Poemas
anónimos 

 

2ª mitad
del
siglo XX

 

 

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De los nombres de la conjura

Muerte en la Catedral

Al pie de una fotografía de Franco

Dime, Emilio Romero, por tu vida...

De Norte a Sur y de Este a Oeste era...

Fue liberal Licurgo de la prensa...

Romance del Duque

 

DE LOS NOMBRES DE LA CONJURA
Non creed es vosotros que aquesto es falsedat.
Habémoslo leído de gran autoridat
en crónica diaria, con gran publicidat,
que non tenía firma ni buena voluntat.
Estando encarcelados en cárcel muy oscura
un páxaro nos truxo noticia triste y dura.
Dixeron nuestros nombres, oh qué gran desventura,
como padres malvados de la mala conjura.
El diez de marzo era _¿por qué nasció ese día?_
Acaesció que algunos usaron de falsía.
Dixeron que en Congresos de Prosa y Poesía
se sembraba semilla de mala ideología.
París, ciudad maldita, pintada por Utrillo,
el que ingenuo a ti llega, qué pronto se hace pillo.
Viciosa tierra eres que meresces rastrillo,
donde hay hombres muy malos como López Campillo.
La crónica lo dice, no es nuestra la invención,
que a todos Dios nos libre de la mala intención.
Otras cosas diremos, publicadas ya son,
que le han hecho a la gente torcida la opinión.
Estudiantes de España que yendo al extranjero
acaescen por suerte en un lugar artero
_Café des Italiens_: huid de allí ligero,
donde el diablo pone sus trampas de trampero.
Aquellos que no huyen por su mala fortuna
no tienen ya descanso ni encuentran paz ninguna.
Organizan congresos en que todos a una
hablan mal de la tierra y del sol y la luna.
Herejes y masones les llaman a porfía
y cosas que non digo, por ser calumnia impía,
que mi lengua es muy santa, non las pronunciaría
nin del mismo diablo, que ya no es herejía.
Mesnadas de estudiantes a la calle se huyeron
y aquel día las aulas vacías estuvieron.
Hombres de mala faz que allí se entrometieron
y el fuero del estudio quebraron y rompieron.
Vergüenza he de contallo, que siento tan gran pena
de que esté destas cosas España tan rellena.
Lo acaescido cuento, que no es lo que suena,
bien valdrá, como creo, una buena condena.
Aquellos hombres iban armados hasta el diente:
si éste con ballesta, aquél lleva tridente.
Por calles e por plazas persiguen a la gente
e mal el libro puede defenderse inocente.
Estrago tan horrible nos quieren achacar,
mas Dios, que sabe todo, lo puede refutar.
Que gran yerro fue éste de nos encarcelar
y al que cierto es culpable en la calle dejar.

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MUERTE EN LA CATEDRAL
El caballero cristiano
fue a la iglesia a comulgar
y un buen cura vascongado
empezaba a celebrar.
Ya entona el credo solemne
y el coro empieza a cantar
olor a incienso y misterio.
_Silencio: ¿qué va a pasar?
El sacerdote se vuelve
Dominu Vobiscum da
ya suenan las campanillas
que llaman a comulgar.
Ya el caballero cristiano
se adelanta hacia el altar
ahora se traga la hostia
y comienza a vacilar.
Al suelo se cae redondo,
reina la perplejidad
uno de entre el pueblo grita:
_¡Parece que es General!
_¿Será el que yo me imagino?
_¡Hostias qué felicidad!
_¡Francisco Franco, mi padre!
_No sé lo que va a pasar!
_Pero pase lo que pase
¡ya tenemos libertad!
Aquí yace Paco Franco
de una hostia envenená
que le dieron en la iglesia
y por cierto muy bien da.
 

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AL PIE DE UNA FOTOGRAFÍA DE FRANCO
Este que veis aquí, Tigre del Pardo,
por la gracia de Dios tirano abyecto,
careta de Caín pluscuamperfecto,
mestizo de beata y de bastardo,
cubrió nuestro jardín de espina y cardo,
llenó nuestro solar de un aire infecto,
al honrado español dio por el recto,
vendió la patria al yanqui y al bigardo.
Creó la España grande en los cohechos,
una en las fraudes, libre de derechos;
duro al perdón y sordo a las protestas.
Verdugo nacional, de sangre ahíto,
su merecido fin está ya escrito:
ha de morir con las polainas puestas.

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DIME, EMILIO ROMERO , POR TU VIDA ...
Dime, Emilio Romero, por tu vida,
cuál será hogaño el sol que más caliente,
cuál el ministro más longuipotente,
cuál el árbol de sombra más tupida.
Dirne cómo conjugas a medida
el pasado, el futuro y el presente;
cómo llevar, al que entra, la corriente;
cómo espolonearle a la salida.
Conservador tenaz, «progre» fecundo,
anteayer liberal, hoy socialista,
mañana reaccionario en un momento.·
Emilio: cuando dejes este mundo,
no habrá perdido España un periodista.
¡España habrá perdido un Parlamento!
 

