Agustín Millares 

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Canción de la calle

Nostalgia incontrolada

Poema vestido de gris

No vale

 

CANCIÓN DE LA CALLE

 

La calle que tú me das

-calle ausente todavía-,

no será tuya ni mía.

Calle de todos será.

 

Por el momento no es más

que una canción encendida,

una estrella fugitiva

que soñamos alcanzar.

 

Por de pronto se nos va

de los ojos, como el día;

volando, como la vida,

sobre la tierra y el mar.

 

La calle que tú me das,

no será tuya ni mía.

Habrá de ser compartida.

Calle de todos será.

 

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NOSTALGIA INCONTROLADA

 

Aún tengo arena en los pies

De aquella remota infancia

Aún mis huellas en la playa

Como orígenes se ven

De las actuales pisadas

Aún por las aguas borradas

Vuelven con el tiempo a ser

Convergencias confirmadas.

Aún tengo el clavo en la piel

Aún llevo el cubo y la pala

Para fabricar montañas

A la altura de mi sed

Aún me subyuga ser pez

La bajamar y la barca

Y hacer burla de la red

Con velas recién infladas.

Aún mi memoria da fe

De aquella peña esmeralda

Centinela de mi casa

Aún declaro en el papel

Que en su cintura jugué

Que disfrutando el ayer

Me alcé sobre sus espaldas

Con deseos de crecer.

Aún me pregunto por qué

Me enamora la distancia.

 

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POEMA VESTIDO DE GRIS

 

Conversación sostenida

largo tiempo.

Nube encinta.

Aguacero.

 

Resultado del encuentro:

La ceniza,

a destiempo

sacudida

-fallo de puntería-,

dispersa por el suelo.

 

Cenicero

dobladas bajo el peso

de los dedos.

 

Final y despedida.

 

Silencio

y humo espeso.

 

Las voces, en desorden, rompen filas.

 

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NO VALE

Te digo que no vale

meter el sueño azul bajo las sábanas,

pasar de largo, no saber de nada,

hacer la vista gorda a lo que pasa,

guardar la sed de estrellas bajo llave.

Te digo que no vale

que el amor pierda el habla,

que la razón se calle,

que la alegría rompa sus palabras,

que la pasión confiese: Aquí no hay sangre.

Te digo que no vale

que el gris siempre se salga

con la suya, que el negro se desmande

y diga cruz y raya,

al júbilo del aire.

Vuelvo a la carga y digo: Aquí no cabe

esconder la cabeza bajo el ala,

decir no lo sabía, estoy al margen,

vivo en mi torre sólo y no se nada.

Te digo y te repito que no vale.

 

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