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Ana Tapia Cuadra |
Mira el ojo...
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Mira el ojo azulgris de las Valkirias. Es como fuego helado. Ellas eligen siempre los cadáveres del día con sanguinario ímpetu ellas las Waelcyrgean son crueles ciudadanas de lo indómito, empujan a la batalla a seres como yo tan débiles y sólo la hidromiel cuando morimos al ocaso ofrecen las Valkirias en el nombre de Odín. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE SERES MITOLÓGICOS |
A Ramia Behn la cogió la policía una tarde al salir del ambigú. Pobre Ramia Behn pobre Ramia, ven y cuéntanos a todos tu desgracia en la noche y no mires no mires al soldado que te viola en el furgón sino a los que hay detrás. A Ramia Behn la golpearon por gritar y desde entonces su espanto está mudo mudo de sangre y verde militar vuelve a su aldea y los niños no la quieren porque ya no es mujer sino un espectro y mira hacia atrás, mira atrás porque ya es lo único que sabe hacer: cerrar los ojos, ver el látigo, el puñal, las embestidas, Ramia Behn no puedo imaginar cual es tu cénit de dolor o qué se esconde detrás de tu memoria mancillada que es un baúl denso y poderoso y lo custodias con rabia cada tarde al salir del ambigú mientras contemplas cómo se va alejando la luz del horizonte y tu futuro y tu vida. |
Antes de que los misioneros prohibieran la lascivia jóvenes samoanas disfrutaban de su feminidad tras las palmeras. Antes de que los hábitos condenaran los púberes deslices había un baile de vulvas cada noche en Samoa y el amor era sólo una consecuencia probable de la fricción. Jóvenes enhiestos vigilaban la casa del padre de las chicas y competían por ver el número de orgasmos que podían alcanzar. Follar era sinónimo de ser feliz antes de los curas y su hisopo reseco y su libro de letras poderosas que era como una llave que cerraba las vulvas y achataba las vergas. Antes de que los misioneros prohibieran la lascivia jóvenes samoanas convertían con sus manos la selva en un gran lecho voraz, feliz, impúdico y antiguo. |
Es posible que esta no sea la vida que queremos. Hubiésemos preferido un barco y una bolsa de guineas para reinventarnos cada vez en un mar distinto. Nuestro espíritu es nómada iracundo y no sabe volver. Recorrido sin norte: nuestras vidas. Sabemos que hay algo más allá pero desconocemos su sustancia. Es posible que erráramos la vida un día y desde entonces damos vueltas en círculo alrededor del perímetro exacto de nuestra desdicha. |