Es el padre de tierra quien busca entre los restos del naufragio, quien llora los cielos donde acaso fuimos felices. Antes de emprender la huida, miramos a Dios como un animal que sabe cuál será su castigo. Por tus venas de Ítaca cabalgan mis heridas y nos someten a la locura. Padre de tierra. Brotarán, como soldados de viento, los hijos de tus hijos. (De El aleteo de los peces)
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Mi nacimiento o Nacimiento |
El sueño o la cama
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El venado herido o soy un pobre venadito Versión de un cuadro homónimo de Frida Kahlo
Alguien lanzó las flechas desde el otro lado del bosque, allá donde las pasiones duennen el sueño endurecido de las bestias. La herida se ha convertido en un entramado de miel y de llagas azules dentro del corazón de los amantes. En mi mente se origina un pensamiento extraño ... Recuerdo un país lleno de agua y las flechas flotando a mis pies ... Allí, los caballos bailaban sobre el sonido esquelético de la luna. Yo lancé las flechas para comer de la carne de los sueños. Y ahora, me he convertido en la presa, un venado que vaga por el bosque de las lamentaciones sin encontrar un camino ni palabras misericordiosas. Algunas tardes doblo mis cuatro patas y bebo de la orilla del lago. Luego contemplo esas ramificaciones amarillas que se extienden como mapas del miedo por mis venas. El bosque ha llorado dagas flexibles sobre el cristal de los soñadores. A esas horas, a punto de comenzar la noche, los cangrejos dorados lamen la sangre de mis heridas y las hormigas se bañan en mis lágrimas de cera. Creo que he llegado al territorio de las estatuas. (Primer Premio Certamen Florencio Quintero) PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE PINTURAS |
Ignoro quién me trajo a este momento,
A
esta caricia en la carne abierta (De Nouveau, vieux séjour) |
Against
you I will fling myself,
Hace
una semana que comenzó la primavera, aunque sólo tímidamente ha
asomado su rostro y todavía en la chimenea del salón arden los
leños. Me gusta acercar mis manos casi transparentes al fuego,
extasiada con el baile de las llamas, y creer que en la diminuta
hoguera algún brujo maligno expía su culpa. Esos demonios que, sin
previo aviso, se instalan cómodamente en mi cerebro. (Cuentos de Bloomsbury) |