo que es tornada triste y estrecha mi vida.
_ Viana le respondió y dixo:
_Mi padre me tiene de fablar de mi marido y matarrne quando quisiere
antes que costriñirme a matrimonio, que no puede ser fecho si a cada una de las partes
no plaze. Poreso vos ruego que no toméis desplazer, que yo vos prometo que
nunca otorgaré marido a otro sino a vos. . Por esso sed fuerte y animoso, que prestamente quiero venir
al fin y que nuestro amor se conjunte, si plaze a Nuestro Señor Dios
y con honor de mi padre, y si a mi padre no pluguiere aqueste matrimonio, entonces tomaremos
otra manera que no avemos fecho fasta agora. E
pues assí es, antes que otra cosa acontezca, quiero que
vuestro padre, que es en gracia de mi padre, fable de aqueste fecho
y que mi padre me dé por muger a vos.
Y París quando oyó aquello fue assí maravillado que no le quedó
color en la cara, y dixo:
_¡O, Dios, en qué caso me has traído!
Y Viana dixo:
_Pensaos de confortar, que todas cosas vos deven ser ligeras de
fazer a vos y a mí.
Y París le dixo:
_Pues si assí es, yo lo diré a mi padre y compliré vuestro mandado.
E otro día por la mañana, París dixo a su padre:
_Padre mío, por vuestra bondad todos tiempos me quesistes bien y
jamás no me avéis
desfavorecido, por lo qual ruego a Dios que vos dé buen galardón,
porque agora conviene de requerirvos de un servicio y antes que vos lo diga quiero saber si
sois presto de lo fazer.
y el padre le fizo la oferta con gran largueza e París en aquel
punto començó a descobrir una gran parte de la privança y del amor dél y de Viana y del gran
bien que le quería.
Yy del qual caso yo no vos quería fablar, pero yo no lo puedo más
encobrir y me conviene
que os lo haga saber porque me ayudéis en aquesta mi gran
necessidad, y aquesto es
que vos plega de requerir al Dolfín que me dé a Viana por muger.
Y el padre, que era tan noble, quando esto oyó, quiso salir fuera de
su seso por la locura
que oyó dezir a su hijo, y rogóle por amor de Dios que no le pasasse
tan gran locura por el coraçón, porque todos los que lo oyessen le ternían por loco.
Y París dixo:
_Ya me pensava yo que aquesto me respondiérades. Plégavos que en
aquesto no dudéis,
que tan impossible paresce a mí como a vos. Necessidad me constriñe
y seré tan contento si
se haze como si no se faze.
E por fazer plazer a su hijo otorgóle de hazer aquella embaxada, e
fuesse para el Dolfín
y le dixo: |
XXI
Cómo micer Jacobo habló al Dolfín demandándole a su hija
Viana en casamiento para su hijo París
_ Señor, yo soy vuestro servidor y súbdito y no vos querría dezir
cosa que vos hiziesse enojo.
Y el Dolfín le dixo:
_ Dezid, que yo só al vuestro plazer.
_Señor, sabed cómo París me dixo que
hablasse a vuestra señoría si os plazía de le dar
vuestra hija por muger, de lo qual a mí paresce que no es cosa
convenible, empero el amor de
mi hijo me costriñe a dezir tanta desconoscencia'.
Y el Dolfín no le dexó acabar las palabras al cavallero y díxole:
_¡Villano, tú no guardas el mi honor!, por Dios te juro que yo te
castigaré de la tu locura
en la persona y en los bienes.
Y mandóle que él ni su hijo no le viniessen delante . Y el cavallero
abaxó la cabeça y
tornóse para su hijo y contóle todo lo que avía passado. E París dio
muchas gracias de
aquesto a su padre.
Y el Dolfín tornóse al palacio y habló a su hija, que lo salió a
recebir, y díxole:
_Muy gran enojo he avido de aquel villano, que era venido aquí por
demandar a vos
por muger para su hijo. ¡Por Dios!, que antes vos temía todos
tiempos assí que tal cosa fiziesse, mas no tardará mucho que vos seréis assí altamente casada que
seréis alegre.
E Viana dixo a Isabel:
_¿Has oído lo que mi padre ha dicho? Él me quiere dar marido y París
no le agradó, y
sin su voluntad yo no lo querría fazer, por que yo hago promissión y
voto aquí delante de ti
que jamás no otorgaré por marido sino a él y como mi padre no podrá
más fazer, él me dará
aquel que yo querré.
E Isabel dixo:
_En esso yo no consiento, que yo no quiero la mi muerte ni la tuya.
Y cata que te digo,
que traerás muy presto la muerte a París. Como él sea muerto, tu
avrás de hazer lo que el
señor Dolfín querrá.
Y Viana dixo:
_¡O, Dios, bien creo que yo soy engañada de ti! Y yo te digo que
quiero que assí sea y
sepas que si de aquesto yo no he acabamiento, yo con las mis manos
me mataré y tú me
serás ocasión de la muerte, ea yo no he miedo, porque París es assí
rico y poderoso y valiente.
Y el bien que nos diere Dios quiero que hayas tu parte.
Y como se partieron estuvieron algún tiempo que París y Viana no se
pudieron hablar. |
XXII
Cómo París, sabiendo que el Dolfín le quería matar, fue a ver a
Viana y concertaron de se ir los dos
Eduardo fue un día ante su compañero París y díxole cómo el Dolfín
le desseava matar,
por que le rogava que se
partiesse de allí por algún tiempo. Y París
no se quiso partir sin primero
aver licencia de Viana, y ordenaron que pudiessen una noche hablar
por una ventana y aquí ovieron lugar donde otro día
fueron a fablar. Y Viana dixo a París cómo avía muy mala
intención contra él su padre, y París díxole luego:
_Bueno sería que me partiesse de aquí por algún tiempo, mas es cosa
dolorosa dexaros.
E dixo Viana:
_Todo esto sabía yo y dígovos que assí es, que agora conviene de ser
valiente. Que por
cierto no partiréis de aquí sin mí y yo vos quiero complir lealmente
matrimonio. Mas yo os
digo que pongáis dos cavallos a ciertos passos y todas cosas
necessarias con que podamos
salir de Francia, y seremos fuera de todo peligro. Mas dos cosas
quiero que me prometáis, la
primera, honestidad de mi persona fasta nuestro leal matrimonio; la
ii, que Isabel aya parte de
quantos bienes avremos nosotros. Y no quiero otra cosa sino que
nuestra partida sea breve.
Y París, que veía la voluntad de Viana, en breve fue su pensamiento
deliberado y prestamente
se partió de allí por dar complimiento de aquello que Viana le avía
dicho. E habló primeramente con un su amigo lIamado Jordi y díxole:
_Yo querría que tú me hiziesses un plazer. Y sepas que yo quiero muy
mal a un hombre de
aquesta ciudad, el qual ha hablado desonor a mi padre, y quiero
provar de lo matar. Y querría que
tú fuesses fasta Aguas Muertas y fletasses una fusta y la tuviesses
presta fasta que yo oviesse
complido mi hecho. Y que te informasses bien de las tierras y passos
y a cada jornada estuviessen
cinco cavallos aparejados para refrescar de cavalgaduras, y cata
aquí hartos dineros que bastan.
