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Dije ayer al padre Arenas: «¿Dó vais tan ligero, dónde?» Y veis aquí que responde: «A oír pláticas obscenas». «Pues he de ver con quién tratas», díjeme para mi adentro: conque lo busqué y lo encuentro confesando a las beatas. |
No sé por qué amor platónico llaman al que es puro y casto; porque, si es amor de ayuno, ¿para qué hace falta el plato? |
«¿No valgo yo más que un burro?», con fea voz de abejorro decía ayer en un corro envaneciéndose un curro.
Yo, para poner remedio a su mucha tontería, le repuse que valdría por lo menos burro y medio.
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El sátrapa don Antonio exclamaba el otro día: «¡Es muy pesada, a fe mía, la carga del matrimonio!»
Y entonces, con mucha sal, repuso la bella Inés: «Por eso tengo yo tres que ayuden a mi Pascual».
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Cierta noche que Pilar de dormir tuvo deseo, dijo: «Quisiera dormir en los brazos de Morfeo».
La oyó una beata de éstas gruñonas en demasía, y exclamó: «¡Qué deshonestas son las muchachas del día!»
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