LA HISTORIA DEL NOBLE CABALLERO PARÍS y DE LA MUY HERMOSA DONZELLA VIANA
 

I
Comienca la historia de París y Viana, la qual es muy agradable y plazentera de leer y especialmente para aquellas personas que son verdaderos enamorados, según que se sigue en la presente obra

      Quando el rey Carlos reinava en Francia andava el cuento de la encarnación de Nuestro Señor Jesuchristo de mil cc y xxi años, era un dolfín de una ciudad que avía nombre Viana un noble hombre de Francia que se llamava Godofre de Alansón, que era su pariente del Rey de Francia, el qual era muy gran señor y muy amado del Rey de Francia y de todos sus varones y cavalleros, tanto que no hazían ninguna cosa en el reino que él no fuesse llamado a consejo. E como aqueste Dolfín oviesse por muger la hija del Conde de Flandes, la qual avía nombre Diana, que era de tanta belleza y hermosura que bien eradigna de aver aquel nombre de aquella bella estrella, y de entendimiento y de todas noblezas era complida y acabadas.
      Aqueste Dolfín y Diana estuvieron siete años que no ovieron fijo ni fija y eran mucho desseosos de haver hijos con que Dios fuesse servido y que fuessen plazientes a su sancto servicio. E plugo a Nuestro Señor Dios que a los ocho años la señora Diana uvo una hija  mucho bella, por la qual fue hecha muy gran alegría y muy gran fiesta, e hiziéronla baptizar en señal de gran nobleza y pusiéronle nombre Viana, assí como avía nombre la ciudad donde era nascida. Aquesta donzella fue dada a criar a una señora de muy buenas costumbres y de buena vida, la qual avía una fija que avía nombre Isabel, la qualle fue dada por compañera a la fija del Dolfín que jugasse y tomasse plazer con ella, y Ilamávala hermana, y aquesta Viana crecía y multiplicava en muy gran belleza y prudencia. Leer romances y
canciones de tañer instrumentos y dancar y todas cosas en que tomasse plazer le eran enseñadas en tal manera que crescía y mutltiplicava en muy grande y alta belleza. Y como fue de edad de doze años, no solamente en la gracia del Dolfín , mas aún por toda la tierra de Francia y de Inglaterra era tenida por gran maravilla la su hermosura y era demandada por muchos condes y nobles varones de Francia en reqüesta por muger.

      Y aquel Dolfín avía debaxo de sí un noble y gentil hombre y de gran linaje y muy poderoso de castillos y de riquezas que avía nombre Jacobo, el qual avía un hijo que avía nombre París, que era de edad de xxv años, en que era toda su esperança y toda su alegría, y avía muy buenas costumbres en tañer diversos instrumentos. Y como fue de edad de xxv años, fue tan avisado y tan famoso de su persona, que era una gran maravilla, y tenía muchas y muy fermosas vestiduras y assimismo cavallos, y falcones, y lebreles y açotes que fueran bastantes para un gran señor de Francia . Y aqueste era muy bien querido del Dolfín, y del Rey de Francia y de todos los varones y cavalleros, y tenía
muy grande amor y amistad con un moço que era de Viana que se lIamava Eduardo y eran ambos quasi de una edad.
      E assí entre estos dos no avía ninguna diferencia y a muchas fiestas y cavallerías ivan en Francia, e quando estavan en grandes honores y grandes famas, aquestos dos cavalleros llevavan lo mejor de muy gran belleza y muy grandes tañedores de instrumentos y de muy bellos cantores, mas París era más gentil cantor que no Eduardo. Y Eduardo era mucho enamorado de una donzella del condado de Brabant y París aún no sabía qué cosa era amistad de muger, salvo que avía ya un año que era enamorado de Viana, hija del Dolfín de Francia, y quanto más andava, tanto más le crescía el amor de Viana. Mas como París pensava que aquel amor no le era a él igual, como él no era de tan gran sangre ni tan gran linaje como era ella, y no osava descobrir el su secreto a ninguna persona _antes se pensava dexar de esto_ y a ninguno jamás se descobría, salvo a Eduardo, su amigo. Y Viana de aquesto no sabía ninguna cosa, porque París no osava demostrarse assí como los otros varones, que por amor de Viana hazían muchas cavallerías, puesto que París todavía se alegrava del su amor.

II
Cómo París, por servicio de Viana, iva muchas noches a tañer y cantar con Eduardo debaxo de la ventana donde ella dormía y cómo se defendió de aquellos que le querían prender

      E París y Eduardo secretamente ivan adonde Viana dormía y allí cantavan maravillosamente, tanto que cierto si todos los cantos e instrumentos del mundo aí fuessen, a semejanca de los suyos no parescerían cosa ninguna. Y en aquesto tomava el Dolfín y su muger Diana tan gran plazer que era gran maravilla y mucho desseava saber el Dolfín quién fuessen aquellos. E hizo un gran combite y mandó que todos los tañedores de pluma viniessen a aquel combite y como aí todos fuessen venidos y no vinieron aquellos por quien él hazía la fiesta, uva muy gran desplazer el Dq!fín, y avían muy gran cobdicia de saber quién fuessen aquellos tañedores. E Viana estava toda pensosa y dezía a su compañera Isabel:
      _¿Cómo podría ser esto, que cada noche vienen aquí tan maravillosos cantores y tañedores y que no sepamos quién son?, ea ellos por mi amor vienen.
      El Dolfín por hazer plazer a su hija ordenó que diez hombres de los suyos bien armados estuviessen aparejados allá donde aquellos venían a tañer y mandóles que como aquestos viniessen y oviessen tañido, que por grado o por fuerça los truxessen delante él. Y como vino la noche, los dos compañeros, París y Eduardo, vinieron en aquel lugar con un moço que les traía los instrumentos y allí hizieron cantos y sanes tan graciosos y dulces que jamás no fueron
oídos ni ellos tales nunca los avían hecho. E después que ellos ovieron sonado sus bello y dulces cantos, aquellos diez escuderos les dixeron que les convenía ir delante el Dolfín.
      París les dixo:
      _Señores, esperad vos un poco y responderos hemos.
      Y París apartó a su compañero Eduardo y díxole:
      _Ya veis en qué punto somos, y pienso que tú por mí avrás desplazer, mas en ver yo quería primero ser muerto que fuéssemos llevados delante el Dolfín. Y agora, ¿qué consejas?, que assí nos conviene guardar nuestro moço assí como a nosotros mismo, que ciertamente si él fuesse preso, por él seríamos descubiertos.
Eduardo respondió:
      _De mí no tengas cura tanto como de la tu persona.
      Estonces París dixo a los diez escuderos:
      _Dexadnos, por vuestra cortesía, ea nosotros somos por fazer plazer y honra al señor Dolfín y por ninguna cosa iremos ante él.

      Y los diez escuderos le dixeron que por grado o por fuerça les convenía ir delante el señor.
     Entonces cada uno dellos metieron mano por las espadas y aquestos dos, París y Eduardo, no traían sino espadas y broqueles con que se cobrían muy maravillosamente, tanto que todos aquellos diez escuderos del Dolfín fueron acochillados y los hizieron huir. Mas lo más fuerte les fue de les quitar el moço que ellos les avían tomado, empero al fin ellos se fueron sin ningún daño.

III
Cómo el Dolfín y Viana se enojaron mucho por no saber quiénes eran los tañedores

      E quando vino la mañana, los diez escuderos vinieron delante del Dolfín contando el daño y vergüença que ellos havían rescebido y cómo todos eran mal heridos. Y de aquestos el Dolfín fue malenconioso e hizo ir a la otra noche tanta de gente que bien eran bastantes para defenderse de cien hombres, mas no les aprovechó nada, que ellos después no tomaron más allí y tuvieron muy gran secreto de aquesta cosa.
      Y entonces Viana dixo a Isabel:
      _Por cierto, hermana, estas cosas son hechas por algún hombre de valor.
      Y tomóle tanto amor que no podía hablar sino de aquestos tañedores. Y París no se osava descobrir a ninguna persona, pero puso su coraçón de lo dissimular y cada día iva a casa del Obispo de Sant Lorenço, su gran amigo, el quallo rescebía con muy gran honra, y con él passava París cada día su tiempo en gran pensamiento.

IV

Cómo el Dolfín, por alegrar a su hija Viana, hizo pregonar un torneo

      El Dolfín, veyendo que Viana estava penosa como no podía saber quién fuessen aquellos tañedores, ordenó un gran torneo porque Viana se alegrasse, la qual dixo a Isabel que por aquesta fiesta podría ser que ella conosciesse aquellos que tan gentilmente la avían enamorado. Assí que el Dolfín embió por toda Francia e Inglaterra que todo hombre que quisiesse hazer cavallerías por amor de donzellas, que fuesse en la ciudad de Viana el primer día de mayo, que Viana, hija del Dolfín, pornía un escudo de cristal y de muy gran belleza; que el mejor cavallero será
y mejor hará armas, aquel avrá el escudo y una bella guirnalda de Viana.

      Como esto fue sabido por toda Francia e Inglaterra, la mayor parte de los varones de Francia e Inglaterra de edad de xxv o xxx años se aparejaron de armas y de cavallos por ir aquel torneo, especialmente algunos nobles señores de Francia e Inglaterra que eran enamorados de Viana por la su grande hermosura. Los quales eran aquestos: primeramente Felipo de Borbón, sobrino del Rey de Francia; y Eduardo, pariente del Rey de Inglaterra; y Antonio, hijo del conde Isnaldo; y Absalón, nieto del Conde de Provença; Y Giralda, hijo del Marqués de Monferrat; y Alansón, hijo del Duque de Cambes". Aquestos seis cavalleros vinieron por amor de Viana muy noblemente aparejados y muchos otros, los quales eran nombrados.

V
Cómo París deliberó de ir al torneo y de qué manera

      E París, veyendo que assí esta fiesta se aparejava, pensó si iría o no y aconsejóse con su compañero Eduardo. El qual respondió en tal manera: que él iría de muy buena voluntad en su compañía, mas que fuessen secretamente. Y luego embiaron a comprar cavallos y armas y hiziéronse sobreseñales blancas porque no fuessen conoscidos, assí vinieron de cavallos y armas muy gentilmente aparejados. Y el tiempo del torneo se allegava y todos los varones
de suso dichos y aún otros muchos muy bien armados y aparejados, y todos fueron en cinco días y antes dentro en la ciudad de Viana.
      El Dolfín hizo por amor de ellos un gran combite, en el qual comió el Dolfín y Viana, la qual resplandecía de mucha belleza, assí que todos estavan maravillados de su gran hermosura. Y muy grandes sones y músicas eran aquí hechos a gran maravilla, mas Viana ninguna cosa le parescía bien ni le agradavan aquellos sones, que tan dulcemente le avían enamorado los que antes avía oído. Y el día del torneo todo hombre fue muy ricamente aparejado en el campo y cada uno era conoscido por su señal, y París y Eduardo vinieron todos blancos y pusiéronse a una parte del campo, assí como es costumbre; y ninguno no los podía conoscer. Y primero que el torneo se hiziesse, mandó el Dolfín que cada uno hiziesse muestra por sí por el campo y tanto eran ricamente aparejados que todos reluzían de sus armaduras, tanto eran de bellas, assí que todo hombre hablava de aquellos cavalIeros que tan bien aparejados eran. Entonces Viana dixo a Isabel qué le parescía de aquellos cavalleros o ¿quáIes son aquellos que mejor hazen por mi amor?
      _Señora, a mí parece que aquel que trae la sobreseñal con aquella corona dorada y aquel que tiene el león dorado y el campo de oro me paresce que haz en mejor por el amor vuestro que ninguno de los otros.

VI
Cómo se començo el torneo del qual París fue vencedor

      E como todos los cavalleros fueron aparejados para hazer el hecho de armas, vino primeramente aquel de la corona de oro Y vínole a encontrar otro cavallero y firiéronse de tan gran poder que quebraron las lancas, y metieron mano a las espadas y hizieron muy bien sus justas. Y todos a la buelta se hirieron tan fuertemente, que muchos fueron dellos que cayeron en tierra los unos sobre los otros, y muchos que ligeramente se tomaron a sus cavallos.
      Y diéronse tan grandes golpes pechos con pechos, que muchos cavalleros cayeron en un momento en tierra, y cada uno hazía su poder de ayer el honor. Y como fue tarde, muchos de aquellos eran enojados y toman espacio de reposar, mas París más fresco era a la tarde que a la mañana y dava tales golpes que ninguno le osava esperar.
     Y como el torneo fue passado, gran honor y gran precio fue dado al cavallero de las armas blancas, y fue traído debaxo del cadahalso del Dolfín y fuele dado el escudo de cristal y la guirnalda que Viana tenía en la mano. Y luego París se partió con Eduardo y assí secretamente se fueron.