Y dixo Jordi que era presto de hazer su mandamiento. Y mucho presto
se partió para
Aguas Muertas y allí halló una galea de la ciudad de Génova que le
paresció que sería mejor
que otro navío y luego la fletó y les dio la mayor parte del
nolito, y aparejó a cada jornada
cinco cavallos muy bien aparejados y paró mientes las tierras y
passos. Y prestamente tornó
a París respuesta cómo todo era muy bien ordenado, si otra cosa
mandava, que él era presto
a su plazer, y París le dixo que fuesse con él. Y prestamente embió
a dezir a Viana que todo
era muy bien ordenado y que aquella noche a la hora del primer
sueño fuesse aparejada. E
París dixo a Jordi que aparejasse quatro cavallos, los mejores del
establo, y armas, y todas
cosas necessarias y muy gran quantidad de moneda secretamente. E
tomaron consigo un paje
que tenían y fuéronse fuera de la ciudad en un lugar secreto, e allí
Jordi y el paje estuvieron
esperando con los cavallos. Y París se fue al lugar donde él sabía y
hizo su señal, e Viana
descendió por una finiestra e Isabel con ella, bestidas como
hombres, y fueron assí a pie
fasta donde eran los cavallos y cavalgaron muy prestamente.
E Jordi fue primero por les enseñar el camino, y vino tan gran
tempestad de pluvia y de
viento que nunca jamás les faltó fasta otro día en la tarde. Y
llegaron en un lugar y no quisieron
ir al mesón, y fueron a una iglesia que era fuera de la villa,
donde no avía sino unpellán, el qualles dio de las cosas que tenía
muy largamente. Y aquí París comió y durmió
con el capellán de fuera y Viana e Isabel dentro de la iglesia. Y
quando fue la mañana, eavalgaron
todos fasta que llegaron a un gran río que venía muy grande por la
gran agua que
avía llovido, y no osavan passar. Y dixo París a Jordi:
_Mira si podrás passar y después passaremos nosotros.
Y Jordi passó por el mejor lugar que a él paresció y como él fue
dentro arrebatólo la corriente del río, en tal manera que él y el
cavallo se ahogaron. E París vio que su ventura le començava
de venir al revés, ordenó de se tornar a la villa y dixo al capellán
que hiziesse hazer
una puente de madera por donde pudiessen passar y no quedasse por
dinero. Y el capellán
con la gente de la villa hizo hazer la puente, y ellos estavan
escondidos en la iglesia.
Y como fue otro día por la mañana, el Dolfín supo cómo su hija Viana
no se hallava, ovo
tanto de dolor que se quiso tomar loco y prestamente hizo ir muchos
cavalleros por muchas
partes y correos, que si la fallassen, que la traxessen sin ningún
escándalo. |
XXIII
Cómo París supo de la gente del Dolfín que los andavan
buscando y lo dixo a Viana
E fue assí que un correo vino allí en aquel lugar donde estavan
París y Viana y andava
preguntando por la villa. No le davan señal ni rastro ninguno y
falló el capellán y preguntóle
el correo si sabía de aquellos que él iva buscando. El qualle
demandó:
_¿Qué gente es esta que tú vas buscando?
Y el correo le dixo que le fazía saber que a otras muchas personas
lo avía preguntado y
que no le sabían dar razón dellos. _Pero quien a estos que busco
ternía encubiertos caerá en
pena de perder la vida y los bienes. Y te digo que aquesta noche o
de mañana serán aquí xxv
cavalleros que los van buscando a estos que yo busco.
E dixo el capellán:
_Dexa hazer a mí, que yo lo pesquis aré y si alguna cosa supiere, yo
te tornaré respuesta.
Y fuesse a la iglesia y halló a París y díxole:
_Señor, agora es venido un correo de parte de Dolfín buscando una
donzella y me parece
que es con vos, y dize que todo hombre que los tenga encubiertos cae
en pena de la vida
y de los bienes, y esta noche o de mañana serán aquí veinte y cinco
cavalleros que los van
buscando. Ruégoos que yo no aya mal por vos.
Y París dixo:
_Esperad un poco y yo os daré la respuesta.
Y entró a Viana con la color perdida e Viana, que lo vida assí,
díxole:
_París, ¿cómo venís assí demudado?
Y París respondió con gran sospiro:
_¡O,
Dios, será complida mi ventura!, mas mucho es triste mi ánima y el
mi coraçón
que tan noble donzelIa como vos sois aya yo metido en tan gran
peligro de muerte. ¡O,
Viana, mucho fue doloroso día aquel que vos hablastes a mí y mucho
es cruel mi ventura!
¡O, Dios todopoderoso!, ¿cómo has hecho andar assí esta mi ventura
al revés? Noble Viana,
aqueste consejo fue bueno para mí y no para ti, que sepas que mucha
gente viene tras nosotros
y si ellos podrán, nos traerán a mortal fin, por que yo no sé qué me
haga.
Y assí se atormentava París muy dolorosamente delante Viana y Viana,
que lo veía cruelmente
atormentado, dixo:
_París, ¿qué ventura es esta nuestra que ha tanto llovido y nos ha
assí estorvado nuestro
camino? Mucho soy triste y dolorosa, mas ruégote, caro señor, pues
assí es, que tú
tomes mi consejo y que agora luego te vayas de aquí, y a mí será
justa escusa.
_E ¡cómo! _dixo París_, ¿que yo vos dexe? Ciertamente yo no lo haré,
que la mi
muerte será assí altamente vengada que por todos tiempos será
memoria.
E Viana le respondió:
_Yo soy muy alegre, que veo que vos sois dispuesto de morir por mí,
mas pues la mi
ventura me quiere dexar la vida, ruégovos no me la quitéis, que si
yo aquí veo morir a vos,
yo misma me mataría, por que os ruego que os vayáis, que aunque mi
padre me vea, por esso
no me matará, por tanto tomad mi consejo.
Y París le dixo:
_Señora, no me podré defender a las vuestras palabras, por que vos
ruego que no
queráis ver la mi fin, ca es muy breve. Y yo seré muerto y vos
seréis fuera de las mis palabras
y seréis hallada sola. Aún podíades aver gran honra.
Y como avía dicho estas palabras, puso mano a su espada y quísosela
meter por el cuerpo
y Viana, como lo vio, fue muy presto y púsole la mano sobre la
espada, y dixo:
_¿ Qué es lo que queréis hazer? ¿Por ventura queréis os matar? Por
cierto, pues que
queréis morir, yo os mataré. Y ¿cómo no sabéis que quien a sí mismo
mata que es homecida
y pierde el cuerpo y el ánima? Y yo no quiero, pues que queréis
perder el cuerpo, que perdáis
el ánima".
Y tomóle la espada de la mano y hizo como que ella le quería dar, y
túvola assí y dixo:
_Por la fe que devo a Nuestro Señor Dios, que si agora luego no vos
partís de aquí, yo
misma me mataré con aquesta vuestra espada y daré mi cuerpo y mi
ánima a perdición, y vos
seréis ocasión de mi muerte.
Entonces dixo París:
_Señora, no lo hagades, que yo haré quanto vos mandéis.
