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Octava a una señorita...

Perfecciones que debe tener la mujer

La conformidad

Dulce tropiezo

El ajo

 

 

OCTAVA A UNA SEÑORITA QUE ABORRECIA

  A LOS HOMBRES Y  SE DELEITABA

CON UN ALFILETERO ACHAROLADO

 

Quien goza de tu ardiente delantera

es un alfiletero. ¡Qué diablura!

por tiesa te deleita la madera

y por escurridiza la pintura;

poca es la leña para tanta hoguera;

si a un palo le regalas tal dulzura

y con él hoy tu sexo así se huelga,

¿qué haré yo con la carne que me cuelga?

 

 

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Perfecciones que debe tener la mujer
“La dama que tenga por hermosa
y quiera se lo llamen, no una cosa
dos, tres, ni cuatro, buenas tener debe,
porque treinta han de ser para que pruebe
que como Elena fue, y si es como Elena
llámase hermosa muy enhorabuena.
Ha de tener con perfección tres cosas
que blancas sean, negras, tres preciosas
(ya sé que las verdades son amargas).
Tres que sean cortas, tres que sean largas,
tres gordas, tres flacas, o tres delgadas,
tres estrechas, tres anchas y que añadas
tres que pequeñas sean te prevengo.
Ahora vamos a ver si tengo razón.
Blancos han de ser cutis y dientes
y sus cabellos albinos, cual las gentes
de la Noruega, que si bien se miran
más hacia blanca que hacia rubia tiran.
Negras las cejas, las niñas de los ojos
y negra aquella parte que sonrojos
causara a la modestia si hablo fino,
pero empieza por co como comino.
Rubicundos los labios, las mejillas,
y las uñas también serán rojillas.
Largos el talle, manos y cabello,
chicos dientes, orejas y pie bello.
El pecho (en singular) ancho bastante,
una de la ceja la otra ancha y distante,
y anchura tengan las dos partes bellas,
que nadie se podría sentar sin ellas.
Estrecha la boquita y la cintura,
estrecho el canalón de la dulzura,
lo más oculto y menos ignorado,
mas no quiero nombrarlo que es pecado.
Los muslos carnositos, gordo el cuello
y palpadito también sea aquello
que es la boca que aquella, que, aunque casta
más que madre de Vms es madrastra.
Los labios, dedos y cabellos noto
que han de ser sutiles, como escoto,
pequeña la nariz y la cabeza
y pequeñitas, pero con dureza,
las manzanitas, que si tapadas
nos tientan tanto ¿qué será tentadas?
Véase, pues siendo tan ajeno
de posibilidad, que alguna el lleno
pueda tener de tanta y tanta cosa
aquella puede, sí, llamarse hermosa.
Y cuando al haya habido, es cosa clara
que como el fénix, se ha de llamar rara.”

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LA CONFORMIDAD

Dos lindos zagales,

al salir del templo

 en el mismo día

de su casamiento,

asidos del brazo,

 llenos de contento,

marchan a la casa

do el dulce himeneo

celebrar debían

al uso del pueblo.

La novia zagala

en su mirar tierno

delata a su esposo

el vivo deseo

de encontrarse a solas

con su dulce dueño.

Éste, por su parte,

quería lo mesmo

y asiendo a la novia

los hermosos dedos, dice:

_¡Qué torneados,

qué blancos y tersos!

_¡Toma! ¿ya principias?

Deja, no juguemos,

que lugar nos queda

para estos enredos ...

_Mira, esposa mía,

¿sabes lo que pienso?

De aquí a nueve meses

ya un hijo tendremos ...

_¡Ay! ¡si fuese niña!

¡Jes qué contento!

_Déjate de niñas;

yo un varón deseo.

_Yo haré ló que pueda;

cuenta con mi celo.

_Y ¿qué te parece?,

¿cuál será más.bueno:

que comamos antes

y lo hagamos luego.

o bien que en llegando,

 lo hagamos primero?

_Por mí, como quieras;

después comeremos.

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DULCE TROPIEZO

En casa de un labrador

vivían BIas y Lorenza;

se consumían de amor,

pero él tenía vergüenza

y ella tenía rubor.

A la aurora en el corral

se encontraron en camisa;

el encuentro fué casual;

cubrióse ella a toda prisa

 la cara con el pañal;

turbado Blas, desde luego

se remanga el camisón

y, de pudor hecho un fuego,

tápase con el faldón

y, como ella, queda ciego.

Al huir. tropieza Blas

con la cuitada Lorenza,

 y ... ¡válgame Barrabás!,.

yo también tengo vergüenza,

y no quiero decir más.

 

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EL AJO

En Madrid robé un ajo

a una tendera;

me ordenó la justicia

que el ajo diera.

Como mi honra y fama

estaban allí,

me arreglé de manera

que el ajo di.

Pedro, mi amigo, al verme:

"Muy bien hiciste

(dijo), pues he sabido

que el ajo diste."

Y al que murmu, ufano

así contestó:       .

"Sabed todos, imbéciles,

que el ajo dio".

 

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