QUE SE DECLARA VICTIMA DE SUS ENCANTOS Dices que te persiguen las mujeres ¿no será tú el que corres ante ellas protestando de cómo, aunque no quieres, ni tu lecho respetan ya las bellas? Delirantes asedios fantaseas que relatas a todo el que te escucha ¿por qué para aclarar esa ideas febriles no te alivias en la ducha? ¡Tantas me acosan que no doy abasto! repites, y yo atónita me quedo. No extrañes de esta burla ser el pasto en el humor rimado de Quevedo porque mostrase seductor y casto más bien parece ser quiero y no puedo. |
AUTOR NOVATO No llegará a escritor mientras no tenga por eficaz agente literario quien haga de su obra el ideario que al editor de mas media convenga. No redacte una línea sin la renga dictada por su fideicomisario para así complacer al empresario sin que ningún desvío lo entretenga. Láncese hacia la fama de cabeza escribiendo deprisa, corto y claro como para lectores subnormales que son legión y pagan sin pereza con tal de divertir su coco ignaro. Ponga de sexy y light partes iguales no critique, no irrite y aún con I.V.A. venderá pronto y bien cuanto usted escriba. |
PARA NECIAS ACALORADAS Érase un hombre a un pito atornillado, érase un mascarón superlativo, érase el propio Falo redivivo érase un torreón desenvainado, érase un priaprismo tan osado que perdiera de vista hasta el ombligo, un ciprés surtidor intempestivo, espolón pertinaz siempre engallado. No le pidáis ingenio ni prudencia porque exigirle fuera desvarío a un Tarzán bien dotado, inteligencia, o a un King-Kong miramientos y albedrío que para consolar una impaciencia hasta un orangután cubre el avío.
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Pero tú, Nora, sal, abre esa puerta aunque te tiemble el pulso, ábrete paso, crece, madura, ser mujer acaso sea afirmarse en una herida abierta. Deja atrás esa trampa que, encubierta, te encarcelaba en su horizonte escaso sometiendo tus sueños al fracaso de una prisión dorada, pero cierta. No vuelvas la cabeza si no quieres que en sal se esculpa, yerma, tu estatura. Esa fuerza naciente que ahora eres no ha de rendir el árbol de su altura. Tienes la tierra ante tus pies: ¡Avanza! He puesto en tu coraje mi esperanza.
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