Y con muy gran dolor y con muchos sospiros la encomendó a Dios y se
partió con gran
dolor y pena. E Viana lo besó y abraçó y mucho le rogó que le
hiziesse saber la su ventura que los sus amores
y el matrimonio oue entre ellos era, por r esso
no se amenzuasse. Y porque mejor se le recordasse delta, sacóse
un anillo del dedo en que tenia un rico diamante y diógelo,
que jamás no se lo quitasse de sí. Y assí se partieron y Viana rogó
mucho a Nuestro Señor
Dios que algún tiempo gelo dexasse ver, assí como ella desseava. |
XXIV
Cómo París se partió de Viana y se fue para Génova, y cómo ella
fue tornada delante de su padre, a la qual mandó meter en
prisiones
E París se partió con su paje y fue a su ventura y después que el
agua fue menguada, él
passó y fuesse a Aguas Muertas, y hasta allá avía dos jornadas sin
comer y bever. Y halló la
galea y hízola presto partir y nunca hasta Génova habló tres vezes,
y assí los de la galea lo tenían por loco Y allí en Génova descendió luego de la galea y fuesse a
bivir en una calle que avía nombre Sant Sixto, y aquí se dava muy
cruel y muy dolorosa vida.
Y quedó Viana e Isabel assí como la su ventura quería, que se
tornasse a la merced de su padre. Y dixo al abad:
_Haz aquí venir al alcalde que me busca.
Y luego el alcalde vino y le dixo cómo el Dolfín le hazía buscar a
muchos cavalleros. Y Viana respondió:
_Anda, fazlos venir y diles cómo me has hallado.
Y luego los cavalleros vinieron y Viana les dixo:
_Pues que sois venidos, cavalguemos prestamente.
Y por mayor escusa llevó consigo al capellán y fueron delante del
Dolfín, el qual no le
hizo mucho buena cara de su venida. Y apartó al capellán e assí le
preguntó cómo era su hija Viana venida en su casa. El qual le contó
toda la verdad y honestidad de Viana y cómo el caballero
que la llevava dormió con él aquella noche, y Viana e Isabel avían
dormido en la iglesia.
_y como el vuestro correo entró por la villa, él se partió y entró
por una gran agua, de que yo creo que él se ha ahogado y ciertamente yo no hago estima de su
vida.
Y otrosí Isabel dixo en cómo ella era
limpia de aquel pecado como el día que nasció . Y entonces el Dolfín dixo al capellán que aquello fuese secreto y le
dio dineros con que se tornasse.
Y el Dolfín quedó muy triste de aquella desventura que le avía
venido y fizo meter a su padre de París en prisión y le tomó todos sus bienes, al qual Eduardo
vía cada día y le ayuadava
de muchas cosas que avía menester. El cavallero le rogava que si
podía saber alguna cosa de París, que se lo dixesse. Y
assí estuvo su padre de París un gran tiempo en aquella
prisión con muy dolorosa vida. Y Viana estava en aquella cámara con
gran dolor pensando
en la ventura de París o qué sería acontescido dél.
Y a cabo de un gran tiempo el Dolfín dixo a su muger que tiempo
sería de aquí adelante
que tomássemos a Viana a su estado, y encontinente fue hecho. |
XXV
Cómo el Dolfín sacó a Viana de la prisión y la puso en su primera
libertad
Y el Dolfín, viendo que su hija estava triste, díxole:
_Hija, alegraos y de aquí adelante no penséis en lo passado.
Y Viana que oyó aquesto dixo:
_Señor padre, si vos queréis que a mí no se me acuerde de lo
passado, ruégovos que si
gracia me avéis de hazer, que queráis sacar a su padre de París de
la prisión, el qual en este
hecho no tiene culpa ninguna.
Y el Dolfín, por complazer a su hija, luego hizo sacar el padre de
París de la prisión y
tornóle todo quanto le avía tomado muy largamente, de lo qual Viana
ovo muy gran plazer y
alegría. Y cada día hablavan con Eduardo que si alguna cosa de París
supiesse que gelo hiziesse
saber. Assí pasaron muchos días que ella estava en pensamiento.
y París era en la ciudad de Génova fuera de toda su esperança y de
todos sus plazeres.
Era tanto fuerte en su pensamiento en el fecho de Viana a qué fin
podría ser venido y también
de su padre y de sus cosas, y puso su amor tan fuerte en Jesuchristo
que era una gran maravilla,
y por todos los mejores y nobles hombres de aquella ciudad era amado
y tenido en muy
gran estima. E un día vínole en voluntad de saber qué era de Viana o
de su ventura y ordenó
de embiar un correo con dos letras, una a su padre y otra a
Eduardo, que dezían assí: |
XXVI
Cómo París escrivió a su padre
«Señor padre, la vuestra
esperança me haze estar en gran pena y
ruégoos que me perdonéis
la mi loca empressa, la qual me es muy dolorosa no sabiendo lo que
por mí vos ha
venido. De mi ningún buen conorte no vos puedo escrevir, salvo que
me ha quedado la mezquina
vida, y perded toda esperança de mí, que jamás no me veréis ni tengo
de tornar. Buscando
la más larga tierra del mundo todo, me parné en estraña religión,
porque no sepan
nueva de mí. Y porque no quedéis sin
hijo, a mi caro amigo Eduardo vos dexo en mi lugar y
quiero que sea vuestro fijo, assí en muerte como en vida y en
heredamiento como si fuesse
yo mismo. Y otro no vos hago saber, sino que aya vuestra gracia y
perdón.»
La carta que embió a Eduardo dezía assí: |
XXVII
Carta de París para su amigo Eduardo
«Especial amigo y hermano mío, París, el qual es muy doloroso, vos
saluda mucho, el qual
es en una estraña tierra y lugar. Mas ruégote que por el mi
apartamiento el nuestro gran amor por esso no se pierda y ruégoos
que les queráis dar consolación a mi
padre y madre, y mucho te
encomiendo a Viana y ruégote que me escrivas de la ventura suya y a
qué fin es venida. Y dile
de mi parte que yo soy bivo y que le ruego que no se aconseje más a
su daño, que la su honra
sería mía, pues que Dios no ha querido cumplir mi desseo, llevarlo
he en paciencia. Y jamás yo
no pienso que me veas, y Dios sea contigo en el acrescentamiento de
honor y victoria»
Aquestas letras hechas', embiólas a Eduardo, el qual luego las
enseñó a su padre y a
Viana, con las quales ovieron tanta de consolación de saber de la su
vida. Como supieron que
era vivo, oviéronlo por una gran maravilla y prestamente le escrivió
una letra cómo Viana lo
embía mucho a saludar y que le rogava que no se partiesse de allí.
«y te hago saber en cómo Viana ha estado en prisión y tu padre
también, empero agora
es tomada en su estado y ha sacado a tu padre de prisión y le ha
hecho tomar todos sus bienes,
y no tenía otra esperança sino la tuya. Embía a dezir que te
esfuerces bien y aún tiene ordenado
de embiarte seis mil ducados con rigoponça y que tomes plazer y
escrevid continuamente,
que assí haremos nos a vos. Y Dios sea con vos. Escrita en la ciudad
de Viana.»