VII
Cómo todos los cavalleros loavan mucho al cavallero no conoscido, y de la discordia que ovo entre ellos, por lo qual el Rey de Francia hizo pregonar otro torneo

      El torneo hecho, grandes loores y gran precio fue dado al cavallero de las armas blancas, mas ninguno no le conosció, y tanto era loado de la su cavallería que muchos eran enamorados dél y el Dolfín y otros muchos desseavan saber quién era. Y cada uno de los cavalleros se tomó a su tierra hablando todavía de la bella justa, y de la gran belleza de Viana y del su saber. En toda Francia e Inglaterra era muy nombrada su belleza, tanto que se levantó entre los varones muy gran contienda y algunos que amavan la hija del Duque de Norrnandía y otros, que eran enamorados de Costança, hija del Rey de Inglaterra, dezían que era mucho más bella que Viana, mas Viana en aquel tiempo era más bella que todas las otras de hermosura y de todas cosas. Assí que mucho gran mal crescía y se metió entre los cavalleros de Francia y de Inglaterra de aquestas tres doncellas.
     Tanto, que un día se levantaron unos cavalleros y dixeron que eran aparejados de provar por fuerça de armas que la hija del Duque de Normadía era la más linda y bella donzella de Francia, y levantáronse otros tantos que mantenían que Viana, hija del Dolfín, era mucho más bella. Assí que Juan de Flandes se ensañó contra Juan, hermano del Rey de Bohemia y se ovieron muy malamente". Y ninguno no podía poner paz, salvo que cada uno mantenía la hermosura de su señora. Tanto, que vino a saberlo el Rey de Francia, el qual dixo que por esta razón se podía seguir muy gran daño de aqueste contraste a estos cavalleros . Y mandoles adereçar y que todos viniessen delante él, que él daría sentencia en aquel en aquel contraste y que serían alegres. La qual cosa plugo a todos y todos vinieron por sus jornadas delante del Rey.
      Entretanto, el Rey pensó cómo av1a de ordenar un muy hermoso torneo por aquestas tres donzellas y que todo hombre viniesse muy bien armado y aparejado de sus armas, gentilmente arreado para hazer las justas a ocho días del mes de setiembre a la Natividad de la Virgen María en la ciudad de París. Y allí quien mejor hará en armas se llevará el honor de la fiesta y aquella donzella que mejor será mantenida, aquella será tenida por la más bella y avrá el honor de la belleza de toda la tierra de Francia e Inglaterra y Flandes. Y el Rey de Francia embió a los padres de aquellas tres donzellas que deviessen de venir a aquella plaziente fiesta y que cada uno embiasse por amor della algunas gentiles joyas las quales conquistassen aquellos; y el que mejor conquistasse y hiziesse por amor dellas en las armas, las quales joyas se llevará aquel que avrá el honor del torneo en señal y amor y de vitoria, por que cada una se apareje de embiar la más rica joya que pueda.
 

VIII
La joya que fue embiada de los parientes de cada damas para la jornada del torneo de París

      Primeramente embió Costança, la hermana del Rey de Inglaterra una corona maravillosamente rica, toda cercada de perlas y piedras preciosas, la qual corona valía grandísimo thesoro; y el Duque de Normandía embió, por amor de su fija, una bella guirnalda, la qual era mucho rica a gran maravilla; y el Dolfín embió, por amor de su hija, un muy rico chapero francés todo lleno de perlas preciosas, el qual avía embiado la señora de F1andes, que era su abuela. Y todos los cavalleros hazían los más ricos aparejos que podían hazer por venir en aquella fiesta y cada uno hazía su devisa porque fuessen conoscidos, y se pensava cada uno de ayer el honor de aquesta tan rica y hornada fiesta.
      E París, que veía que assí tan plaziente fiesta se aparejava en Francia, aconsejósse con Eduardo, su compañero, si irían a aquella fiesta o no, el qualle dixo que fuessen lo más secretamente que pudiessen, ea mayor honor le sería que si fuesse conoscido.
      _E si este torneo se haze y tú no vas, siempre quedarás con dolor. E si Viana oviesse el honor por otro cavallero, pornía el su amor en aquel que tanto honor le avía hecho y si tú vas secretamente ninguna cosa sabrán aquellos que son conoscidos.
      E sobre aquesto París apareja de ir lo más secretamente que pudiesse e se aparejó de armas y de cavallos y de todas las cosas que havía menester.

IX
Cómo el Rey de Francia hizo aparejar el campo para el torneo en medio de la ciudad de París

      El Rey de Francia hizo aparejar el campo que es en medio de la ciudad de París y hizo hazer cadahalsos donde pudiessen mirar cavalleros y dueñas y donzellas y otras gentes, mas ninguna de las tres donzellas no fueron aí presentes. Y el Rey mandó hazer tres vanderas muy gentiles a maravilla en lugar de las tres donzellas, la una con el campo blanco y con letras de oro que dezían: «Viana, hija de Godofre de Alansón, Dolfín de la ciudad que se llama
Viana»; e hizo una otra vandera con el campo verde con letras de oro que dezían: «Costança, hija del Rey de Inglaterra»; e una otra azul con letras de oro que dezían: «Floriana, hija del Duque de Normandía». Y hizo partir el campo en tres partes y en cada una parte del campo hizo poner una de aquellas vanderas, y el Rey mandó que no faltas se ninguna cosa.
      Aparejados los varones, partidos de sus tierras, fueron a París a quatro de setiembre, que  en ningún tiempo fue llegada tanta noble gente de Francia ni Inglaterra ni de Flandes como fue en aquella jornada; de España, y de Alemaña, y de Lombardía y de muchos otros reinos y señoríos eran venidos por provar sus personas en aquellos torneos y fiestas. Y como vino el día del tornearniento, por la mañana al alva el Rey de Francia hizo poner aquellas tres vanderas con sus joyas en aquellas tres donzellas, cada joya con su vandera en cada una parte del campo, las quales resplandescían de muy soberana hermosura por la gran multitud de y piedras preciosas que tenían. E dezirvos hemos aquellos que fueron mantenedores señoras, todos nombrados por sus nombres lo más breve que ser podrá. E otro día por la mañana todo fue bien aparejado en medio del campo, y el Rey de Francia estava de pies sobre un gran cadahalso y dixo muy altamente, que todos lo podían oír:

X
Las razones que el Rey de Francia dixo a todos los cavalleros y de la muestra que hizieron las vanderas y los cavalleros

      _Cavalleros, todo hombre se meta debaxo de aquella vandera que quisiere mantener por amor de su señora. E mandámosvos que aquesta cavallería sea de amor y de cortesía, así como a vosotros pertenesce, empero bien queremos que cada uno haga lo mejor que pueda de sus armas, ca bien os devéis tener por honrados que os combatáis por las más hermosas donzellas del mundo. Y aquel que oviere lo mejor de la cavallería aquestas tres vanderas con aquestas tres joyas son suyas, y aquella donzella que será mejor mantenida daré sentencia que es la
más hermosa de todas y avrá el premio de la hermosura de Francia y de Inglaterra y de Flandes, y a pena de perder la cabeça qualquier que lo contrario diga. Y la Reina embía aquesta corona muy rica que sea puesta en la cabeça de aquella donzella que avrá el honor de aquesta  fiesta.
      E mandó que la vandera de Floriana fuesse la primera que hiziesse la muestra por todo el campo y después todas las otras sobre un gran cavallo mucho bien aparejado. E primeramente  se metieron debaxo de aquella vandera todos aquellos que amavan a Floriana. Primeramente se metió debaxo de aquella vandera don Juan, hijo del Conde de Flandes, y después Filipo de Bononiami, pariente del Rey de Francia; después Arnaldo, hijo del duque de Borgoña; y después don Juan, hijo del conde Islado; y después Alberto, hijo del conde de Provencia; y después Simón de Corois; después Alberto, hijo del Duque de Sant Christo, y después Bellecia, hermano del Marqués de Saluz; y después Jofré, Duque de Picardía, y a la postre destos andavan muchos otros cavalleros bien armados y bien aparejados.
      E después de aquesta vandera venía la de la señora Costança, hermana del Rey de Inglaterra, la qual acompañava primeramente Juan, hermano del Rey de Bohemia, y Franco de Valeres; y Ganastor de Gascoña, nieto del Conde; y Antón Alegre, hijo del Duque de Caunnes; y Nascer, nieto del Duque de Borgoña, y Antonio de Borgoña; y Lorín, Duque de Loreina; y Salón de Leonís; y Juan, Duque de Brabant; y Calón de Lancor, hermano del conde de Caduque; y después de aquestos andavan otros muy bien aparejados.
      Y después venía la vandera de Viana, donde iva primeramente Hurigo, hijo del duque de Borbón; y después Duardo, hijo del Rey de Inglaterra; y Giraldo, hijo del duque de Beti; y Antonio , hijo del conde Isnaldo; y Absalón, nieto del Conde de Provencia; y Paris,  hijo de don Jacobo de Viana; y Tomades de Monfarrat, hijo del Marqués; y tres hijos del Duque de Caudenes; y después Juan Pablo de Normandía; después de aquestos ivan otros muchos varones muy bien aparejados.
      Hecha la muestra de cada una dellas en su lugar (por cierto, era noble cosa de ver tantos bellos cavalleros y tan bien aparejados, assí que todo hombre no hablava otra cosa sino dellos, el Dolfín y el padre de París fueron venidos a ver aquella fiesta y quando venieron era ya ora de tercia.

XI
Cómo los cavalleros comencuron de combatir, de los quales París fue el vencedor

      E primeramente se metió en el campo por combatir a Juan, hijo del Conde de Flandes, y vino en contrario Juan, hermano del Rey de Bohemia, el quallo hirió tan fuertemente que Juan de F1andes cayó en tierra del cavallo; y Juan, hermano del Rey de Bohemia, encontró a otro de Borbón y lo firió tan poderosamente que lo derribó del cavallo y después derribó a Tomás, hijo del Duque de Borgoña. Aquestos quatro cavalleros derrocó aqueste Juan Pablo muy fuertemente de los cavallos. E después vino Eduardo, hijo del Rey de Inglaterra, y encontró a Juan Pablo tan fuertemente que le quebró el braço y lo hechó del cavallo abaxo, que no sabía si era de día o de noche; y aqueste Eduardo hizo tanto con sus armas que cinco eavalleros derrocó uno tras otro. Y desque vino Jofré de Picardía, diole un tan grande encuentro aqueste cavallero Eduardo que lo derrocó del cavallo muy duramente en tierra, y después
de aqueste derrocó otros seis caval1eros que eran muy fuertes y poderosos.
     Y a la fin vino la suerte de París, el qual se encontró con aqueste Jofré de Picardía y diéronse tan fuertes encuentros que los cavallos y los cavalleros, todos cayeron en tierra, assí que paresció que ambos avían caído, assí que fue menester que otra vez tomassen a la justa. E París de muy buena voluntad tomó a la justa y dio un tan grande encuentro a Jofré que le derrocó por tierra con el cavallo y con todo, mas porque el cavallo rebentó de la gran caída que avía dado, dezía la gente que por culpa del cavallo era caído y que sería bueno que tornassen a la justa. Mas París, assí como aquel que no era conoscido, no avía allí quien hablasse por él, mas empero al Rey parescía que Jofré fuesse vencido y dixo que no quería fazer contornear al cavallero no conoscido, que por cierto él era muy buen cavallero. En tal manera que el Rey le embió un escudero para que le dixesse cómo al Rey parescía que él oviesse vencido a Jofré, mas si él quería justar otra vez en cortesía y si no, que él le dava la vitoria de aquel encuentro.
      Y París respondió que la belleza de la señora Viana era tan hermosa, que en el mundo no avía su par, por que él era muy presto de justar con el cavallero otra vez y tantas que bien paresciesse que él era vencido ciertamente sin ninguna diferencia. Las quales palabras parescieron al Rey que eran de muy gran valor y dixo que él devía ser noble cavallero.
      Assí que entonces París mudó el cavallo que su compañero Eduardo le tenia aparejado y tornaron otra vez a la justa, y firiéronse de tan gran poder el uno y el otro en tal manera que Jofré vino a tierra muy fuerte del cavallo abaxo sin nigún detenimiento y diferencia. Y en muy poco espacio fasta ora de vísperas fueron hechas tantas de justas y de hechos de armas tan fuertes y poderosas que no quedó de la parte de Viana sino solo París en su cabo. Y de la otra parte de Costança de Inglaterra quedavan tres cavalleros muy fuertes y poderosos, conviene a saber, Alberto, hermano de Duque de Savoya; y Pedro, hijo del Conde de Provença; y Simón de Prois. Y de la otra parte de
Costança estava Antonio de Pagorio, y Lorín de Lorena y Juan, Duque de Brabant, los quales eran muy cansados y dixeron que quedas se la justa fasta otro día de mañana. Y París dixo:
      _¡Por cierto, no saldré jamás desté campo fasta que yo aya visto el fin destas justas!_.Y  firió tan poderosamente sobre aquellos, que no era ninguno que le ossase esperar ni estar delante, assí que tan valientemente París venció todas aquellas justas y las truxo a fin.
      El qual fue llevado al cadahalso donde estava el Rey de Francia y fuéronle dadas las tres vanderas con las tres joyas que en las vanderas estavan, y aún le fue dada la honra de aquesta fiesta y el precio de valor que jamás cavallero ovo.
      Y mucho secretamente se partió él y su compañero Eduardo y se tornaron en el Dolfinazgo de Francia. Y París fue a casa del Obispo de Sant Lorenço y él lo rescibió con gran honor y no mostró que él oviesse hecho ninguna cosa, y aquí estuvo fasta ver qué se diría.

