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De pánico terror sobrecogida... Real y verdadera historia de los crímenes... De Dios Los Diez Mandamientos Por una Real provisión... |
mi débil existencia en este instante, ve la parca cruel con su cortante guadaña atroz amenazar mi vida. Viene de sanguijuelas precedida entre ruibarbo y quina fulminante sobre la roja sangre palpitante de míseros humanos producida. Piedad ¡oh Dios! en tan terrible trance libradme del espectro moribundo antes que a mi morada se abalance. Mas ¿qué digo?, infeliz, yo me confudo: pretendo que la muerte no me alcance y está lleno de MÉDICOS el mundo.
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Me gusta ver el cielo con negros nubarrones y oír los aquilones horrísonos bramar; me gusta ver la noche sin luna y sin estrellas, y sólo las centellas la tierra iluminar. Me agrada un cementerio de muertos bien relleno, manando sangre y cieno que impida el respirar; y allí un sepulturero de tétrica mirada con mano despiadada los cráneos machacar. Me alegra ver la bomba caer mansa del cielo, e inmóvil en el suelo, sin mecha al parecer, y luego embravecida que estalla y que se agita y rayos mil vomita y muertos por doquier. Que el trueno me despierte con su ronco estampido, y al mundo adormecido le haga estremecer; que rayos cada instante caigan sobre él sin cuento, que se hunda el firmamento me agrada mucho ver. La llama de un incendio que corra devorando y muertos apilando quisiera yo encender; tostarse allí un anciano, volverse todo tea, oír cómo vocea, ¡qué gusto!, ¡qué placer! Me gusta una campiña de nieve tapizada, de flores despojada, sin fruto, sin verdor, ni pájaros que canten, ni sol haya que alumbre y sólo se vislumbre la muerte en derredor. Allá en sombrío monte, solar desmantelado me place en sumo grado, la luna al reflejar; moverse las veletas con áspero chirrido igual al alarido que anuncia el expirar. Me gusta que al Averno lleven a los mortales y allí todos los males les hagan padecer; les abran las entrañas, les rasguen los tendones, rompan los corazones sin de ellos caso hacer. Insólita avenida que inunda fértil vega, de cumbre en cumbre llega, y llena de pavor, se lleva los ganados y las vides sin pausa, y estragos miles causa, ¡qué gusto!, ¡qué placer! Las voces y las risas, el juego, las botellas, en torno de las bellas alegres apurar; y en sus lascivas bocas, con voluptuoso halago, un beso a cada trago alegres estampar. Romper después las copas, los platos, las barajas, y abiertas las navajas, buscando al corazón; oír luego los brindis mezclados con quejidos que lanzan los heridos en llanto y confusión. Me alegra ver al uno pedir a voces vino. mientras que su vecino se cae en un rincón; y que otros ya borrachos, en trino desusado cantan al Dios vendado impúdica canción. Me agradan las queridas tendidas en los lechos, sin chales en los pechos, y flojo el cinturón, mostrando sus encantos, sin orden el cabello al aire el muslo bello... ¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!
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¿Quieres ser liberal? Ten entendido que has de traer muy bien compuesto el pelo, gran corbatín, y cual el mismo cielo de las lucientes botas el bruñido. Con las damas serás muy atrevido; habla de la creación con grande celo, y para gozar placeres sin recelo, echa la religión luego al olvido. Siempre constitución y ciudadanos; siempre la ley resonará en tu boca; a los serviles llamarás villanos, pancistas pitancines, gente loca; y serás sin empeño ni cohecho un gran liberalón hecho y derecho. |
Esta noche, Dorisa, yo soñaba, si sueño fue no más, que a mi despecho a acostarte venías a mi lecho y el amor por la mano te guiaba. Sacando el dios un dardo de su aljaba rasga de tu pañuelo el lazo estrecho, quedando al aire el blanco y duro pecho que yo con dulces besos adoraba. Yo el último deleite te pedía, tú me lo rehusabas con empeño, el amor nos miraba y se reía. Y hecho por fin de tu hermosura dueño, a un mismo tiempo a entrambos nos venía el pesar de que todo fuese sueño. pPULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DE TEMA ERÓTICO |
tanto fleco y tanta grana? ¿Eres tabernera, Juana? ¡Cuánto vino mal medido! _No procede del sisar _respondió Juana atrevida_, pero sí de la medida, que me la dejo tomar.
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REAL Y VERDADERA HISTORIA DE LOS CRÍMENES, DESACIERTOS, ROBOS, TRAICIONES, TROPELÍAS Y MALDADES COMETIDOS POR LA AMBICIÓN DEL «CHORICERO» Vino de Castuera y medró, quien lo dijera. Y en las alforjas traía ambición y hipocresía. Traía, a más de ambición, poquísima educación, amor desatado al vino y a la carne de cochino. Entró en la Guardia Real y dio el gran salto mortal. Con la reina se ha metido y todavía no ha salido. y su omnímodo poder viene de saber... cantar. Mira bien y no te embobes, de bastante ajipedobes; si lo dices al revés verás lo bueno que es. Y como el ingenio aguza, lo hacen duque de la Alcuza. Como miró por su casa, fue Príncipe de la Pasa, que a España e Indias gobierna por debajo de la pierna. Es un mal bicho, al que al cabo habrá que cortar el rabo.
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DE DIOS LOS DIEZ MANDAMIENTOS ... De Dios los diez mandamientos manda España que guardemos, y sin piedad castiguemos los gabachos con tormentos. El primero, a Dios amar es sobre todas las cosas, pero con furias rabiosas al francés vituperar. No jurar es el segundo a Dios ni a su santo nombre, y juro a gabacho hombre despacharlo de este mundo. Es el tres santificar las fiestas que haya en la Iglesia, pero en esta controversia los franceses desterrar. El cuarto nos manda honrar padres, madres y muchachos, exceptuando a los gabachos, que en esto no hay que pensar. El quinto, no matarás de próximos a ninguno; los gabachos, uno a uno, los que puedas ahogarás. El sexto, aunque es paso fuerte, los gabachos caparán y con esto guardarán bien el mandamiento sexto. El séptimo, no hurtarás al Rey, al Duque ni al Papa, quítale al francés la capa, que en esto no pecarás. Por octavo, testimonio falso a ninguno levantes; al gabacho, cuanto antes, pues sabes es el demonio. No desee en el noveno del próximo la mujer; al gabacho puede ser, como hartarlo de veneno. El décimo, no codicies del próximo ajenos bienes; si al francés ocasión tienes, hazlo, aunque mucho te vicies. Aquestos diez mandamientos vienen a encerrarse en dos, que es el enviarle a Dios gabachos sin sacramentos.
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Por una real provisión se ha mandado publicar que la silla de cagar se llame Napoleón. Por esta misma razón se dispone y se decreta se publique por «Gazeta», y en un capítulo aparte, que se llame bonaparte todo común o secreta.
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(Contra Fernado VII para que acepte la Constitución)
Tú que no
quieres
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