Y luego dio las letras al dicho correo y en pocos días las dieron
a París, el qual ovo tan
gran plazer como si todas las cosas del mundo oviesse complidas,
como supo que eran salidos
de la prisión y que eran tomados en sus estados. Y luego tomó casa
en una honrada calle y arreósse muy altamente, con
los ciudadanos tomó gran amistad y compañía. Assí estuvo
un gran tiempo, no partiendo el coraçón ni la esperança de Viana. |
XXVIII
Cómo el Dolfín quería casar a Viana con el hijo del Duque de
Borgoña
Y después el Dolfín, considerando que Viana avía catorze años,
embió a dezir al
Conde de Flandes, su suegro, que quería casar su hija y que después
de su muerte hazía heredero
del Dolfinazgo aquel que fuesse su yerno. Desto el Conde hovo gran
plazer y luego
acordó de dos parientes: el uno era sobrino del Rey de Inglaterra y
el otro hijo del Duque de
Borgoña'. Considerando el provecho, parescióle que era mejor el
hijo del Duque de Borgoña
y luego escrivió al Dolfín y al Rey de Francia que quál les parescía
lo mejor, e todos
acordaron que el hijo del Duque de Borgoña. Y luego el Conde començó
a tratar el casamiento
de Viana, y en poco tiempo lo acabó y hízolo saber al Dolfín que
todo era presto y
que aparejasse todas las cosas. Y el Dolfín luego hizo aparejar muy
gran fiesta y muchos juglares
y todas cosas necessarias muy altamente, y embió al Conde que todo
era presto porque
quando le pluguiesse hiziesse venir su yerno.
Y el Conde luego escrivió al Duque de Borgoña que prestamente le
embiasse a su hijo,
y luego el hijo del Duque partió muy ricamente aparejado y con mucha
y noble gente y fuesse
a Flandes. E aquí el Conde le hizo gran fiesta y luego embió al
Dolfín con su hijo. E
como fue cerca de la ciudad de Viana, el Dolfín hizo aparejar la
fiesta con muy gran alegría.
Él y su muger entraron a Viana, su hija, y dixéronle: |
XXIX
Cómo el Dolfín y su muger hablaron a Viana haziéndole saber el
casamiento que le avían tratado y de la respuesta della
_Dulce hija, a Dios plugo que nos estuviéssemos siete años sin hijos
y a cabo de
ocho años Nuestro Señor Dios nos consoló de vos, y nos vos avemos
tenido todos tiempos a
vuestro plazer. Agora es venido el tiempo de vos dar marido, del
qual esperamos de aver gran
honra, porque nos, en nombre de Nuestro Señor Dios y de la Señora
Nuestra Sancta María,
avemos fecho matrimonio con vos al hijo del Duque de Borgoña con que
ayáis plazer y rogamos
a Dios que os dé buena ventura.
E Viana con gran dolor dixo:
_Señor padre y señora madre, un don
vos demando, que vos plega que agora no me
querades constriñir, que yo só deliberada de no aver aqueste ni otro
por marido, sino aquel
que Dios querrá.
Y el Dolfín pensó que lo dixesse con ignorancia y toda aquella noche
no fizieron sino rogarla,
y jamás pudieron con ella que aceptasse matrimonio. E otro día por
la mañana el hijo
del Duque, que avía de ser el desposado, entró muy honradamente en
la ciudad, al qual fue hecha una gran fiesta. Y el Dolfín luego de
presente puso una
escusa diziendo que su hija
era resfriada y se sentía enojada un poco, por que le rogava que no
se enojasse. Y assí lo detuvo
bien doze días con gran fiesta y cada día no hazía sino rogar a
Viana que otorgasse el
matrimonio. E Isabel díxole que no quería sino a París, de la qual
nueva el Dolfín fue
mucho enojado y díxole:
_¡Triste y malaventurada!, ¿piensas que yo no conozco las tus
maneras'? Que yo te
juro que antes te arrojaría a las paredes que no viniesses a casar
con él. Y yo te juro por Dios
que con cruel pena sosternás la vida. Mas el traidor meresce mucho
mal, mas si Dios me lo
dexa aver, yo le haré que perros le coman sus carnes.
E luego de presente hizo quitar el comer a Viana, salvo que le
diessen una vez al día pan
y agua. Y Viana le dixo:
_Yo veo que mucho mal me queréis hazer, por que agora vos digo que
no ay cosa en el
mundo que yo tanto ame como a París, y aún vos digo que él
rescibiría la muerte por mí y yo
por él. E vos por no querer arnenguar un poco de vuestro linaje y
voluntad que vos sería
mucho mejor y quitaríades de vos gran enojo. |
xxx
Cómo el Dolfín despidió al hijo del Duque y metió a Viana y a
Isabel en estrechas prisiones
El Dolfín, veyendo que Viana estava assí fuerte en el amor de París,
dixo al hijo del
Duque que avía de ser su yerno:
_Señor, yo veo que mi hija estará mucho en sanar de la enfermedad,
por esso vos ruego
que os tornéis, que quando ella será tornada en su sanidad,
tornaremos a fazer nuestro matrimonio.
Y diole muy preciosas joyas y mucha moneda, y el hijo del Duque
fuesse para su padre
y le contó todo el hecho.
Y el Dolfín hizo venir un maestro de hazer casas y dentro en el
palacio mandó hazer una capilla debaxo de la tierra, bien cerrada,
que no pudiesse entrar aire ni frío, y dentro hizo metera Viana y a
Isabel sin ninguna ropa ni otra cosa ninguna. Y allí les hazía dar de comer y bever
una vez solamente pan y agua, y todo esto passava Viana y comportava
por amor de París.
Y el hijo de Duque de Borgoña, sabiendo la gran fermosura de Viana,
estava muy encendido
en el su amor. Y un día partiósse secretamente de su tierra y fuesse
al Dolfinazgo por
saber qué era de Viana. y el Dolfín lo rescibió muy honradamente y
le dixo cómo Viana no
era aún sana. Y el moço le dixo:
_Señor, ruégovos que yo la vea assí como está.
Y el Dolfín, veyendo aquesto, díxole:
_Hijo, pues assí es no vos quiero tener más en largas. Fágovos saber
que la voluntad de
Viana no es de tomar marido ni por amenazas ni por otra cosa, y
después que partistes está en
prisión, y no come sino una vez al día tan solamente pan y agua, y
estará fasta que lo aya
otorgado.
Él dixo:
_Señor, ruégovos que yo hable con ella y rogalla he onestamente que
lo quiera fazer.
Y luego la señora Diana embió a dezir a Isabel que rogasse a su hija
Viana que otorgasse
aquello que su padre le mandava. Y embióle una cota que se
vestiesse y una gallina con
que se confortasse, que bien avía seis meses que no avía comido cosa
caliente. Y Viana dixo:
_Entonces yo creo que la señora mi madre piensa que por aquesta
gallina tengo yo de
mudar mi voluntad, mas por Dios lo juro que yo no lo haré por
ninguna cosa.
Y hizo como que la echava, y dixo a Isabel:
_Agora pues que assí es, di a mi señora que aquesta habla yo no
quiero que sea sino de
aquí a quatro días y será bueno que esté allí el Obispo de Sant
Lorenço.
E Isabel dixo esto a la señora Diana. E Viana tomó aquella gallina y
partióla por medio y
tomó cada una de la meitad y púsosela debaxo de los sobacos, y assí
estuvo hasta quatro días,
hasta que el hijo del Duque de Borgoña y el Obispo de Sant Lorenço
la vinieron a hablar.
Y entraron en la prisión e abrieron una tapia por donde entraron, y
fue abierta una finiestra
por do podía entrar claridad y aquel gentilhombre muy graciosamente
la saludó y díxole:
|
XXXI
Cómo el hijo del Duque, estando presente el Obispo de Sant
Lorenço, habló con Viana y de la respuesta que ella dio
_Dulce Viana, ya sabéis que vuestro padre vos ha casado comigo, ¿por
qué razón estáis
que no queréis? ¿Habéis miedo que estando comigo vos no podéis
servir a Dios? Yo os prometo
a Dios que como seáis mi muger, yo os daré licencia que hagáis
estrecha vida en
qualquier manera que vos queráis, por que mucho os ruego que me
digáis vuestra voluntad.
