Como río que pierde sus riberas mi corazón invades. Yo te siento en cuanto se repliega el pensamiento hacia sus más recónditas laderas. Quema tu paso, queman tus hogueras y la razón se queda sin sustento. El alma la modela el sentimiento y se exaltan las viejas primaveras. ¡Oh ciega fuente de melancolías que se lleva tan sólo nuestro olvido y nos deja tan sólo la tristeza! ¡Cómo mueres en mí todos los días y en tu niebla recobra su sentido la España a la que vuelvo la cabeza!
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Al dolor del destierro condenados _la raíz en la tierra que perdimos_ con el dolor humano nos medimos, que no hay mejor medida, desterrados. Los metales por años trabajados, las espigas que puras recogimos, el amor y hasta el odio que sentimos, los medimos de nuevo, desbordados. Medimos el dolor que precipita al olvido la sangre innecesaria y que afirma la vida en su cimiento. Por él nuestra verdad se delimita contra toda carroña originaria y el destierro se torna fundamento. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE EL EXILIO |
Tu corazón caliente, derribado, levanta un estandarte en la mañana por la pendiente del dolor cruzado. Contra el rumbo del aire, se devana gran madeja de muerte en tu cintura enredada de sangre en tu ventana. Entre nieblas de pólvora, va oscura la mano que te lleva hacia estaciones que clavarán la muerte en tu espesura. ¡Camaradas, de esbeltos corazones, vedle, muerto, caído, prisionero, del ataque de mudos tiburones! ¡Vedle, pronto, vosotros, marinero, aviador, tanguista, combatiente, navegando sin vida, sin remero! ¡Qué se aparten las manos de su frente, que en pañuelos de sangre, no vencida, van bordando un gemido transparente! De pie, junto a su mano descendida, firmes estamos, el fusil al brazo, muro ardiente sobre la pena erguida PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA |
Tu destino, paloma, se mecía dulcemente, cuajada de inocencia todavía, cuando Picasso te dio otras alas para emprender con ellas un nuevo vuelo. Hasta entonces, el luto se perdía en tu blancura e ignorabas el color de la tragedia. Con tu vuelo volaba transparente una carga de luz y de pureza. Fatigados de muertes y de guerras asombrados e incrédulos, los hombres contemplaban tu vuelo entre nubes tan blancas como tus blancas alas. Allá arriba, tú, paloma inocente; aquí abajo, los hombres culpables de sembrar la carroña, de destruir los sueños, de abrir las compuertas de las presas del odio. Aquí, abajo, las sábanas ya tejidas para cubrir a los muertos de la próxima guerra. Aquí las desesperadas madres, maduras para el llanto, esperando aterradas que el árbol de la muerte arroje sus primeros frutos. Pero, ¿otra vez nuestra sangre abonará los campos?; ¿otra vez con una semilla implacable fructificará, sin desmayo, el crimen?; ¿otra vez un río de huesos descarnados, despeñaderos de rígidos cuerpos, océanos de ojos apagados, vendavales de gritos desgarrados? ¡La guerra! Sí, la guerra. No, no, pronto, pronto, frente a ella, un mar de aguas iracundas, montañas de brazos levantados, muros de piedras sublevadas, uñas, garras y puños que salen a su encuentro. Y tú también, paloma, la tierna paloma de otros días que ha perdido, aquí abajo, la inocencia y que ahora ya sabe que el dolor y la muerte, la miseria y el hambre _si no en el cielo_ en este mundo existen. Que sabe ya que el dolor se cosecha porque unos hombres lo siembran. Sabe ya que las heridas se agrandan si las lenguas enmudecen, si los ojos se cierran y las manos se ablandan, que el luto de las madres crece si crece el silencio de los hombres. Y la paloma vuela bajo casi rozando el suelo con sus alas, casi fundida con el dolor humano. ¿Qué paloma es ésta que convoca a los hombres, en Moscú y Estocolmo, en Rabat y Calcuta, en La Habana y en México, cuando el cielo se nubla entre rayos que anuncian una tempestad de acero, nuevas cumbres de espanto, nuevo calvario de los hombres ya fatigados de muertes y de guerras. ¿Qué paloma es ésta que llama a la vida contra la muerte, a la memoria contra el olvido, a la blancura contra el luto, al grito frente al silencio cómplice, a la insurrección de la palabra contra la inercia del cuerpo? ¿Qué paloma es ésta? Es la Paloma de la Paz, la paloma que vuela esperanzada desde el pincel de Picasso. (México, D. F., abril de 1952) PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A PINTURAS |