Andrea Luca

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Herencia de fuego

No son las cosas...

Hay que vivir la vida como un sueño...

Abrázame desde tu vaporos estado...

Herencia del fuego
 Aprendo, desaprendo, me prendo
como la chispa sobre la paja.
                                                  Alumbro
y me extingo en la posibilidad de la vela.
                                                  Devoro y calcino
cuando el fuego es mi hambre,
también ilumino el íntimo rincón
de la alcoba. Soy llama
que a sí misma se nombra.
                                                  Llamada
y llamarada en un bosque bajo el trueno.
soy rayo que ilumina y serpentea
con eléctrica convulsión en la noche
de la sangre. Y humo que se alzará
de mi sombra como un volcán durmiente
donde bailan las pavesas.        
   
   

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No son las cosas
lo que las cosas son:
el hombre fagocita
toda la materia
y la convierte en epidermis
de su culto. No hay hechos,
sino juicios, y todo es
y no es según el traje de la época.
Habituados al rebuzno,
con las riendas bien sujetas,
la vida es una espuela
que dirige el camino.
No  hay tiempo de pensar
más que en el giro o pirueta
que haga sobrevivir al estómago.
No  son las cosas
lo que las cosas son
ni nunca fueron
                                                  ni serán,
mientras no nos crezca la cabeza
                                                  hacia dentro
y desandemos el camino
de regreso al Edén.

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Hay que vivir la vida como un sueño.
Respirar el fondo profundo de la pesadilla
sabiendo que hay un despertar.
Hay que vivir la vida como si tuyo
fuera el guión y otro el protagonista:
la calle en un día de lluvia
contemplada desde la ventana.
Vivir es el humo del cigarro
que se consume entre los dedos.
Sólo la ceniza perdura, Ave Fénix
en metamorfosis.

Vivir es una maravilla con Alicia
en el país del cuerpo, y un naipe
en la mano que se deshoja
igual que las margaritas.

 

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Abrázame desde tu vaporoso estado

 y gózame según convenga a tu humano instinto:

si hombre, seré una brisa marina

 y todo el mar habitará mi rictus bivalvo;

si mujer, para ti el polen de la floresta

 y el peso frutal de mi árbol.  Pero cuando activo

sea mi deseo, ¿quién de ti encontraré?

Si como mujer pido, sé álamo;

si como hombre, dos montañas y un volcán.

Y así en vaivén mi dualidad se pierde

 sé espejo de abrazador azogue

donde el vaho de mi suspiro quede atrapado

y sea también foto de nuestro álbum familiar.

 

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