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DE NORTE A SUR, Y DE ESTE A OESTE, ERA. ..
De Norte a Sur, y de Este a Oeste, era
del régimen franquista la sonrisa.
Sonreía mejor que Monna Lisa,
que nunca sindicatos dirigiera.
Sonrisa laboral y olivarera,
sonrisa eterna, de tan buena guisa,
que con camisa azul y sin camisa,
con ganas y sin ganas, sonriera.
¡Oh, la sonrisa aquella, y el ceceo
de la voz persuasiva y militante,
y el dulce, tierno y suave cachondeo!
¿A dó fuisteis, a dó, por vida mía?
¿Ya no podremos ver en adelante
sonreír a Solís  como solía?

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FUE LIBERAL LICURGO  DE LA PRENSA...
F
ue liberal Licurgo de la Prensa,
con su artículo dos y su queimada,
y recibió cerveza y embajada
a modo de estipendio y recompensa.
Hace un tremendo ruido cuando piensa
_aunque pensar, pensar, no piensa nada_
y vuelve en maratón cada jornada
porque la nada sea más intensa.
Trajo una grey tacaña y andrajosa
por mantener nuestra balanza salva
a plazo corto y quiebra estrepitosa.
Álava nos dejó como una malva.
Y, por si fuera mi opinión dudosa,
donde dije El Ferrol, digo Villalba.

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ROMANCE DEL DUQUE
Así recitó el juglar
a muchedumbre embobada:
E
ra un joven que metía
las pelotas por la escuadra
y, de pronto, llegó a Duque
al casar con una infanta:
braguetazo, que le dicen
por tierras de Salamanca,
braguetazu, en les Asturies
y pelotazo en Granada.
Al entrar en la nobleza,
ya Duque de Candelaria,
se creyó con la licencia
del derecho de pernada
y se vio como intocable
en la Realeza de España.
Vino a proponer negocios
a diversos Reyes Taifas
que juegan con el erario
como bien les viene en gana;
pues es dinero de nadie
y revierte en quien lo apaña.
Presidentes autonómicos,
que aparentan Reyes Taifas,
se embobaron con el “Yerno”
y prepararon pitanza
para que comiese el Duque
cuanto le diese la gana
y el Duque, más que comer,
ciertamente devoraba
con apetito insaciable;
le gustaba la pitanza.
Asunto fue de millones
los contratos que firmaran
y, por si acaso, el Gran Duque
adelantados cobraba;
no fuese que de proyectos
quedasen humos de paja.
Asunto fue de millones
los contratos que firmaran
y cual lluvia, en gota fría,
a la Nóos inundaban;
eran ganancias muy sucias
y preciso blanquearlas.
Así fue montando empresas
(lavadoras las llamaba)
el prelavado en Aizoon;
en Belice se lavaban;
el centrifugado en Londres
y, una vez blanqueadas,
retornaban abundantes
para comprar nuevas casas
y un palacete en Pedralbes,
reformado con tal gracia
que ha llegado a real palacio
para orgullo de la Infanta.
Al Duque de Palmatoria,
a más de plebeya plaga
que le servía de apaño
para camuflar ganancias,
les han cogido, en la noche,
una patrulla de guardias
que vigilan la honradez
y encontraron la mangancia.
Con las alforjas repletas
a Diego Torres pillaban,
acompañado de esposa
y de un cuñado por banda:
por estribor iba Marcos,
Miguel por babor andaba.
Estos cuatro mochileros
los millones transportaban
y usaban las lavadoras
con tal salero y tal gracia
que hacían de sucios euros
unas monedas honradas.
El juez dice “trapicheo”;
“gran robo” el fiscal la llama
a la fortuna del Duque:
la Empresa que no lucraba
y, sin embargo, lucró
millones de euros a manta.
Los impuestos en Belice
se extinguían en la nada
y todo era beneficio,
y todo era ganancia,
pues pagaba las facturas
que él mismo se cobraba.
Con más arte que Paesa,

el Duque de Candelaria
amasaba una fortuna
así, sin más, por la cara
que tiene de hombre buenazo
y de marido de Infanta.
Si en Nóos hubo trapicheos,
el Duque no sabe nada,
que Nóos está en Barcelona 
y él residía en las Babias.
Así se escribe la historia:
unos pierden, otros ganan;
aquí perdió el pueblo entero
y ganó el Duque de Palma. 
Ahora corresponde al juez
analizar bien la causa
y demostrar que es verdad
que, quien la hace, la paga.
Debe el juez recuperar
el total de la mangancia,
subastar el palacete
y ofrecerle larga estancia,
en Soto del Real, al Duque
y a sus amigos comparsas.
Así terminó el Juglar
de relatar las hazañas
del “yernísimo de Rey
y noble Duque de Palma”,
que ordeñaba los millones
que nos faltan en la vaca.

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