XII
Cómo el Dolfín truxo las joyas a su hija y le dixo cómo por su parte era vencido el torneo, pero que no se sabía quién era el cavallero que tan bien lo avía defendido

      Y hecha la fiesta, grandes honores y gran valor fue dado al cavallero no conoscido de las armas blancas y ninguno no lo conosció, assí que todos los cavalleros se tornaron para su tierras muy desconsolados como ellos no llevavan ninguna joya ni honor, y peor era que no sabían a quién el honor pudiesen dar de aquella fiesta. Entonces el Rey de Francia hizo un gran combite al Dolfín y al padre de París y la Reina diole aquella corona que diessen a su
hija Viana en señal de la más bella del mundo, y mucho eran maravillados en cómo no pudieron jamás saber quién fuesse el cavallero. Assí que el Dolfín y su padre de París se tornaron al Dolfinazgo con gran plazer y con aquella tan gran joya.
      E la hija, como supo que su padre venía, lo salió a recebir al campo y camino como avía acostumbrado, y él la abraçó y la besó y díxole:

      _Catad aquí, hija, aquesta corona que yo vos pongo en la cabeça, que vos embía la Reina de Francia en señal de la más hermosa donzella del mundo. Muy dulce hija, vos avéis tenido asaz contrastadores, mas mejores defendedores y más fuertes, pero bien fueron menester, que de cada una parte quedavan tres cavalleros muy fuertes y poderosos y de la vuestra no quedava sino un cavallero sin ninguna señal. Y assí se partió, que ninguno lo conosció ni se ha podido saber quién era, assí que tú no sabes a quién has de dar las gracias de tanto honor como te ha hecho. Y sepas que se ha llevado todas las tres vanderas con las tres joyas que en ellas eran y el honor y el valor
de aquella plaziente fiesta, pero ruego a Dios que le dé honor, plazer, alegría y ensalçamiento de todo bien, que jamás nunca vi cavallero que tan valiente se mostrasse en sus cavallerías.

XIII
Cómo Viana, muy desconsolada por no saber quién era el cavallero, se razona va con Isabel

      Viana quedó muy desconsolada por no saber quién era el cavallero y dixo a Isabel:
      _Hermana, ¿no te dixe yo el otro día que yo era amada del más valeroso cavallero de toda Francia? Por cierto, hermana, aqueste es aquel que tan dulcemente cantava y venció el torneamento y se llevó el escudo de cristal y mi guirnalda y se fue, que no pude saber quién era el que tanto precio y honor me ha dado. Bien me devo de tener por muy descontenta que yo no pueda saber quién es y bien dolorosa mi vida que yo no lo he podido conoscer. Ciertamente, Isabel, que si yo no tomo algún buen consejo, creo que la mi vida hará fin muy aína por el gran amor que yo le tengo.
      Y començó a llorar tan fuertemente que una ora estuvo que no se pudo tener de pies. En aqueste pensamiento passó muchos días la su dolorosa y triste vida como más secretamente podía.

XIV
Las razones que micer Jacobo dixo a su hijo París estando los dos en la cama

      El padre de París, que avía estado con el Dolfín en aquella fiesta y no avía conoscido ni visto a su hijo, ovo muy gran dolor y assí le dixo una noche que estavan el padre y el hijo en el lecho:
      _Hijo, de ti esperava aver gran honor y alegría, y agora veo que eres tornado en gran ira, que tú solías ir a fiestas y hazer cavallerías de que estavas en gran fama y honor, y veoque en aquesta fiesta no has estado y no te puedo partir de esse diablo de Obispo, y mucho soy maravillado de qué te es venido tan loco pensamiento.
      Y París no le respondió ninguna cosa y assí se adormieron. Y otro día en la mañana el padre se fue a Eduardo, su compañero, y díxole:
      _Yo veo el gran amor y amistad que tú has con mi hijo París, y veo que dexa morir açores, falcones y cavallos por su negligencia y no va sino con esse Obispo y tengo gran recelo que se torne hombre de religión, por que os ruego que vos le deis algún consejo en aquesta cosa y ayáis misericordia de mí, mezquino, que muero de enojo y de malenconía.
      E dichas aquestas palabras, Eduardo ovo muy gran piedad y confortólo lo mejor que pudo, y fuesse a París y díxole tales palabras:
     _Yo conozco que amor te costriñe tanto que tú no eres en ti mesmo y tu padre y tus amigos son mucho enojados de ti, plégate, pues, hazer cosas públicas que aya plazer tu padre, que me ha rogado te lo diga.
      E París le dixo:
      _¿Qué quieres tú que yo haga?
      Dixo Eduardo:
      _Yo querría, si a ti te plaze, que fuéssemos a Brabant, que bien ha siete meses que no he visto mi señora, y allí haremos qualquier hecho de armas, de lo qual tu padre avrá plazer.
      Y París dixo que era contento. Y luego se aparejaron de armas y cavallos y de todas las cosas necessarias, y París dixo a su madre:
      _Señora, tomad esta llave de mi cámara y plégaos que no la abráis a ninguna persona.
      Y luego cavalgaron y fuéronse a Brabante, y allá fizieron muchas cavallerías y hechos de armas de que conquistavan gran fama y honor y amor de dueñas, y donzellas y cavalleros.

XV
Cómo estando París ausente, Viana fue a casa de su padre y conoció claramente ser París el que tanto la servía

      En este tiempo el padre de París cayó malo y fue la causa el pensamiento del hijo. Y un día el Dolfín lo fue a ver y lo confortó tanto quanto pudo, e después de algunos días dixo el Dolfín a su muger que gran cortesía haría si fuesse a ver a su padre de París que estava muy malo.
      Y la señora Diana con su hija Viana e Isabel, con gran compañía, fueron a visitar a su padre de París, el qual ovo muy gran plazer de su venida. Y la señora Diana le demandó qué era su mal y él le respondió que todo su mal era por el pensamiento de su hijo, que avía duda que no se hiziesse hombre de religión. Y la señora Diana le tiró aquello de su pensamiento y le dio medicina con que fue sano. E después dixo la madre de París a la señora Diana si quería mirar el castillo.
      Primeramente les mostró una gran sala muy hermosa a gran maravilla, y después les mostró otra sala donde avía diversas armas, assí como son arneses, quexotes, y grevas y bacinetes, y gocetes, y malla y otras cosas necessarias a cavallería. Y después le mostró otra cámara donde avía falcones y acores, lebreles y otras muchas cosas, y aves de caca. Y después le mostró aquella cámara donde París dormía, en la qual avía muy mejores arreos, assí de unas cosas como de otras, assí como si fuese la cámara del Rey de Francia. Y avía aí dos perchas grandes de ropa, la una era llena de diversos paños de oro y de seda labrados,  y de diversas maneras, y la otra era llena de muchas acubiertas y aparejos de cavalleros, que eran de oro y de seda, y aparejos de justas, y assí que todo hombre estava maravillado. E Viana dixo a Isabel:
      _Por cierto yo, hermana, no me devo maravillar ser hecha tanta mención de aqueste donzel París, que bien paresce en esto que sus cosas manifiestan gran parte de su valor.
      Y mirando assí Viana vido una cubierta de cavallo toda blanca y parescióle que fuesse aquella que París oviesse sacado en el cavallo y torneo hecho en la ciudad de Viana, y díxolo a Isabel. E Isabel le dixo:
      _¿Pensáis vos, señora, que en otras partes no ay de otras sobreseñales blancas sino aquí? Vos os podríades engañar.
      Y Viana en esto se afirmó, mas de gran plazer que avía no se podía tener en pies. Y dixo a su madre que congoxa le avía venido al coraçón y que se quería reposar en aquel lecho y que la dexasse, que no quería otra cosa. Y todo hombre se salió fuera, e Isabel cerró la puerta y dixo a Viana:
      _Agora veremos si hallaremos alguna cosa de mayor conoscencia.
      Andando assí a buscar, hallaron una recámara bien adentro, la qual ellas abrieron, y era larga de doze pies y avía dentro un altar pequeño y allí estava la figura de Nuestro Señor Jesuchristo con siete lámparas y candeleros de oro. Y aquí venía París a hazer oración y reverencia a Dios y aquí era la vandera blanca y todas las joyas que París avía ganado en la ciudad de París. Y Viana, quando de todas estas cosas fue cierta, que París era aquel que tanto
desseava saber, dixo a Isabel:

      _Hermana, ¡gracias sean dadas a Dios de aquesta tan bendita jornada!, que agora só cierta de l0 que tanto desseava y desta cámara no me devo más partir.
      E Isabel dixo:
      _Señora, aguardaos, no hagáis ni digáis cosa de que seáis reprehendida de la gente, que no vos está bien su amor de aqueste, porque bien sabéis que de otros señores mayores que no es él sois demandada, que son vuestros iguales, y aqueste vos sabéis bien que no es vuestro par.
      E Viana con muy gran enojo respondió y dixo:
      _Por una loca palabra tuya yo no quiero perder tanto de amor que fasta aquí yo he avido, que en verdad te digo que la segunda palabra que tú desto me hables yo no te daré lugar otra vez. Mas si tú a mí quieres bien, ruégote que también quieras a él, que la mi ánima y el mi coraçón todo es suyo. Y si tú pensasses las sus noblezas, tú lo amarías más que a quantos cavalleros son en nuestra corte, y el Rey de Francia daría la meitad de su reino que su hijo fuesse tal y assí valiente y ardit como es París y las sus noblezas y valores. Bien te digo que todas virtudes complidas son en él e comoquier que todas estas virtudes le fallesciessen, yo creo que mi ventura me ha traído a su amor.
      Y ellas estando en aquestas palabras, las donzellas llamaron a la puerta y demandaron cómo estava Viana, y respondió Isabel y dixo que luego iría. Y entonces dixo Viana:
      _Nos tomaremos estas joyas y tenellas hemos fasta que venga París.
      E tomaron la vandera blanca, y el chapeo y la guirnalda y metiéronselo debaxo de la ropa y fuéronse para el palacio hablando todavía de aquel gentil castillo y de las bellas cosas de París. Y Viana pensava de noche y de día en la venida de París.