E Viana le dixo:
_Señor, bien veo que yo soy casada salvante vuestro
honor, mas no sois vos aquel
que yo tengo en coraçón. Y aún más, que yo no soy para estar en el
mundo ni que ninguno
pueda estar cerca de mí, y si fuesse cosa honesta, yo vos mostraría
las mis carnes, mas allegad
acá y mostrarvos he qué sale de mi cuerpo.
Y ellos se allegaron a ella y sintieron aquel gran hedor que le
salía de lo que tenía debaxo
de los sobacos, y hedía tan malamente que no lo podieron sufrir, y
súpitamente se partieron
de allí. Y como Viana vido que avían olido tanto de aquel hedor,
díxoles que se
fuessen en buen hora: _Que ya vedes cómo soy medio podrida!".
Y el fijo del Duque de Borgoña y el Obispo ovieron della muy gran
compassión y pensaron
que aquello le venía de muy gran santidad. Y luego encontinente el
moço tomó licencia del Dolfín,
como más presto pudo se fue para su tierra y contó todo lo que avía
acontecido a su padre, assí
que por toda Francia fue tenida por gran santidad aquella vida que
hazía Viana'". y entonces el
Delfín juró que no saldría sino muerta o ella se tomaría a su
voluntad, y hizo que le diessen menos
de lo que le solían dar a comer, mas Viana, por amor de París, todo
lo comportava.Y París, que
avía sabido por una letra que le avía escrito Eduardo, su compañero,
que el Dolfín avía dado marido
a Viana, el qual era hijo del Duque de Borgoña, y que se esperava
cada día de ser novia, ovo
muy gran desplazer, y por otra parte ovo plazer en pensar que ya,
pues ella tenía marido, que avría
fin su amor, que ya harto le bastava lo que él avía hecho. Mas con
todo esso escrivió a Eduardo rogándole
que le hiziesse saber el día de la fiesta de Viana y de su
bendición, porque él no la pensava
jamás ver, mas avía plazer de saber la su fiesta, y que él entendía
de ir fasta Roma y luego tomar
en Génova, por que mucho le rogava afectuosamente que le escriviesse
todo el hecho de Viana.
|
XXXII
Cómo Eduardo hizo una mina por la qual podía hablar con
Viana y ayudarla en su necessidad
Eduardo pensó que mientra París sería en Roma cómo podía ayudar a la
gran necessidad
de Viana por amor de París y ordenó de fazer una capilla dentro en
una iglesia que era cerca de la prisión donde estava Viana y mandó
cavar tan fondo fasta que falló sus fundamentos
de la prisión donde estava Viana y él mismo fizo allí una finiestra
por donde podía hablar con
Viana. Y le preguntó cómo estava, la qual fue visitada dél y ovo
tanta consolación que como
vio a Eduardo fue muy maravillada. Y ella le contó la manera que
avía tenido con el hijo del Duque de Borgoña y la cautela que fizo con la gallina, y mucho le
rogó que siempre escriviesse
a París cómo ella lo saludava y cómo avía gran des seo de lo ver.
Y Eduardo por aquella finiestra le
dava cada día de comer buenas viandas y lo que avía
menester con que pasasse su vida. Empero él solo tenía la llave de
aquesta capilla y ninguna
persona entrava sino él. E luego él escrivió una carta a París en
que le hazía saber la manera
que Viana avía tenido con el hijo del Duque de Borgoña, que ella no
avía otra esperança sino
la suya y lo saludava mucho. |
xxxIII
Cómo París sabiendo la prisión de Viana determinó de se ir
donde no pudiesse saber nuevas dél
Quando fue venido París de Roma, falló aquella letra y leyóla, y
tomó tanto dolor que
se quiso tornar loco en saber estas nuevas, que ya él pensava que
ella oviesse tomado marido
y él creía que ya avría fin su amor. Y uvo gran dolor en saber que
Viana estava en
aquella manera y propuso que, pues assí era, de no estar en lugar
donde supiesse ningunas nuevas de Francia. Y oyó dezir que en
Venecia se armavan galeas para andar en Ultramar
e luego se fue para Venecia. Y como aí fue, ya las galeas eran
partidas tres días avía ya y
pensó que aquella era una de las sus contrarias venturas, y tornóse
en Génova y allí esperó
una nao que avía de ir en Ultramar.
Y estándose para partir, escrivió una letra a Eduardo en que le
hazía saber la su partida
y que de allí adelante no fiziesse cuenta dél, sino como si fuesse
muerto y mucho le
encomendó a Viana y la consolación de su padre y de su madre. La
qual letra ovo
Eduardo y la enseñó a Viana, la qual tomó tanto de dolor y hizo
cuenta como si fuesse
muerto. Y assí quedó Viana muy triste y mucho dolorosa en aquella
prisión por la partida
de París.
Y París se entró en aquella nao con su paje y fueron en
Costantinopla, que era una gran
ciudad de los griegos, y aquí París preguntó por el camino de
Çati y de las Indias y deprendió
a hablar griego y morisco, por tal que ninguno le entendiesse su
lenguaje. Y después
de dos años, él y su paje aprendieron muy perfetamente aquel
lenguaje y entonces
París mudó las vestiduras y dexóse crecer las barvas, que parescía
que fuese moro. Y fuesse en las Indias de Vescatani y Ornesa y pasósse en las Indias
del Preste Juan y allí
estuvo algunos días. |
XXXIV
Cómo el Dolfín disfraçado passó en las tierras del Soldán donde
fue conoscido y preso
En aquel tiempo era en el pontificado el papa Inocencio, que era muy
sancta persona, y
en el reino de Francia y toda la christiandad avía paz. Y el Santo
Padre ordenó y dio la cruzada
contra los moros , y desta cruzada y armada fue regidor y cabeça
el Rey de Francia, el
qual avía gran devoción de ir en aquella conquista. Y luego
encontinente embió por el Dolfín
de Viana que viniesse a él, y como fue venido, el Rey le dixo:
_Godofre, entre todos los otros de mi parentesco yo no siento más
sabio ni en quien yo
pueda mejor fiar que en vos. Agora vos hago saber en cómo el Papa ha
ordenado la cruzada
contra los moros y contra el Soldán de Babilonia, por lo qual
queríamos que pasássedes allá
y que vos os informássedes de aquellas tierras y que digáis a los
christianos que allí están que
sean apercebidos para quando será el honor de la santa cruz. Y de
las otras cosas que menester
serán dexad a mí el cargo, que con la ayuda de Dios yo les daré
recado a todo lo que
fuere menester.