XVI
Cómo París halló menos las joyas que Viana avía tomado

      En aqueste tiempo, el señor Jacobo sanó y París y Eduardo vinieron del condado de Brabant muy alegremente, y luego fueron a ver el Dolfín, más por amor de Viana que no por amor dél. E a la tarde entró París en el oratorio por hazer oración a Dios y vido que las joyas avían sido llevadas y demandó a su madre quién avía entrado allí.   Respondió su madre que cerrada estava todavía y no avía entrado persona ninguna, sino Viana: _De quien no nos guardamos.
      E París se pensó que alguna otra persona lo oviesse hecho, mas por esso no dexó de hazer su oración. Y otro día por la mañana fuesse a casa del Obispo, según que avía acostumbrado, el qual lo recibió con gran honra.y Viana, que tanto avía desseado la venida de París, la qual lo vio venir vestido con una bella vestidura que avía fecho en el condado de Brabant, muy gran amor le cresció y dixo a Isabel:
      _¿Quieres que fagamos saber a París cómo nosotras tenemos las sus joyas?
      Y dixo Isabel que sería bien hecho, y acordaron que Viana un día dixesse a su madre:
      _Señora, mucho me maravillo que nunca me avéis hecho fablar con alguna buena persona religiosa que me diesse algún buen consejo y enseñamiento de las cosas de Dios.  Oyó dezir que el Obispo de Sant Lorenço es muy sancta persona y por esso vos ruego que yo hable con él.
      Luego la señora Diana hizo venir el Obispo y aquí hablaron de muchas y sanctas cosas. Y la primera vez mucho le rogó que viniesse siempre a visitarla, especialmente otro día por la mañana, que le diría algunas cosas de secreto, que algunas joyas eran llevadas de un lugar y ella sabía que eran de París, y a ella se le hazía conciencia y queríaselas tomar. Rogávale mucho que se lo dixesse y hiziesse venir en un lugar donde se lo pudiesse dezir.
      Y el Obispo, como sancta persona, dixo esto a París y lo truxo en el lugar que les avía dicho Viana que viniessen. E después vino con Isabel, y el Obispo y París fueron allá, y Viana los saludó muy dulcemente sin ningún semblante y tomó a París por la mano y apartó lo un poco lexos dellos, porque el Obispo ni la dueña de casa no lo oyessen. Y Viana díxole:
 

XVII
Cómo Viana descubrió a París las joyas que le avía tomado y de la respuesta que él le dio

      _Señor París, estando vos en Brabant yo acompañé a mi señora madre por ir a visitar a vuestro padre que era enfermo. Y mirando el vuestro castillo, entré dentro en el vuestro oratorio y allí vimos algunas joyas, y hovimos cobdicia dellas y tomámoslas. E agora esnos venida conciencia que son vuestras y queremos vos las tomar a vuestro plazer, empero las joyas no son aquí, mas ellas son prestas. E si a vos plaze, que me perdonéis si vos he hecho descortesía.
      Y no habló más. E París dixo:
      _Señora Viana, por vuestra cortesía vos venistes a visitar a mi padre que era enfermo, la qual cosa no era suficiente a mi padre ni a mí de nos hazer tanto honor como nos avéis hecho, mas el honor es vuestro y mi padre y yo somos todos vuestros. Y si las mis joyas vos, señora, tomastes, seguras son, porque ellas están en buen lugar. Y fuera yo muy contento que ellas fuessen más bellas, que si más bellas fuessen, yo vos las daría, mas no son tan hermosas ni suficientes como a vos pertenescen. Y de mi parte vos ruego muy dulcemente que vos las tengáis, que mucho soy contento, que yo no las compré, antes me fueron dadas y no ha mucho tiempo por un gentilhombre de Francia, porque, señora, las mis cosas y las de mi padre son a vuestro mandado.

XVIII
Torna a hablar Viana a París

      E Viana dixo a París:
      _Fasta agora avéis encelada vuestra voluntad, mas ya no podéis más, porque yo vos conjuro de parte de Dios y por el amor que vos he y avéis a vuestro padre y madre y a las cosas que vos más amáis, que me digais si vos sois aquel que tantas noches del tal mes venistes debaxo la nuestra cámara y tañistes instrumentos y hezistes cantos maravillosos; y si fuestes aquel que vencistes el torneo en aquesta ciudad y vos Ilevastes el escudo de cristal y la guirnalda que nos tomamos en la vuestra cámara; y sois aquel que venistes con las señales y puntas blancas en la ciudad de París y truxistes a fin veinte y siete justas de tantos varones y cavalleros que eran venidos en aquella fiesta; y si sois vos aquel que llevastes todas aquellas tres joyas y las tres vanderas que tomamos en vuestro oratorio y ganastes tanto honor y precio. E cierto, París, estas no son cosas de celar. Y si esto avéis hecho por amor de mi padre y de nuestra corte, mucho vos lo devemos de agradescer y si por amor de mí las avéis hecho, mucho devo de servir la honra vuestra, que por la menor de aquestas cosas vos deven de ser rendidas infinitas gracias, y de otras más nobles cosas vos devía dar más, y por vuestra cortesía, que es assí, valerosa persona como vos no diría sino verdad. Y esto por nos será secreto.
      Y París, mirando la cortesía de Viana, dixo:

XIX
Responde París

      _Señora, antes quiero por el mi poco seso ser en vuestra gracia que no que por mí os fuesse dicha falsía, porque de mucho tiempo acá por mi ventura yo fui preso de vuestro amor y de la vuestra graciosa persona, que yo no miro a la mía propia ni a la mi condición. Y ruégovos que me tengáis secreto de la mi locura, mas agora por vuestro mandado me avéis fecho dezir cosa que jamás a persona he dicho, porque vos digo que yo só aquel que todo esto fize por vuestro amor, por que, señora, humilmente os demando perdón.
      Y entonces Viana dixo:
      _No es ora agora de dezir el amor que vos he, mas tomemos tiempo y lugar donde podamos fablar honestamente. .
      Y assí se partieron muy enamorados, más que de primero. Y dende a pocos días París y Viana fueron en lugar donde desseavan y Viana dixo:
      _Por cierto el vuestro amor mucho me costriñe, por esso yo só deliberada de hazer vuestra voluntad y ruégovos que mi amor sea con el vuestro y la mi ánima y la mi honra.
      París le dixo:
      _Señora, antes que por mi causa oviéssedes de aver mal en vuestra persona por el amor que me avéis, yo querría antes recebir la muerte que no pensasse ninguna cosa contra vuestro amor ni mandamiento.
      Y assí se partieron dulcemente y ovieron licencia. Y Viana siempre se acordava en su amor de París y París cada día hazía cavallerías por amor de Viana, y así se passava gran tiempo desseando cada día consolación de matrimonio.
      Y después de muchos días al Dolfín vino en voluntad de casar a su fija Viana, mas no se fablava sino como cosa secreta. Y París entendiólo y dixo:
      _¡Mezquino!, ¿por qué yo no pensava esto antes que començase?
       Y ordenó cómo pudiese fablar a Viana y díxole:
 

xx
Cómo París supo que el Dolfín quería casar a Viana y de las razones que entre ellos passaron


      _
Muy dulce señora, avéis entendido cómo vuestro padre os quiere dar marido y creo que es tornada triste y estrecha mi vida.
      _ Viana le respondió y dixo:
      _Mi padre me tiene de fablar de mi marido y matarrne quando quisiere antes que costriñirme a matrimonio, que no puede ser fecho si a cada una de las partes no plaze. Poreso vos ruego que no toméis desplazer, que yo vos prometo que nunca otorgaré marido a otro sino a vos. . Por esso sed fuerte y animoso, que prestamente quiero venir al fin y que  nuestro amor se conjunte, si plaze a Nuestro Señor Dios y con honor de mi  padre, y si a mi padre no pluguiere aqueste matrimonio, entonces tomaremos otra manera que no avemos fecho fasta agora. E pues assí es, antes que otra cosa acontezca, quiero que vuestro padre, que es en gracia de mi padre, fable de aqueste fecho y que mi padre me dé por muger a vos.
      Y París quando oyó aquello fue assí maravillado que no le quedó color en la cara, y dixo:
      _¡O, Dios, en qué caso me has traído!
      Y Viana dixo:
      _Pensaos de confortar, que todas cosas vos deven ser ligeras de fazer a vos y a mí.
      Y París le dixo:
      _Pues si assí es, yo lo diré a mi padre y compliré vuestro mandado.
      E otro día por la mañana, París dixo a su padre:
      _Padre mío, por vuestra bondad todos tiempos me quesistes bien y jamás no me avéis desfavorecido, por lo qual ruego a Dios que vos dé buen galardón, porque agora conviene de requerirvos de un servicio y antes que vos lo diga quiero saber si sois presto de lo fazer.
      y el padre le fizo la oferta con gran largueza e París en aquel punto començó a descobrir una gran parte de la privança y del amor dél y de Viana y del gran bien que le quería.
      Yy del qual caso yo no vos quería fablar, pero yo no lo puedo más encobrir y me conviene que os lo haga saber porque me ayudéis en aquesta mi gran necessidad, y aquesto es que vos plega de requerir al Dolfín que me dé a Viana por muger.
      Y el padre, que era tan noble, quando esto oyó, quiso salir fuera de su seso por la locura que oyó dezir a su hijo, y rogóle por amor de Dios que no le pasasse tan gran locura por el coraçón, porque todos los que lo oyessen le ternían por loco.
     Y París dixo:
      _Ya me pensava yo que aquesto me respondiérades. Plégavos que en aquesto no dudéis, que tan impossible paresce a mí como a vos. Necessidad me constriñe y seré tan contento si se haze como si no se faze.
      E por fazer plazer a su hijo otorgóle de hazer aquella embaxada, e fuesse para el Dolfín y le dixo:

XXI
Cómo micer Jacobo habló al Dolfín demandándole a su hija Viana en casamiento para su hijo París

      _ Señor, yo soy vuestro servidor y súbdito y no vos querría dezir cosa que vos hiziesse enojo.
      Y el Dolfín le dixo:
      _ Dezid, que yo só al vuestro plazer.

      _Señor, sabed cómo París me dixo que hablasse a vuestra señoría si os plazía de le dar vuestra hija por muger, de lo qual a mí paresce que no es cosa convenible, empero el amor de mi hijo me costriñe a dezir tanta desconoscencia'.
      Y el Dolfín no le dexó acabar las palabras al cavallero y díxole:
      _¡Villano, tú no guardas el mi honor!, por Dios te juro que yo te castigaré de la tu locura en la persona y en los bienes.
      Y mandóle que él ni su hijo no le viniessen delante . Y el cavallero abaxó la cabeça y tornóse para su hijo y contóle todo lo que avía passado. E París dio muchas gracias de aquesto a su padre.
      Y el Dolfín tornóse al palacio y habló a su hija, que lo salió a recebir, y díxole:
      _Muy gran enojo he avido de aquel villano, que era venido aquí por demandar a vos por muger para su hijo. ¡Por Dios!, que antes vos temía todos tiempos assí que tal cosa fiziesse, mas no tardará mucho que vos seréis assí altamente casada que seréis alegre.
      E Viana dixo a Isabel:
      _¿Has oído lo que mi padre ha dicho? Él me quiere dar marido y París no le agradó, y sin su voluntad yo no lo querría fazer, por que yo hago promissión y voto aquí delante de ti que jamás no otorgaré por marido sino a él y como mi padre no podrá más fazer, él me dará aquel que yo querré.
      E Isabel dixo:
      _En esso yo no consiento, que yo no quiero la mi muerte ni la tuya. Y cata que te digo,  que traerás muy presto la muerte a París. Como él sea muerto, tu avrás de hazer lo que el señor Dolfín querrá.
      Y Viana dixo:
      _¡O, Dios, bien creo que yo soy engañada de ti! Y yo te digo que quiero que assí sea y sepas que si de aquesto yo no he acabamiento, yo con las mis manos me mataré y tú me serás ocasión de la muerte, ea yo no he miedo, porque París es assí rico y poderoso y valiente.
      Y el bien que nos diere Dios quiero que hayas tu parte.
      Y como se partieron estuvieron algún tiempo que París y Viana no se pudieron hablar.