Y el Dolfín sin detenerse fue para su casa y dixo que quería ir en
peregrinaje, e tomó
de la moneda y subió en una nao en forma de peregrino, y pasósse en
Suria secreto. Mas no
le aprovechó nada, que el Soldán tenía en Roma una espía, la
qual le hazía saber todos los
hechos y la ida del Dolfín. Y el Dolfín fue en la ciudad de Damasco
y en Jerusalén y por
todos los lugares ordenó muy sabiamente todas las cosas.
y como fue en una ciudad que se llamava Rama, que es cerca de
Alcaire, el Soldán
hizo prender al Dolfín y luego le descubrió todo aquel trato que
estava ordenado sin ningún
tormento. Y el Soldán hovo de acordar de no le matar, mas embiólo en
Alexandría con buenas guardas y mandó que fuesse metido en una cruel
prisión. Y aquí estuvo, que no avía esperança
a de salir sino muerto.
|
XXXV
Cómo París tomó amistad con los falconeros del Soldán
E
París estando en la isla del Preste Juan, que avía andado a Tauris y
Baldach y todas
aquellas tierras, tornóse a la vía de Damasco. Y como fue en aquella
ciudad faltóle la moneda
y viendo que era tornado hazia poniente, tomó en coraçón de ir a
Jerusalén a visitar el
Sancto Sepulcro y los santuarios, y entonces rogó mucho a Nuestro
Señor que le diesse consolación
y salvación a Viana. En aquellos lugares santos hizo muchas
oraciones a Dios que
le ayudasse y vínole en coraçón de ir a ver a Babilonia. Y como fue
allá no le quedaron sino
muy pocas joyas. Y estando en una posada a muy poca costa, muy
triste de la su ventura y de Viana, cómo le era estado contrario. Y cada mañana salía fuera
de la ciudad a tomar deporte a los jardines que avía. Y allí vinieron muchos falconeros
al deporte, entre los
quales halcones avía uno que estava mal, el qual falçón el Soldán
amava mucho. Y París les
dixo un día:
_Esse falçón me paresce que ha mal de
piedra.
Y dixéronle los falconeros:
_Muchas
cosas le hemos hecho y no aprovecha nada.
Y díxole París:
_Hazed lo que yo vos diré y dádgelo a comer con el pasto, que esto
le sanará si alguna
cosa lo ha de sanar.
Y los falconeros por probar hiziéronlo assí. A cabo de pocos días el
falçón fue sano y
estos falconeros entonces tomaron con París muy grande amistad y le
hazían muchos plazeres, y el Soldán, por amor del falçón y de
aquellos falconeros, hizolo almirante.
Y estando assí un día dixo a unos frailes:
_Vosotros, frailes, que sois de poniente, que tenéis al Sancto Padre
y tantas santidades, y
ciudades y villas y lugares y tanta moneda, mucho me maravillo, si
esto es verdad, que comportéis que canes señoreen estas tierras y estas sanctidades que acá son.E
un fraile dixo:
_Señor, grandes guerras ha havido en las partes de poniente y es
esta la causa, por que
ha estado descubierto un gran trato, que un gran señor de poniente
era venido acá por espiar
estas tierras, y el Soldán lo supo y tomólo preso, y lo embió en
Alexandría y está en cruel
prisión, de que es estado gran daño a los christianos.
Y dixo París:
_¿Quién es esse señor?
Dixo el fraile:
_Es micer Godofre de Alansón, Dolfín de Viana.
Y París no mostró que se diesse nada por ello y pensó que la su
ventura era llegada, y
dixo él al fraile:
_¡Por mi fe!, yo avría gran plazer de verlo. Y si vos queréis venir
comigo, hablaremos
con él, que yo no sé la su lengua y vos la sabéis, y avremos gran
plazer.
Dixo el fraile:
_Yo soy contento.
Y París estonce se fue a sus amigos los falconeros y díxoles cómo él
se quería partir, y
que avía menester un mandamiento del Soldán que pudiesse ir seguro
por toda su tierra. E
luego los falconeros dixeron al Soldán lo que París les demandava y
el Soldán, por amor del
falçón, le hizo presto su mandamiento, que pudiesse andar y estar
por toda su tierra y le diessen
todas las cosas necessarias a su voluntad. E fue firmado aquel
mandamiento de las
manos de los quatro depurados con muchos mandamientos y como más
firme y fuerte pudiesse
ser.
Y el Soldán fizo traer de muy hermosos vestidos de oro y lo mejor
que pudo, le dio de
sus dineros gran cantidad y cavallos y todo lo que avía menester. Y
él tomó licencia del Soldán
y fuesse con el fraile en Alexandría, y allí mostró su mandamiento
al Almirante de Alexandría,
el qual, como vio tan fuerte el mandamiento, cumpliólo luego
encontinente y le hizo
muy gran honra. |
XXXVI
Cómo París habló con el Dolfín y de la manera que tuvo para le
sacar de la prisión
E
París, que mucho desseava ver al Dolfín, fuesse un día a la
prisión y preguntó a la
guarda quién era el prisionero y si sabía fablar la lengua morisca,
y dixéronle las guardas que no, mas que muchos farautes aí avía con quien podía hablar.
Entonces dixo París:
_Yo me verné acá cadaldía'? a hablar con él y traeré comigo un
faraute, que gran plazer
avré de hablar con él.
Y partióse de allí. Y otro día por la
mañana vino con él el fraile y díxole que lo saludasse de su parte,
y el fraile no pensava que París supiesse la lengua de Francia. Y
díxole las saludes
de París y cómo él era de coraçón y de voluntad christiano, que avía
hecho mucho bien
a christianos y que no era allí venido sino por él y por consolarlo,
y muchas buenas palabras le
dixo. E París, queriendo saber qué era de Viana, hízole demandar si
havía muger, hijos o hijas.
y el Dolfín començó a llorar y contóle cómo avía muger y una fija,
la qual estava en prisión, y
le contó toda la verdad y ventura de Viana. Y allí hablaron de la
mucha cortesía de los de poniente,
tanto que el Dolfín le paresció que fuesse fuera de la prisión,
tanto lo consoló París. Y
díxole al Dolfín el fraile que mucho más bien avía en aquel buen
hombre que no él dezía.
E assí se partieron y París dixo a las guardas que muy gran plazer
avía tomado en hablar con
aquel, por que les rogava que le ayudassen a passar la su vida y que
le hiziessen buena compañía,
y ellos, por amor de París, muchas vezes le mejoravan la vianda. Y
un día París dixo al fraile:
_Por cierto, gran compassión he de este hombre, por que vos digo que
si vos queréis
venir comigo, yo le delibraré de prisión, pero he duda de una cosa,
que como fuesse en su tierra
no me baldonasse. Y yo no he ningún oficio de que pudiesse bivir y
antes que yo le saque
querría que me prometiesse y jurasse de me mantener.
Y dixo el fraile:
_Esso es gran peligro, empero yo aparejado soy de morir por tal cosa
y yo le hablaré de
buena voluntad.
Y luego el fraile se fue para la prisión al Dolfín y díxole cómo
aquel buen hombre lo querría
librar de prisión. _Mas que tiene duda que quando serés en vuestra
tierra no lo baldonéis.
Y el Dolfín dixo:
_Yo le dó muchas gracias a él y a vos, que esta es muy peligrosa
cosa y no lo merezco
que hiziesse tanto por amor de mí, pero me plazería, si tan gran
peligro no fuesse. Pero dezilde
que no dude que yo soy aparejado de jurar sobre el cuerpo de
Jesuchristo que si él me saca de
aquesta prisión, yo le faré señor de todo mi Dolfinazgo, solo que
muera en tierra de christianos.
Y el fraile tomó esta respuesta a París y luego mandó consagrar el
cuerpo de Jesuchristo.
Y fueron a la prisión y allí el Dolfín juró que él haría todas las
cosas que él demandasse,
y en señal de amistad él rescibió aquel sancto sacrificio, y París
de presente se partió de allí
con el fraile. Y pararon mientes hazia la mar y hallaron un navío de
genoveses que passava
a tierra de allende que vogava con pocos remos. E París habló con el
patrón y díxole lo que
quería fazer del Dolfín, y diole gran suma de moneda y que los
quisiesse llevar, y aún le hizo
muy gran proferta de parte del Dolfín, en tal manera que el patrón
lo otorgó de llevar.
E París luego se tomó a la ciudad donde estava en prisión el Dolfín
y buscó tenazas y
martillo y otras cosas que eran necessarias con muchas buenas
viandas y mucho buen vino.
Y él se fue a las guardas y díxoles:
_Señores, pues tanto de plazer me avéis hecho, de mañana yo me
parto, porque aquesta
noche yo querría tomar plazer con vosotros.E dioles muchas de
viandas y muy buen vino. Y como vino el primer sueño fueron todos
embriagados de sueño y de vino, estavan quasi todos muertos. E París
tomóles las llaves de la prisión y dixo al fraile que desferrase al Dolfín tan
secretamente como podiesse y que
él ternía mientes a las guardas, que si se moviessen, que él los
mataría, y si no se moviessen,
que él no les haría mal ninguno. Y el fraile abrió la prisión y
desferró las manos y los pies al
Dolfín y lo vistió en forma de moro.
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XXXVII
Cómo el Dolfín y París y el fraile entraron en el navío y hizieron
vela para Chipre
Saliéronse todos de allí y fuéronse a la ribera de la mar, y allí
ellos entraron en el navío
con muy gran alegría, el Dolfín, y París, y el fraile y el paje de
París y hizieron vela. Y Nuestro
Señor Dios les dio tan buen tiempo que jamás no pararon fasta
Baruch, y allí descendieron
en tierra _que entonces Baruch era de christianos_ y el Dolfín tomó
tanto plazer
quanto pudo, y allí se hizo prestar moneda. Y partieron de allí y
fueron a la isla de Chipre,
donde era rey uno que era de la casa de Francia, y conosció al
Dolfín y hízole muy gran
honra y diole mucha de su moneda. Y diole dos galeras que lo
truxeron fasta Aguas Muertas
y fueron en el Dolfinazgo con muy grandíssima alegría. E fueron
recebidos honradamente y
con muy gran plazer y con gran fiesta, y duró bien veinte días.
E Diana, veyendo al Dolfín, tomó consolación y alegría de su venida.
Y un día el Dolfín
hizo llegar toda su gente y díxoles:
_Señores, por vuestra cortesía vosotros avéis muy gran plazer de
nuestra venida, por
que os ruego muy mucho que deis gracias a Dios Nuestro Señor e
después a aqueste buen
hombre. Y todo quanto esperavais de mí y de mi señorío quiero que
ayáis en aqueste christiano
estrangero, el qual me delibró y ha sacado de prisión, que quiero
que en mi vida y después
de mi muerte aya mi señorío, y aún le quiero hazer mucha honra como
a cosa sancta,
que él es el mejor hombre y más santo de todo el mundo.
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XXXVIII
Cómo París rogó al Dolfín que sacasse su hija de prisión y gela
diesse por muger
Ansí que el Dolfín y toda su gente estavan a plazer y honor de
París, y él escuchava y
veía y jamás nunca fablava. Y dixo al fraile que dixesse al Dolfín
que aquella fija que tenía
en prisión que la sacasse y que la perdonasse y se la diesse por
muger. Yel fraile lo dixo al
Dolfín y el Dolfín dixo:
_Yo soy muy bien contento, mas yo no puedo hazérselo otorgar por
fuerça.
Y embióselo a rogar con el fraile y con el Obispo de Sant
Lorenço y
que ella lo quisiesse otorgar y tomar por marido, y porque lo
otorgasse luego les otorgó y les dava todo su Dolfinazgo.
Y el fraile y el Obispo fueron a la prisión y dixéronle cómo su padre
la perdonava y
que quisiese por marido aquel buen christiano que avía sacado a su
padre de cativerio, que él
era de noble sangre y de buen lugar. E Viana, que gran tiempo avía
que no avía visto gente, alçó los ojos al cielo y dixo:
_De aquesto que mi padre me ha perdonado y quiere que sea en mi
libertad yo le doy
muchas gracias, mas yo no soy para estar en el mundo, que bien lo
sabe el Obispo que aquí
está presente, que él fue aquí con el hijo del Duque de Borgoña y
desde entonces acá siempre
me ha empeorado la llaga . Por esso no só agora para bivir en el
mundo ni menos otorgaría
tal fecho, y dezid a mi padre aquesta mi causa.
y el Obispo y el fraile dixeron aquestas palabras al Dolfín, y el
Obispo dixo que verdaderamente
ya era medio podrida. Y París, que sabía por una letra de Eduardo,
su compañero,
todas las maneras que Viana avía tenido con el hijo del Duque de
Borgoña, dixo que en todas
maneras él quería hablar con ella. Y tornáronse todos tres allá a la
prisión donde Viana estava
e París hizo que el fraile la saludasse dulcemente y que le dixesse
de su parte:
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XXXIX
Cómo París habló con Viana y de lo que ella le respondió
_Señora Viana, ya sabéis cómo vuestro padre vos ha dado a mí por
muger, plégaos que lo
queráis otorgar. Y no vos maravilléis porque me veáis assí, que yo
vengo de buen linaje y de
muy buena gente allá en mi tierra, y si vos supiéssedes quién soy,
creo que os plazería comigo.
Mas aunque por otra cosa ninguna no fuesse sino por ayer sacado a
vuestro padre de la presión,
yo he dexado todo quanto en el mundo avía y me he metido en muy gran
peligro y arrisco, y
por sola aquesta razón vos devríades con buena voluntad de me tomar
por marido.
Y Viana, que era muy mucho discreta,
respondió y dixo:
_Ciertamente yo he muy bien oído y entendido que vos sois de tan
gran valor y de tanta
nobleza y tan virtuoso como ya pueda ser, y que venís de muy buen
linaje y avéis hecho tanto
bien a mi señor padre que jamás yo no sería suficiente de darvos el
galardón. Y sabed, señor,
que no solamente vuestra muger, mas vuestra esclava, mas yo no os
quiero engañar, dezirvos
he la verdad. Y sabed que yo tengo una enfermedad por la qual yo no
soy para estar en el
mundo porque en otra manera yo fuera muy bien contenta. Empero
allegadvos acá un poco
y verlo eis.
Y ella usó con él de aquel engaño que avía hecho con el hijo del
Duque de Borgoña. Y
el Obispo y el fraile y París, todos tres, se llegaron allá y
sentían aquel tan gran hedor que
apenas podían allí estar. E París no mostrava que sentía cosa
ninguna. E Viana le dixo:
_Señor, ¿este hedor no lo sentís vos?, yo creo que devéis estar
resfriado.
Y París dixo al fraile:
_Yo de aqueste hedor que ella dize no siento nada, ni por aquesto yo
no la dexaría
jamás, ni partiré de aquí fasta que ella lo aya otorgado.
Y Viana le dixo:
_¡Por Dios, señor!, vos no queráis
porfiar en esto, si no haréisme
dar con la cabeça
por las paredes fasta que salgan los sesos y vos seréis causa de la
mi muerte.