XXII
Cómo París, sabiendo que el Dolfín le quería matar, fue a ver a Viana y concertaron de se ir los dos

      Eduardo fue un día ante su compañero París y díxole cómo el Dolfín le desseava matar, por que le rogava que se partiesse de allí por algún tiempo. Y París no se quiso partir sin primero aver licencia de Viana, y ordenaron que pudiessen una noche hablar por una ventana y aquí ovieron lugar donde otro día fueron a fablar. Y Viana dixo a París cómo avía muy mala intención contra él su padre, y París díxole luego:
      _Bueno sería que me partiesse de aquí por algún tiempo, mas es cosa dolorosa dexaros.
      E dixo Viana:
      _Todo esto sabía yo y dígovos que assí es, que agora conviene de ser valiente. Que por cierto no partiréis de aquí sin mí y yo vos quiero complir lealmente matrimonio. Mas yo os digo que pongáis dos cavallos a ciertos passos y todas cosas necessarias con que podamos salir de Francia, y seremos fuera de todo peligro. Mas dos cosas quiero que me prometáis, la primera, honestidad de mi persona fasta nuestro leal matrimonio; la ii, que Isabel aya parte de
quantos bienes avremos nosotros. Y no quiero otra cosa sino que nuestra partida sea breve.
      Y París, que veía la voluntad de Viana, en breve fue su pensamiento deliberado y prestamente se partió de allí por dar complimiento de aquello que Viana le avía dicho. E habló primeramente con un su amigo lIamado Jordi y díxole:
      _Yo querría que tú me hiziesses un plazer. Y sepas que yo quiero muy mal a un hombre de aquesta ciudad, el qual ha hablado desonor a mi padre, y quiero provar de lo matar. Y querría que tú fuesses fasta Aguas Muertas y fletasses una fusta y la tuviesses presta fasta que yo oviesse complido mi hecho. Y que te informasses bien de las tierras y passos y a cada jornada estuviessen cinco cavallos aparejados para refrescar de cavalgaduras, y cata aquí hartos dineros que bastan.
      Y dixo Jordi que era presto de hazer su mandamiento. Y mucho presto se partió para Aguas Muertas y allí halló una galea de la ciudad de Génova que le paresció que sería mejor que otro navío y luego la fletó y les dio la mayor parte del nolito, y aparejó a cada jornada cinco cavallos muy bien aparejados y paró mientes las tierras y passos. Y prestamente tornó a París respuesta cómo todo era muy bien ordenado, si otra cosa mandava, que él era presto a su plazer, y París le dixo que fuesse con él. Y prestamente embió a dezir a Viana que todo era muy bien ordenado y que aquella noche a la hora del primer sueño fuesse aparejada. E París dixo a Jordi que aparejasse quatro cavallos, los mejores del establo, y armas, y todas cosas necessarias y muy gran quantidad de moneda secretamente. E tomaron consigo un paje que tenían y fuéronse fuera de la ciudad en un lugar secreto, e allí Jordi y el paje estuvieron
esperando con los cavallos. Y París se fue al lugar donde él sabía y hizo su señal, e Viana descendió por una finiestra e Isabel con ella, bestidas como hombres, y fueron assí a pie fasta donde eran los cavallos y cavalgaron muy prestamente.
     E Jordi fue primero por les enseñar el camino, y vino tan gran tempestad de pluvia y de viento que nunca jamás les faltó fasta otro día en la tarde. Y llegaron en un lugar y no quisieron ir al mesón, y fueron a una iglesia que era fuera de la villa, donde no avía sino unpellán, el qualles dio de las cosas que tenía muy largamente. Y aquí París comió y durmió con el capellán de fuera y Viana e Isabel dentro de la iglesia. Y quando fue la mañana, eavalgaron
todos fasta que llegaron a un gran río que venía muy grande por la gran agua que avía llovido, y no osavan passar. Y dixo París a Jordi:
      _Mira si podrás passar y después passaremos nosotros.
      Y Jordi passó por el mejor lugar que a él paresció y como él fue dentro arrebatólo la corriente del río, en tal manera que él y el cavallo se ahogaron. E París vio que su ventura le començava de venir al revés, ordenó de se tornar a la villa y dixo al capellán que hiziesse hazer una puente de madera por donde pudiessen passar y no quedasse por dinero. Y el capellán con la gente de la villa hizo hazer la puente, y ellos estavan escondidos en la iglesia.
      Y como fue otro día por la mañana, el Dolfín supo cómo su hija Viana no se hallava, ovo tanto de dolor que se quiso tomar loco y prestamente hizo ir muchos cavalleros por muchas partes y correos, que si la fallassen, que la traxessen sin ningún escándalo.

XXIII
Cómo París supo de la gente del Dolfín que los andavan buscando y lo dixo a Viana

      E fue assí que un correo vino allí en aquel lugar donde estavan París y Viana y andava preguntando por la villa. No le davan señal ni rastro ninguno y falló el capellán y preguntóle el correo si sabía de aquellos que él iva buscando. El qualle demandó:
      _¿Qué gente es esta que tú vas buscando?
      Y el correo le dixo que le fazía saber que a otras muchas personas lo avía preguntado y que no le sabían dar razón dellos. _Pero quien a estos que busco ternía encubiertos caerá en pena de perder la vida y los bienes. Y te digo que aquesta noche o de mañana serán aquí xxv cavalleros que los van buscando a estos que yo busco.
      E dixo el capellán:
      _Dexa hazer a mí, que yo lo pesquis aré y si alguna cosa supiere, yo te tornaré respuesta.
      Y fuesse a la iglesia y halló a París y díxole:
      _Señor, agora es venido un correo de parte de Dolfín buscando una donzella y me parece que es con vos, y dize que todo hombre que los tenga encubiertos cae en pena de la vida y de los bienes, y esta noche o de mañana serán aquí veinte y cinco cavalleros que los van buscando. Ruégoos que yo no aya mal por vos.
      Y París dixo:
      _Esperad un poco y yo os daré la respuesta.
      Y entró a Viana con la color perdida e Viana, que lo vida assí, díxole:
      _París, ¿cómo venís assí demudado?
      Y París respondió con gran sospiro:

      _¡O, Dios, será complida mi ventura!, mas mucho es triste mi ánima y el mi coraçón que tan noble donzelIa como vos sois aya yo metido en tan gran peligro de muerte. ¡O, Viana, mucho fue doloroso día aquel que vos hablastes a mí y mucho es cruel mi ventura!
      ¡O, Dios todopoderoso!, ¿cómo has hecho andar assí esta mi ventura al revés? Noble Viana, aqueste consejo fue bueno para mí y no para ti, que sepas que mucha gente viene tras nosotros y si ellos podrán, nos traerán a mortal fin, por que yo no sé qué me haga.
      Y assí se atormentava París muy dolorosamente delante Viana y Viana, que lo veía cruelmente atormentado, dixo:
      _París, ¿qué ventura es esta nuestra que ha tanto llovido y nos ha assí estorvado nuestro camino? Mucho soy triste y dolorosa, mas ruégote, caro señor, pues assí es, que tú tomes mi consejo y que agora luego te vayas de aquí, y a mí será justa escusa.
      _E ¡cómo! _dixo París_, ¿que yo vos dexe? Ciertamente yo no lo haré, que la mi muerte será assí altamente vengada que por todos tiempos será memoria.
      E Viana le respondió:
      _Yo soy muy alegre, que veo que vos sois dispuesto de morir por mí, mas pues la mi ventura me quiere dexar la vida, ruégovos no me la quitéis, que si yo aquí veo morir a vos, yo misma me mataría, por que os ruego que os vayáis, que aunque mi padre me vea, por esso no me matará, por tanto tomad mi consejo.
      Y París le dixo:
      _Señora, no me podré defender a las vuestras palabras, por que vos ruego que no queráis ver la mi fin, ca es muy breve. Y yo seré muerto y vos seréis fuera de las mis palabras y seréis hallada sola. Aún podíades aver gran honra.
      Y como avía dicho estas palabras, puso mano a su espada y quísosela meter por el cuerpo y Viana, como lo vio, fue muy presto y púsole la mano sobre la espada, y dixo:
      _¿ Qué es lo que queréis hazer? ¿Por ventura queréis os matar? Por cierto, pues que queréis morir, yo os mataré. Y ¿cómo no sabéis que quien a sí mismo mata que es homecida y pierde el cuerpo y el ánima? Y yo no quiero, pues que queréis perder el cuerpo, que perdáis el ánima".
      Y tomóle la espada de la mano y hizo como que ella le quería dar, y túvola assí y dixo:
      _Por la fe que devo a Nuestro Señor Dios, que si agora luego no vos partís de aquí, yo misma me mataré con aquesta vuestra espada y daré mi cuerpo y mi ánima a perdición, y vos seréis ocasión de mi muerte.
      Entonces dixo París:
      _Señora, no lo hagades, que yo haré quanto vos mandéis.
      Y con muy gran dolor y con muchos sospiros la encomendó a Dios y se partió con gran dolor y pena. E Viana lo besó y abraçó y mucho le rogó que le hiziesse saber la su ventura  que los sus  amores   y  el matrimonio oue entre ellos era, por r esso no se amenzuasse. Y porque mejor se le recordasse delta, sacóse un anillo del dedo en que tenia un rico diamante y diógelo, que jamás no se lo quitasse de sí. Y assí se partieron y Viana rogó mucho a Nuestro Señor Dios que algún tiempo gelo dexasse ver, assí como ella desseava.

XXIV
Cómo París se partió de Viana y se fue para Génova, y cómo ella fue tornada delante de su padre, a la qual mandó meter en prisiones

      E París se partió con su paje y fue a su ventura y después que el agua fue menguada, él passó y fuesse a Aguas Muertas, y hasta allá avía dos jornadas sin comer y bever. Y halló la galea y hízola presto partir y nunca hasta Génova habló tres vezes, y assí los de la galea lo tenían por loco Y allí en Génova descendió luego de la galea y fuesse a bivir en una calle que avía nombre Sant Sixto, y aquí se dava muy cruel y muy dolorosa vida.

      Y quedó Viana e Isabel assí como la su ventura quería, que se tornasse a la merced de su padre. Y dixo al abad:
      _Haz aquí venir al alcalde que me busca.
      Y luego el alcalde vino y le dixo cómo el Dolfín le hazía buscar a muchos cavalleros. Y Viana respondió:
      _Anda, fazlos venir y diles cómo me has hallado.
      Y luego los cavalleros vinieron y Viana les dixo:
      _Pues que sois venidos, cavalguemos prestamente.
      Y por mayor escusa llevó consigo al capellán y fueron delante del Dolfín, el qual no le hizo mucho buena cara de su venida. Y apartó al capellán e assí le preguntó cómo era su hija Viana venida en su casa. El qual le contó toda la verdad y honestidad de Viana y cómo el caballero que la llevava dormió con él aquella noche, y Viana e Isabel avían dormido en la iglesia. _y como el vuestro correo entró por la villa, él se partió y entró por una gran agua, de que yo creo que él se ha ahogado y ciertamente yo no hago estima de su vida.
      Y otrosí Isabel dixo en cómo ella era limpia de aquel pecado como el día que nasció . Y entonces el Dolfín dixo al capellán que aquello fuese secreto y le dio dineros con que se tornasse.
      Y el Dolfín quedó muy triste de aquella desventura que le avía venido y fizo meter a su padre de París en prisión y le tomó todos sus bienes, al qual Eduardo vía cada día y le ayuadava  de muchas cosas que avía menester. El cavallero le rogava que si podía saber alguna cosa de París, que se lo dixesse. Y assí estuvo su padre de París un gran tiempo en aquella prisión con muy dolorosa vida. Y Viana estava en aquella cámara con gran dolor pensando en la ventura de París o qué sería acontescido dél.
      Y a cabo de un gran tiempo el Dolfín dixo a su muger que tiempo sería de aquí adelante que tomássemos a Viana a su estado, y encontinente fue hecho.

XXV
Cómo el Dolfín sacó a Viana de la prisión y la puso en su primera libertad

      Y el Dolfín, viendo que su hija estava triste, díxole:
      _Hija, alegraos y de aquí adelante no penséis en lo passado.
      Y Viana que oyó aquesto dixo:
      _Señor padre, si vos queréis que a mí no se me acuerde de lo passado, ruégovos que si gracia me avéis de hazer, que queráis sacar a su padre de París de la prisión, el qual en este hecho no tiene culpa ninguna.
      Y el Dolfín, por complazer a su hija, luego hizo sacar el padre de París de la prisión y tornóle todo quanto le avía tomado muy largamente, de lo qual Viana ovo muy gran plazer y alegría. Y cada día hablavan con Eduardo que si alguna cosa de París supiesse que gelo hiziesse saber. Assí pasaron muchos días que ella estava en pensamiento.
y París era en la ciudad de Génova fuera de toda su esperança y de todos sus plazeres.
      Era tanto fuerte en su pensamiento en el fecho de Viana a qué fin podría ser venido y también de su padre y de sus cosas, y puso su amor tan fuerte en Jesuchristo que era una gran maravilla, y por todos los mejores y nobles hombres de aquella ciudad era amado y tenido en muy gran estima. E un día vínole en voluntad de saber qué era de Viana o de su ventura y ordenó de embiar un correo con dos letras, una a su padre y otra a Eduardo, que dezían assí:

XXVI
Cómo París escrivió a su padre

      «Señor padre, la vuestra esperança me haze estar en gran pena y ruégoos que me perdonéis la mi loca empressa, la qual me es muy dolorosa no sabiendo lo que por mí vos ha venido. De mi ningún buen conorte no vos puedo escrevir, salvo que me ha quedado la mezquina vida, y perded toda esperança de mí, que jamás no me veréis ni tengo de tornar. Buscando la más larga tierra del mundo todo, me parné en estraña religión, porque no sepan

nueva de mí. Y porque no quedéis sin hijo, a mi caro amigo Eduardo vos dexo en mi lugar y quiero que sea vuestro fijo, assí en muerte como en vida y en heredamiento como si fuesse yo mismo. Y otro no vos hago saber, sino que aya vuestra gracia y perdón.»
      La carta que embió a Eduardo dezía assí:

XXVII
Carta de París para su amigo Eduardo

      «Especial amigo y hermano mío, París, el qual es muy doloroso, vos saluda mucho, el qual es en una estraña tierra y lugar. Mas ruégote que por el mi apartamiento el nuestro gran amor por esso no se pierda y ruégoos que les queráis dar consolación a mi padre y madre, y mucho te encomiendo a Viana y ruégote que me escrivas de la ventura suya y a qué fin es venida. Y dile de mi parte que yo soy bivo y que le ruego que no se aconseje más a su daño, que la su honra sería mía, pues que Dios no ha querido cumplir mi desseo, llevarlo he en paciencia. Y jamás yo no pienso que me veas, y Dios sea contigo en el acrescentamiento de honor y victoria»
      Aquestas letras hechas', embiólas a Eduardo, el qual luego las enseñó a su padre y a Viana, con las quales ovieron tanta de consolación de saber de la su vida. Como supieron que era vivo, oviéronlo por una gran maravilla y prestamente le escrivió una letra cómo Viana lo embía mucho a saludar y que le rogava que no se partiesse de allí.
«y te hago saber en cómo Viana ha estado en prisión y tu padre también, empero agora es tomada en su estado y ha sacado a tu padre de prisión y le ha hecho tomar todos sus bienes, y no tenía otra esperança sino la tuya. Embía a dezir que te esfuerces bien y aún tiene ordenado de embiarte seis mil ducados con rigoponça y que tomes plazer y escrevid continuamente, que assí haremos nos a vos. Y Dios sea con vos. Escrita en la ciudad de Viana.»
      Y luego dio las letras al dicho correo y en pocos días las dieron a París, el qual ovo tan gran plazer como si todas las cosas del mundo oviesse complidas, como supo que eran salidos de la prisión y que eran tomados en sus estados. Y luego tomó casa en una honrada calle y arreósse muy altamente, con los ciudadanos tomó gran amistad y compañía. Assí estuvo un gran tiempo, no partiendo el coraçón ni la esperança de Viana.

XXVIII
Cómo el Dolfín quería casar a Viana con el hijo del Duque de Borgoña

      Y después el Dolfín, considerando que Viana avía catorze años, embió a dezir al Conde de Flandes, su suegro, que quería casar su hija y que después de su muerte hazía heredero del Dolfinazgo aquel que fuesse su yerno. Desto el Conde hovo gran plazer y luego acordó de dos parientes: el uno era sobrino del Rey de Inglaterra y el otro hijo del Duque de Borgoña'. Considerando el provecho, parescióle que era mejor el hijo del Duque de Borgoña y luego escrivió al Dolfín y al Rey de Francia que quál les parescía lo mejor, e todos acordaron que el hijo del Duque de Borgoña. Y luego el Conde començó a tratar el casamiento de Viana, y en poco tiempo lo acabó y hízolo saber al Dolfín que todo era presto y que aparejasse todas las cosas. Y el Dolfín luego hizo aparejar muy gran fiesta y muchos juglares y todas cosas necessarias muy altamente, y embió al Conde que todo era presto porque quando le pluguiesse hiziesse venir su yerno.
      Y el Conde luego escrivió al Duque de Borgoña que prestamente le embiasse a su hijo, y luego el hijo del Duque partió muy ricamente aparejado y con mucha y noble gente y fuesse a Flandes. E aquí el Conde le hizo gran fiesta y luego embió al Dolfín con su hijo. E como fue cerca de la ciudad de Viana, el Dolfín hizo aparejar la fiesta con muy gran alegría.
      Él y su muger entraron a Viana, su hija, y dixéronle:

XXIX
Cómo el Dolfín y su muger hablaron a Viana haziéndole saber el casamiento que le avían tratado y de la respuesta della

      _Dulce hija, a Dios plugo que nos estuviéssemos siete años sin hijos y a cabo de ocho años Nuestro Señor Dios nos consoló de vos, y nos vos avemos tenido todos tiempos a vuestro plazer. Agora es venido el tiempo de vos dar marido, del qual esperamos de aver gran honra, porque nos, en nombre de Nuestro Señor Dios y de la Señora Nuestra Sancta María, avemos fecho matrimonio con vos al hijo del Duque de Borgoña con que ayáis plazer y rogamos a Dios que os dé buena ventura.
      E Viana con gran dolor dixo:

      _Señor padre y señora madre, un don vos demando, que vos plega que agora no me querades constriñir, que yo só deliberada de no aver aqueste ni otro por marido, sino aquel que Dios querrá.
      Y el Dolfín pensó que lo dixesse con ignorancia y toda aquella noche no fizieron sino rogarla, y jamás pudieron con ella que aceptasse matrimonio. E otro día por la mañana el hijo del Duque, que avía de ser el desposado, entró muy honradamente en la ciudad, al qual fue hecha una gran fiesta. Y el Dolfín luego de presente puso una escusa diziendo que su hija era resfriada y se sentía enojada un poco, por que le rogava que no se enojasse. Y assí lo detuvo
bien doze días con gran fiesta y cada día no hazía sino rogar a Viana que otorgasse el matrimonio. E Isabel díxole que no quería sino a París, de la qual nueva el Dolfín fue mucho enojado y díxole:
      _¡Triste y malaventurada!, ¿piensas que yo no conozco las tus maneras'? Que yo te juro que antes te arrojaría a las paredes que no viniesses a casar con él. Y yo te juro por Dios que con cruel pena sosternás la vida. Mas el traidor meresce mucho mal, mas si Dios me lo dexa aver, yo le haré que perros le coman sus carnes.
      E luego de presente hizo quitar el comer a Viana, salvo que le diessen una vez al día pan y agua. Y Viana le dixo:
      _Yo veo que mucho mal me queréis hazer, por que agora vos digo que no ay cosa en el mundo que yo tanto ame como a París, y aún vos digo que él rescibiría la muerte por mí y yo por él. E vos por no querer arnenguar un poco de vuestro linaje y voluntad que vos sería mucho mejor y quitaríades de vos gran enojo.

xxx
Cómo el Dolfín despidió al hijo del Duque y metió a Viana y a Isabel en estrechas prisiones

      El Dolfín, veyendo que Viana estava assí fuerte en el amor de París, dixo al hijo del Duque que avía de ser su yerno:
      _Señor, yo veo que mi hija estará mucho en sanar de la enfermedad, por esso vos ruego que os tornéis, que quando ella será tornada en su sanidad, tornaremos a fazer nuestro matrimonio.
      Y diole muy preciosas joyas y mucha moneda, y el hijo del Duque fuesse para su padre y le contó todo el hecho.
      Y el Dolfín hizo venir un maestro de hazer casas  y dentro en el palacio mandó hazer una capilla debaxo de la tierra, bien cerrada, que no pudiesse entrar aire ni frío, y dentro hizo metera Viana y a Isabel sin ninguna ropa ni otra cosa ninguna. Y allí les hazía dar de comer y bever una vez solamente pan y agua, y todo esto passava Viana y comportava por amor de París.
      Y el hijo de Duque de Borgoña, sabiendo la gran fermosura de Viana, estava muy encendido en el su amor. Y un día partiósse secretamente de su tierra y fuesse al Dolfinazgo por saber qué era de Viana. y el Dolfín lo rescibió muy honradamente y le dixo cómo Viana no era aún sana. Y el moço le dixo:
      _Señor, ruégovos que yo la vea assí como está.
      Y el Dolfín, veyendo aquesto, díxole:
     _Hijo, pues assí es no vos quiero tener más en largas. Fágovos saber que la voluntad de Viana no es de tomar marido ni por amenazas ni por otra cosa, y después que partistes está en prisión, y no come sino una vez al día tan solamente pan y agua, y estará fasta que lo aya otorgado.
      Él dixo:
      _Señor, ruégovos que yo hable con ella y rogalla he onestamente que lo quiera fazer.
      Y luego la señora Diana embió a dezir a Isabel que rogasse a su hija Viana que otorgasse aquello que su padre le mandava. Y embióle una cota que se vestiesse y una gallina con que se confortasse, que bien avía seis meses que no avía comido cosa caliente. Y Viana dixo:
      _Entonces yo creo que la señora mi madre piensa que por aquesta gallina tengo yo de mudar mi voluntad, mas por Dios lo juro que yo no lo haré por ninguna cosa.
      Y hizo como que la echava, y dixo a Isabel:
      _Agora pues que assí es, di a mi señora que aquesta habla yo no quiero que sea sino de aquí a quatro días y será bueno que esté allí el Obispo de Sant Lorenço.
      E Isabel dixo esto a la señora Diana. E Viana tomó aquella gallina y partióla por medio y tomó cada una de la meitad y púsosela debaxo de los sobacos, y assí estuvo hasta quatro días, hasta que el hijo del Duque de Borgoña y el Obispo de Sant Lorenço la vinieron a hablar.
      Y entraron en la prisión e abrieron una tapia por donde entraron, y fue abierta una finiestra por do podía entrar claridad y aquel gentilhombre muy graciosamente la saludó y díxole:

XXXI
Cómo el hijo del Duque, estando presente el Obispo de Sant
Lorenço, habló con Viana y de la respuesta que ella dio

      _Dulce Viana, ya sabéis que vuestro padre vos ha casado comigo, ¿por qué razón estáis que no queréis? ¿Habéis miedo que estando comigo vos no podéis servir a Dios? Yo os prometo a Dios que como seáis mi muger, yo os daré licencia que hagáis estrecha vida en qualquier manera que vos queráis, por que mucho os ruego que me digáis vuestra voluntad.
      E Viana le dixo:

      _Señor, bien veo que yo soy casada salvante vuestro honor, mas no sois vos aquel que yo tengo en coraçón. Y aún más, que yo no soy para estar en el mundo ni que ninguno pueda estar cerca de mí, y si fuesse cosa honesta, yo vos mostraría las mis carnes, mas allegad acá y mostrarvos he qué sale de mi cuerpo.
      Y ellos se allegaron a ella y sintieron aquel gran hedor que le salía de lo que tenía debaxo de los sobacos, y hedía tan malamente que no lo podieron sufrir, y súpitamente se partieron de allí. Y como Viana vido que avían olido tanto de aquel hedor, díxoles que se fuessen en buen hora: _Que ya vedes cómo soy medio podrida!".
      Y el fijo del Duque de Borgoña y el Obispo ovieron della muy gran compassión y pensaron que aquello le venía de muy gran santidad. Y luego encontinente el moço tomó licencia del Dolfín, como más presto pudo se fue para su tierra y contó todo lo que avía acontecido a su padre, assí que por toda Francia fue tenida por gran santidad aquella vida que hazía Viana'". y entonces el Delfín juró que no saldría sino muerta o ella se tomaría a su voluntad, y hizo que le diessen menos de lo que le solían dar a comer, mas Viana, por amor de París, todo lo comportava.Y París, que
avía sabido por una letra que le avía escrito Eduardo, su compañero, que el Dolfín avía dado marido a Viana, el qual era hijo del Duque de Borgoña, y que se esperava cada día de ser novia, ovo muy gran desplazer, y por otra parte ovo plazer en pensar que ya, pues ella tenía marido, que avría fin su amor, que ya harto le bastava lo que él avía hecho. Mas con todo esso escrivió a Eduardo rogándole que le hiziesse saber el día de la fiesta de Viana y de su bendición, porque él no la pensava jamás ver, mas avía plazer de saber la su fiesta, y que él entendía de ir fasta Roma y luego tomar en Génova, por que mucho le rogava afectuosamente que le escriviesse todo el hecho de Viana.

XXXII
Cómo Eduardo hizo una mina por la qual podía hablar con
Viana y ayudarla en su necessidad

      Eduardo pensó que mientra París sería en Roma cómo podía ayudar a la gran necessidad de Viana por amor de París y ordenó de fazer una capilla dentro en una iglesia que era cerca de la prisión donde estava Viana y mandó cavar tan fondo fasta que falló sus fundamentos de la prisión donde estava Viana y él mismo fizo allí una finiestra por donde podía hablar con Viana. Y le preguntó cómo estava, la qual fue visitada dél y ovo tanta consolación que como vio a Eduardo fue muy maravillada. Y ella le contó la manera que avía tenido con el hijo del Duque de Borgoña y la cautela que fizo con la gallina, y mucho le rogó que siempre escriviesse a París cómo ella lo saludava y cómo avía gran des seo de lo ver.