Y entonces París le respondió y le dixo:
_Señora, no hagáis, que de aquí adelante no vos diré cosa que a vos
no sea en plazer y
voluntad; mas ruégovos que de aquí adelante penséis en esta cosa
fasta de mañana, que yo
me tornaré aquí y darme heis respuesta. Y consejadvos con aquesta
vuestra compañera y yo
le ruego que ella vos quiera dar el consejo.
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XL
Cómo París y el fraile tornaron a hablar con Viana y cómo le
descubrió quién era
E como fue otro día por la mañana, París y el fraile, sin el Obispo,
tomaron a la prisión donde estava Viana. E París dixo que le dixesse el fraile a Viana:
_Señora, ¿qué es lo que avéis pensado deste vuestro matrimonio?
Y ella le respondió:
_El mi pensamiento es este, que quiero complir el voto y promessa
que tengo hecho a Dios.
Entonces dixo París:
_Pues assí es, señora, que vos no queréis hazer por mí ninguna cosa
ni me queréis otorgar por vuestro
marido, que vos plega de traer por mi amor una de mis sortijas.
E Viana, porque no estuviesse más allí importunándola, otorgógelo.
Entonces París, el qual había bien guardado el anillo con la piedra de diamante que Viana le
avía dado a él en la iglesia, sacólo del dedo y diógelo,
y luego encontinente salieron de la prisión. Y París
dixo al fraile:
_Esperadme vos un poco aquí fuera, que quiero tomar a ver qué haze
Viana.
Y el fraile le esperó allí de fuera. Y quando París entró halló que
Viana estava mucho
maravillada de aquel diamante, que ella bien conoscía que era aquel
que avía dado a París en
la iglesia. E París, desque que la vido estar assí pensosa, dixo:
_Señora mía, mucho graciosa y gentil, ¿cómo estáis pensosa?
¿Paréceos que aquesta mi joya sea assí cosa suez? que a lo menos no me digáis muchas
mercedes? Pues ciertamente
ella es la más gentil joya que en toda mi vida aya tenido.
Y Viana, que estava mucho maravillada del diamante, fue mucho más
maravillada de
que vido lo que hablava, que jamás lo avía oído hablar, y de
grandíssimo miedo que ovo
temblava toda. Y París estonces le dixo:
_Señora Viana, tome vuestro pensamiento en alegría, ca yo soy
París, vuestro leal
amigo y servidor, el qual Nuestro Señor Dios ha traído en aquesta
ventura.
Y Viana alçó los ojos al cielo y dixo:
_¡O, Dios verdadero!¿ Y será verdad aquesto que dize y veo o si es
visión o encantamiento?
Y París le dixo:
_¡O, Viana!, no ayáis temor, ca yo no soy visión ni encantamiento,
antes soy París, el qual
vos dexé en la iglesia con Isabel y hize voto y promessa, y vos a
mí, del vuestro leal matrimonio.
Y Viana, que por aquestas palabras que ella sabía que assí avian
passado conosció que
aqueste era París, y por el gran amor que ella le avía, començava de
llorar tan fuertemente
que a malas penas se pudo tener en sus pies, y dexóse caer en los
braços de París. Y París la
confortó lo mejor que pudo, muy dulcemente. Y como fue tomada en su
acuerdo, ella demandava
de su ventura cómo le avía contecido. E Isabel, que era un poco
lexos, vida que
Viana era entre los braços de París, maravillóse mucho y dixo:
_Muy dulce señora, ¿qué es aquesto?
Y Viana le respondió:
_Muy amada hermana mía Isabel, ven tú y avrás tu parte de aquesta
ventura, que assí
también tuya como mía. Cata aquí, aqueste es aquel muy dulce amado
mío, París, que nosotras
amamos y tanto desseamos.
E Isabel luego encontinente lo
conosció, y fue tanta de alegría entre todos tres que no ay
escriptura que lo pudiesse declarar. Estonces París dixo:
_Muy dulce Viana, vuestro padre se
piensa que yo sea persona estraña, por que vos ruego mucho que
vayamos delante dél
Y salieron todos tres de la prisión y
fuéronse fuera, y hallaron al fraile que esperava a Pris, el
qual se maravilló mucho de aquesto, y fuéronse todos
quatro delante del Dolfín. |
XLI
Cómo París y Viana se presentaron delante del Dolfin y cómo le
descubrió quién era demandándole perdón, y del despososrio y
fiestas que hizieron
El Dolfín y su muger que vieron venir a Viana, que avía tres años
que no la avían
visto, comencaron de llorar fuertemente. Y el Dolfín le dixo:
_Dulce hija mía, ya sabéis cómo aqueste noble hombre de buena sangre
y buen christiano
me ha sacado de la cruel prisión de los moros, por esso vos ruego
que lo queráis recebir
por marido.
E Viana le dixo:
_Señor padre, presta soy de fazer lo que vos mandardes y ruégovos
que me perdonéis
las cosas passadas y me deis vuestra bendición.
Y el Dolfín encontinente la abraçó y la besó, y le dio su bendición
y le dixo que de Dios
Nuestro Señor fuesse perdonada. Estonces París tomó una espada por
la punta desnuda y se
fincó de rodillas, y dixo:
_Muy alto y muy noble señor mío, yo vos
ruego caramente que me
queráis perdonar,
ca yo soy París, vuestro servidor, el qual he errado mucho contra
vuestra alteza, mas mi ventura
me ha traído en este passo. Y, muy alto señor, si no me queréis
perdonar, ruégovos que
toméis aquesta espada y tomad de mí la venganca que a vos plazerá.
E quando el Dolfín vio que aqueste era París, estuvo mucho
espantado, que una hora entera
passó que no le pudo hablar, y encontinente tomólo por la mano y
levantólo de la tierra
y lo besó y abraçó, y le dixo que de Dios y dél fuesse perdonado. Y
encontinente lo hizo desposar
con Viana y hizo hazer gran fiesta, la qual duró veinte días, y el
padre y la madre de
París vinieron con gran consolación.
E fue por toda Francia tenida aquesta por muy gran santidad, y por
esto es escrito en la historia y vida del Dolfín y de la señora
Diana su muger. E
París hovo dos fijos y dos
hijas de Viana, su muger. Por estonces el Dolfín hizo herederos a
los nietos, y murió el
padre y la madre de París, y ellos no bivieron después mucho tiempo,
mas aquella vida
fue gran consolación. E después de la muerte de París, quedó
Eduardo, su caro amigo, heredero
de todos los bienes de su padre y madre, y diéronle por muger a
Isabel, la
compañera de la señora Viana, y diéronle muy gran quantidad de
moneda y de joyas y
otras cosas muchas.E París y Viana bivieron por espacio de quarenta
y cinco años y ovieron cinco hijos, y fueron los quatro hijos y una
hija. Fueron muy temerosos de Dios y assimismo bien quistos
de toda la gente, y assí paresció que la su ventura les fue venida
por Dios.
Y por otra parte, París y Viana hizieron muy sancta vida, assí que
después de sus muertes
hizo Nuestro Señor por ellos muchos milagros, y entrambos murieron
en un año. E después
de su muerte sucedieron sus hijos, los quales fueron muy buenos
christianos y hizieron
tantas noblezas que se cree que serán sanctos en paraíso, en la
gloria de Dios para siempre
jamás, amén.
Fue impresso el presente libro de París y Viana
en la muy noble y más leal ciudad de Burgos
por Alonso de Melgar. Acabóse a
viii días del mes de nobiembre,
año de Nuestro Salvador
Jesuchristo de mil y
quinientos y xxiiii
años.
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