      Y Eduardo por aquella finiestra le dava cada día de comer buenas viandas y lo que avía menester con que pasasse su vida. Empero él solo tenía la llave de aquesta capilla y ninguna persona entrava sino él. E luego él escrivió una carta a París en que le hazía saber la manera que Viana avía tenido con el hijo del Duque de Borgoña, que ella no avía otra esperança sino la suya y lo saludava mucho.

xxxIII
Cómo París sabiendo la prisión de Viana determinó de se ir donde no pudiesse saber nuevas dél

      Quando fue venido París de Roma, falló aquella letra y leyóla, y tomó tanto dolor que se quiso tornar loco en saber estas nuevas, que ya él pensava que ella oviesse tomado marido y él creía que ya avría fin su amor. Y uvo gran dolor en saber que Viana estava en aquella manera y propuso que, pues assí era, de no estar en lugar donde supiesse ningunas nuevas de Francia. Y oyó dezir que en Venecia se armavan galeas para andar en Ultramar e luego se fue para Venecia. Y como aí fue, ya las galeas eran partidas tres días avía ya y pensó que aquella era una de las sus contrarias venturas, y tornóse en Génova y allí esperó una nao que avía de ir en Ultramar.
      Y estándose para partir, escrivió una letra a Eduardo en que le hazía saber la su partida y que de allí adelante no fiziesse cuenta dél, sino como si fuesse muerto y mucho le encomendó a Viana y la consolación de su padre y de su madre. La qual letra ovo Eduardo y la enseñó a Viana, la qual tomó tanto de dolor y hizo cuenta como si fuesse
muerto. Y assí quedó Viana muy triste y mucho dolorosa en aquella prisión por la partida de París.
      Y París se entró en aquella nao con su paje y fueron en Costantinopla, que era una gran ciudad de los griegos, y aquí París preguntó por el camino de Çati y de las Indias y deprendió a hablar griego y morisco, por tal que ninguno le entendiesse su lenguaje. Y después de dos años, él y su paje aprendieron muy perfetamente aquel lenguaje y entonces París mudó las vestiduras y dexóse crecer las barvas, que parescía que fuese moro. Y fuesse en las Indias de Vescatani y Ornesa y pasósse en las Indias del Preste Juan y allí estuvo algunos días.

XXXIV
Cómo el Dolfín disfraçado passó en las tierras del Soldán donde fue conoscido y preso

      En aquel tiempo era en el pontificado el papa Inocencio, que era muy sancta persona, y en el reino de Francia y toda la christiandad avía paz. Y el Santo Padre ordenó y dio la cruzada contra los moros , y desta cruzada y armada fue regidor y cabeça el Rey de Francia, el qual avía gran devoción de ir en aquella conquista. Y luego encontinente embió por el Dolfín de Viana que viniesse a él, y como fue venido, el Rey le dixo:
      _Godofre, entre todos los otros de mi parentesco yo no siento más sabio ni en quien yo pueda mejor fiar que en vos. Agora vos hago saber en cómo el Papa ha ordenado la cruzada contra los moros y contra el Soldán de Babilonia, por lo qual queríamos que pasássedes allá y que vos os informássedes de aquellas tierras y que digáis a los  christianos que allí están que sean apercebidos para quando será el honor de la santa cruz. Y de las otras cosas que menester serán dexad a mí el cargo, que con la ayuda de Dios yo les daré recado a todo lo que fuere menester.
      Y el Dolfín sin detenerse fue para su casa y dixo que quería ir en peregrinaje, e tomó de la moneda y subió en una nao en forma de peregrino, y pasósse en Suria secreto. Mas no le aprovechó nada, que el Soldán tenía en Roma una espía, la qual le hazía saber todos los hechos y la ida del Dolfín. Y el Dolfín fue en la ciudad de Damasco y en Jerusalén y por todos los lugares ordenó muy sabiamente todas las cosas.
      y como fue en una ciudad que se llamava Rama, que es cerca de Alcaire, el Soldán hizo prender al Dolfín y luego le descubrió todo aquel trato que estava ordenado sin ningún tormento. Y el Soldán hovo de acordar de no le matar, mas embiólo en Alexandría con buenas guardas y mandó que fuesse metido en una cruel prisión. Y aquí estuvo, que no avía esperança a de salir sino muerto.

XXXV
Cómo París tomó amistad con los falconeros del Soldán

      E París estando en la isla del Preste Juan, que avía andado a Tauris y Baldach  y todas aquellas tierras, tornóse a la vía de Damasco. Y como fue en aquella ciudad faltóle la moneda y viendo que era tornado hazia poniente, tomó en coraçón de ir a Jerusalén a visitar el Sancto Sepulcro y los santuarios, y entonces rogó mucho a Nuestro Señor que le diesse consolación y salvación a Viana. En aquellos lugares santos hizo muchas oraciones a Dios que le ayudasse y vínole en coraçón de ir a ver a Babilonia. Y como fue allá no le quedaron sino muy pocas joyas. Y estando en una posada a muy poca costa, muy triste de la su ventura y de Viana, cómo le era estado contrario. Y cada mañana salía fuera de la ciudad a tomar deporte a los jardines que avía. Y allí vinieron muchos falconeros al deporte, entre los quales halcones avía uno que estava mal, el qual falçón el Soldán amava mucho. Y París les dixo un día:
      _Esse falçón me paresce que ha mal de piedra.
      Y dixéronle los falconeros:
      _Muchas cosas le hemos hecho y no aprovecha nada.
      Y díxole París:
      _Hazed lo que yo vos diré y dádgelo a comer con el pasto, que esto le sanará si alguna cosa lo ha de sanar.
      Y los falconeros por probar hiziéronlo assí. A cabo de pocos días el falçón fue sano y estos falconeros entonces tomaron con París muy grande amistad y le hazían muchos plazeres, y el Soldán, por amor del falçón y de aquellos falconeros, hizolo almirante.
      Y estando assí un día dixo a unos frailes:
      _Vosotros, frailes, que sois de poniente, que tenéis al Sancto Padre y tantas santidades, y ciudades y villas y lugares y tanta moneda, mucho me maravillo, si esto es verdad, que comportéis que canes  señoreen estas tierras y estas sanctidades que acá son.E un fraile dixo:
      _Señor, grandes guerras ha havido en las partes de poniente y es esta la causa, por que ha estado descubierto un gran trato, que un gran señor de poniente era venido acá por espiar estas tierras, y el Soldán lo supo y tomólo preso, y lo embió en Alexandría y está en cruel prisión, de que es estado gran daño a los christianos.
      Y dixo París:
      _¿Quién es esse señor?
      Dixo el fraile:
      _Es micer Godofre de Alansón, Dolfín de Viana.
       Y París no mostró que se diesse nada por ello y pensó que la su ventura era llegada, y dixo él al fraile:
      _¡Por mi fe!, yo avría gran plazer de verlo. Y si vos queréis venir comigo, hablaremos con él, que yo no sé la su lengua y vos la sabéis, y avremos gran plazer.
      Dixo el fraile:
      _Yo soy contento.
      Y París estonce se fue a sus amigos los falconeros y díxoles cómo él se quería partir, y que avía menester un mandamiento del Soldán que pudiesse ir seguro por toda su tierra. E luego los falconeros dixeron al Soldán lo que París les demandava y el Soldán, por amor del falçón, le hizo presto su mandamiento, que pudiesse andar y estar por toda su tierra y le diessen todas las cosas necessarias a su voluntad. E fue firmado aquel mandamiento de las
manos de los quatro depurados  con muchos mandamientos y como más firme y fuerte pudiesse ser.
      Y el Soldán fizo traer de muy hermosos vestidos de oro y lo mejor que pudo, le dio de sus dineros gran cantidad y cavallos y todo lo que avía menester. Y él tomó licencia del Soldán y fuesse con el fraile en Alexandría, y allí mostró su mandamiento al Almirante de Alexandría, el qual, como vio tan fuerte el mandamiento, cumpliólo luego encontinente y le hizo muy gran honra.

XXXVI
Cómo París habló con el Dolfín y de la manera que tuvo para le sacar de la prisión

      E París, que mucho desseava ver al Dolfín, fuesse un día a la prisión y preguntó a la guarda quién era el prisionero y si sabía fablar la lengua morisca, y dixéronle las guardas que no, mas que muchos farautes aí avía con quien podía hablar. Entonces dixo París:
      _Yo me verné acá cadaldía'? a hablar con él y traeré comigo un faraute, que gran plazer avré de hablar con él.

      Y partióse de allí. Y otro día por la mañana vino con él el fraile y díxole que lo saludasse de su parte, y el fraile no pensava que París supiesse la lengua de Francia. Y díxole las saludes de París y cómo él era de coraçón y de voluntad christiano, que avía hecho mucho bien a christianos y que no era allí venido sino por él y por consolarlo, y muchas buenas palabras le dixo. E París, queriendo saber qué era de Viana, hízole demandar si havía muger, hijos o hijas. y el Dolfín començó a llorar y contóle cómo avía muger y una fija, la qual estava en prisión, y le contó toda la verdad y ventura de Viana. Y allí hablaron de la mucha cortesía de los de poniente, tanto que el Dolfín le paresció que fuesse fuera de la prisión, tanto lo consoló París. Y díxole al Dolfín el fraile que mucho más bien avía en aquel buen hombre que no él dezía.
      E assí se partieron y París dixo a las guardas que muy gran plazer avía tomado en hablar con aquel, por que les rogava que le ayudassen a passar la su vida y que le hiziessen buena compañía, y ellos, por amor de París, muchas vezes le mejoravan la vianda. Y un día París dixo al fraile:
     _Por cierto, gran compassión he de este hombre, por que vos digo que si vos queréis venir comigo, yo le delibraré de prisión, pero he duda de una cosa, que como fuesse en su tierra no me baldonasse. Y yo no he ningún oficio de que pudiesse bivir y antes que yo le saque querría que me prometiesse y jurasse de me mantener.
      Y dixo el fraile:
      _Esso es gran peligro, empero yo aparejado soy de morir por tal cosa y yo le hablaré de buena voluntad.
      Y luego el fraile se fue para la prisión al Dolfín y díxole cómo aquel buen hombre lo querría librar de prisión.   _Mas que tiene duda que quando serés en vuestra tierra no lo baldonéis.
      Y el Dolfín dixo:
      _Yo le dó muchas gracias a él y a vos, que esta es muy peligrosa cosa y no lo merezco que hiziesse tanto por amor de mí, pero me plazería, si tan gran peligro no fuesse. Pero dezilde que no dude que yo soy aparejado de jurar sobre el cuerpo de Jesuchristo que si él me saca de aquesta prisión, yo le faré señor de todo mi Dolfinazgo, solo que muera en tierra de christianos.
      Y el fraile tomó esta respuesta a París y luego mandó consagrar el cuerpo de Jesuchristo.
      Y fueron a la prisión y allí el Dolfín juró que él haría todas las cosas que él demandasse, y en señal de amistad él rescibió aquel sancto sacrificio, y París de presente se partió de allí con el fraile. Y pararon mientes hazia la mar y hallaron un navío de genoveses que passava a tierra de allende que vogava con pocos remos. E París habló con el patrón y díxole lo que quería fazer del Dolfín, y diole gran suma de moneda y que los quisiesse llevar, y aún le hizo
muy gran proferta de parte del Dolfín, en tal manera que el patrón lo otorgó de llevar.
      E París luego se tomó a la ciudad donde estava en prisión el Dolfín y buscó tenazas y martillo y otras cosas que eran necessarias con muchas buenas viandas y mucho buen vino.
      Y él se fue a las guardas y díxoles:
      _Señores, pues tanto de plazer me avéis hecho, de mañana yo me parto, porque aquesta noche yo querría tomar plazer con vosotros.E dioles muchas de viandas y muy buen vino. Y como vino el primer sueño fueron todos
embriagados de sueño y de vino, estavan quasi todos muertos. E París tomóles las llaves de la prisión y dixo al fraile que desferrase al Dolfín tan secretamente como podiesse y que él ternía mientes a las guardas, que si se moviessen, que él los mataría, y si no se moviessen, que él no les haría mal ninguno. Y el fraile abrió la prisión y desferró las manos y los pies al Dolfín y lo vistió en forma de moro.
 

XXXVII
Cómo el Dolfín y París y el fraile entraron en el navío y hizieron vela para Chipre

      Saliéronse todos de allí y fuéronse a la ribera de la mar, y allí ellos entraron en el navío con muy gran alegría, el Dolfín, y París, y el fraile y el paje de París y hizieron vela. Y Nuestro Señor Dios les dio tan buen tiempo que jamás no pararon fasta Baruch, y allí descendieron en tierra _que entonces Baruch era de christianos_ y el Dolfín tomó tanto plazer quanto pudo, y allí se hizo prestar moneda. Y partieron de allí y fueron a la isla de Chipre, donde era rey uno que era de la casa de Francia, y conosció al Dolfín y hízole muy gran honra y diole mucha de su moneda. Y diole dos galeras que lo truxeron fasta Aguas Muertas y fueron en el Dolfinazgo con muy grandíssima alegría. E fueron recebidos honradamente y con muy gran plazer y con gran fiesta, y duró bien veinte días.
      E Diana, veyendo al Dolfín, tomó consolación y alegría de su venida. Y un día el Dolfín hizo llegar toda su gente y díxoles:
      _Señores, por vuestra cortesía vosotros avéis muy gran plazer de nuestra venida, por que os ruego muy mucho que deis gracias a Dios Nuestro Señor e después a aqueste buen hombre. Y todo quanto esperavais de mí y de mi señorío quiero que ayáis en aqueste christiano estrangero, el qual me delibró y ha sacado de prisión, que quiero que en mi vida y después de mi muerte aya mi señorío, y aún le quiero hazer mucha honra como a cosa sancta, que él es el mejor hombre y más santo de todo el mundo.

XXXVIII
Cómo París rogó al Dolfín que sacasse su hija de prisión y gela diesse por muger

      Ansí que el Dolfín y toda su gente estavan a plazer y honor de París, y él escuchava y veía y jamás nunca fablava. Y dixo al fraile que dixesse al Dolfín que aquella fija que tenía en prisión que la sacasse y que la perdonasse y se la diesse por muger. Yel fraile lo dixo al Dolfín y el Dolfín dixo:
      _Yo soy muy bien contento, mas yo no puedo hazérselo otorgar por fuerça.
      Y embióselo a rogar con el fraile y con el Obispo de Sant Lorenço y que ella lo quisiesse otorgar y tomar por marido, y porque lo otorgasse luego les otorgó y les dava todo su Dolfinazgo.
      Y el fraile y el Obispo fueron a la prisión y dixéronle cómo su padre la perdonava y que quisiese por marido aquel buen christiano que avía sacado a su padre de cativerio, que él era de noble sangre y de buen lugar. E Viana, que gran tiempo avía que no avía visto gente, alçó los ojos al cielo y dixo:
      _De aquesto que mi padre me ha perdonado y quiere que sea en mi libertad yo le doy muchas gracias, mas yo no soy para estar en el mundo, que bien lo sabe el Obispo que aquí está presente, que él fue aquí con el hijo del Duque de Borgoña y desde entonces acá siempre me ha empeorado la llaga . Por esso no só agora para bivir en el mundo ni menos otorgaría tal fecho, y dezid a mi padre aquesta mi causa.
      y el Obispo y el fraile dixeron aquestas palabras al Dolfín, y el Obispo dixo que verdaderamente ya era medio podrida. Y París, que sabía por una letra de Eduardo, su compañero, todas las maneras que Viana avía tenido con el hijo del Duque de Borgoña, dixo que en todas maneras él quería hablar con ella. Y tornáronse todos tres allá a la prisión donde Viana estava e París hizo que el fraile la saludasse dulcemente y que le dixesse de su parte:
 

XXXIX
Cómo París habló con Viana y de lo que ella le respondió

      _Señora Viana, ya sabéis cómo vuestro padre vos ha dado a mí por muger, plégaos que lo queráis otorgar. Y no vos maravilléis porque me veáis assí, que yo vengo de buen linaje y de muy buena gente allá en mi tierra, y si vos supiéssedes quién soy, creo que os plazería comigo.
       Mas aunque por otra cosa ninguna no fuesse sino por ayer sacado a vuestro padre de la presión, yo he dexado todo quanto en el mundo avía y me he metido en muy gran peligro y arrisco, y por sola aquesta razón vos devríades con buena voluntad de me tomar por marido.

      Y Viana, que era muy mucho discreta, respondió y dixo:
      _Ciertamente yo he muy bien oído y entendido que vos sois de tan gran valor y de tanta nobleza y tan virtuoso como ya pueda ser, y que venís de muy buen linaje y avéis hecho tanto bien a mi señor padre que jamás yo no sería suficiente de darvos el galardón. Y sabed, señor, que no solamente vuestra muger, mas vuestra esclava, mas yo no os quiero engañar, dezirvos he la verdad. Y sabed que yo tengo una enfermedad por la qual yo no soy para estar en el
mundo porque en otra manera yo fuera muy bien contenta. Empero allegadvos acá un poco y verlo eis.
      Y ella usó con él de aquel engaño que avía hecho con el hijo del Duque de Borgoña. Y el Obispo y el fraile y París, todos tres, se llegaron allá y sentían aquel tan gran hedor que apenas podían allí estar. E París no mostrava que sentía cosa ninguna. E Viana le dixo:
      _Señor, ¿este hedor no lo sentís vos?, yo creo que devéis estar resfriado.
      Y París dixo al fraile:
      _Yo de aqueste hedor que ella dize no siento nada, ni por aquesto yo no la dexaría jamás, ni partiré de aquí fasta que ella lo aya otorgado.
      Y Viana le dixo:
      _¡Por Dios, señor!, vos no queráis porfiar en esto, si no haréisme dar con la cabeça por las paredes fasta que salgan los sesos y vos seréis causa de la mi muerte.
      Y entonces París le respondió y le dixo:
      _Señora, no hagáis, que de aquí adelante no vos diré cosa que a vos no sea en plazer y voluntad; mas ruégovos que de aquí adelante penséis en esta cosa fasta de mañana, que yo me tornaré aquí y darme heis respuesta. Y consejadvos con aquesta vuestra compañera y yo le ruego que ella vos quiera dar el consejo.
 

XL
Cómo París y el fraile tornaron a hablar con Viana y cómo le descubrió quién era

      E como fue otro día por la mañana, París y el fraile, sin el Obispo, tomaron a la prisión donde estava Viana. E París dixo que le dixesse el fraile a Viana:
      _Señora, ¿qué es lo que avéis pensado deste vuestro matrimonio?
      Y ella le respondió:
      _El mi pensamiento es este, que quiero complir el voto y promessa que tengo hecho a Dios.
      Entonces dixo París:
      _Pues assí es, señora, que vos no queréis hazer por mí ninguna cosa ni me queréis otorgar por vuestro
marido, que vos plega de traer por mi amor una de mis sortijas.
      E Viana, porque no estuviesse más allí importunándola, otorgógelo. Entonces París, el qual había bien guardado el anillo con la piedra de diamante que Viana le avía dado a él en la iglesia, sacólo del dedo y diógelo, y luego encontinente salieron de la prisión. Y París dixo al fraile:
      _Esperadme vos un poco aquí fuera, que quiero tomar a ver qué haze Viana.
      Y el fraile le esperó allí de fuera. Y quando París entró halló que Viana estava mucho maravillada de aquel diamante, que ella bien conoscía que era aquel que avía dado a París en la iglesia. E París, desque que la vido estar assí pensosa, dixo:
      _Señora mía, mucho graciosa y gentil, ¿cómo estáis pensosa? ¿Paréceos que aquesta mi joya sea assí cosa suez? que a lo menos no me digáis muchas mercedes? Pues ciertamente ella es la más gentil joya que en toda mi vida aya tenido.
      Y Viana, que estava mucho maravillada del diamante, fue mucho más maravillada de que vido lo que hablava, que jamás lo avía oído hablar, y de grandíssimo miedo que ovo temblava toda. Y París estonces le dixo:
      _Señora Viana, tome vuestro pensamiento en alegría, ca yo soy París, vuestro leal amigo y servidor, el qual Nuestro Señor Dios ha traído en aquesta ventura.
      Y Viana alçó los ojos al cielo y dixo:
      _¡O, Dios verdadero!¿ Y será verdad aquesto que dize y veo o si es visión o encantamiento?
      Y París le dixo:
      _¡O, Viana!, no ayáis temor, ca yo no soy visión ni encantamiento, antes soy París, el qual vos dexé en la iglesia con Isabel y hize voto y promessa, y vos a mí, del vuestro leal matrimonio.
      Y Viana, que por aquestas palabras que ella sabía que assí avian passado conosció que aqueste era París, y por el gran amor que ella le avía, començava de llorar tan fuertemente que a malas penas se pudo tener en sus pies, y dexóse caer en los braços de París. Y París la confortó lo mejor que pudo, muy dulcemente. Y como fue tomada en su acuerdo, ella demandava de su ventura cómo le avía contecido. E Isabel, que era un poco lexos, vida que Viana era entre los braços de París, maravillóse mucho y dixo:
      _Muy dulce señora, ¿qué es aquesto?
      Y Viana le respondió:
      _Muy amada hermana mía Isabel, ven tú y avrás tu parte de aquesta ventura, que assí también tuya como mía. Cata aquí, aqueste es aquel muy dulce amado mío, París, que nosotras amamos y tanto desseamos.
      E Isabel luego encontinente lo conosció, y fue tanta de alegría entre todos tres que no ay escriptura que lo pudiesse declarar. Estonces París dixo:
      _Muy dulce Viana, vuestro padre se piensa que yo sea persona estraña, por que vos ruego mucho que vayamos delante dél
      Y salieron todos tres de la prisión y fuéronse fuera, y hallaron al fraile que esperava  a Pris, el qual se maravilló mucho de aquesto, y fuéronse todos quatro delante del Dolfín.

XLI
Cómo París y Viana se presentaron delante del Dolfin y cómo le descubrió quién era demandándole perdón, y del despososrio y fiestas que hizieron

      El Dolfín y su muger que vieron venir a Viana, que avía tres años que no la avían visto, comencaron de llorar fuertemente. Y el Dolfín le dixo:
      _Dulce hija mía, ya sabéis cómo aqueste noble hombre de buena sangre y buen christiano me ha sacado de la cruel prisión de los moros, por esso vos ruego que lo queráis recebir por marido.
      E Viana le dixo:
      _Señor padre, presta soy de fazer lo que vos mandardes y ruégovos que me perdonéis las cosas passadas y me deis vuestra bendición.
      Y el Dolfín encontinente la abraçó y la besó, y le dio su bendición y le dixo que de Dios Nuestro Señor fuesse perdonada. Estonces París tomó una espada por la punta desnuda y se fincó de rodillas, y dixo:
     _Muy alto y muy noble señor mío, yo vos ruego caramente que me queráis perdonar, ca yo soy París, vuestro servidor, el qual he errado mucho contra vuestra alteza, mas mi ventura me ha traído en este passo. Y, muy alto señor, si no me queréis perdonar, ruégovos que toméis aquesta espada y tomad de mí la venganca que a vos plazerá.
      E quando el Dolfín vio que aqueste era París, estuvo mucho espantado, que una hora entera passó que no le pudo hablar, y encontinente tomólo por la mano y levantólo de la tierra y lo besó y abraçó, y le dixo que de Dios y dél fuesse perdonado. Y encontinente lo hizo desposar con Viana y hizo hazer gran fiesta, la qual duró veinte días, y el padre y la madre de París vinieron con gran consolación.
     E fue por toda Francia tenida aquesta por muy gran santidad, y por esto es escrito en la historia y vida del Dolfín y de la señora Diana su muger. E París hovo dos fijos y dos hijas de Viana, su muger. Por estonces el Dolfín hizo herederos a los nietos, y murió el padre y la madre de París, y ellos no bivieron después mucho tiempo, mas aquella vida fue gran consolación. E después de la muerte de París, quedó Eduardo, su caro amigo, heredero de todos los bienes de su padre y madre, y diéronle por muger a Isabel, la compañera de la señora Viana, y diéronle muy gran quantidad de moneda y de joyas y otras cosas muchas.E París y Viana bivieron por espacio de quarenta y cinco años y ovieron cinco hijos, y fueron los quatro hijos y una hija. Fueron muy temerosos de Dios y assimismo bien quistos
de toda la gente, y assí paresció que la su ventura les fue venida por Dios.
     Y por otra parte, París y Viana hizieron muy sancta vida, assí que después de sus muertes hizo Nuestro Señor por ellos muchos milagros, y entrambos murieron en un año. E después de su muerte sucedieron sus hijos, los quales fueron muy buenos christianos y hizieron tantas noblezas que se cree que serán sanctos en paraíso, en la gloria de Dios para siempre jamás, amén.


Fue impresso el presente libro de París y Viana
en la muy noble y más leal ciudad de Burgos
por Alonso de Melgar. Acabóse a
viii días del mes de nobiembre,
año de Nuestro Salvador
Jesuchristo de mil y
quinientos y xxiiii
años.
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