OCTAVA A UNA SEÑORITA QUE ABORRECIA A LOS HOMBRES Y SE DELEITABA CON UN ALFILETERO ACHAROLADO
Quien goza de tu ardiente delantera es un alfiletero. ¡Qué diablura! por tiesa te deleita la madera y por escurridiza la pintura; poca es la leña para tanta hoguera; si a un palo le regalas tal dulzura y con él hoy tu sexo así se huelga, ¿qué haré yo con la carne que me cuelga?
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Dos lindos zagales, al salir del templo en el mismo día de su casamiento, asidos del brazo, llenos de contento, marchan a la casa do el dulce himeneo celebrar debían al uso del pueblo. La novia zagala en su mirar tierno delata a su esposo el vivo deseo de encontrarse a solas con su dulce dueño. Éste, por su parte, quería lo mesmo y asiendo a la novia los hermosos dedos, dice: _¡Qué torneados, qué blancos y tersos! _¡Toma! ¿ya principias? Deja, no juguemos, que lugar nos queda para estos enredos ... _Mira, esposa mía, ¿sabes lo que pienso? De aquí a nueve meses ya un hijo tendremos ... _¡Ay! ¡si fuese niña! ¡Jesús qué contento! _Déjate de niñas; yo un varón deseo. _Yo haré ló que pueda; cuenta con mi celo. _Y ¿qué te parece?, ¿cuál será más.bueno: que comamos antes y lo hagamos luego. o bien que en llegando, lo hagamos primero? _Por mí, como quieras; después comeremos. |
En casa de un labrador vivían BIas y Lorenza; se consumían de amor, pero él tenía vergüenza y ella tenía rubor. A la aurora en el corral se encontraron en camisa; el encuentro fué casual; cubrióse ella a toda prisa la cara con el pañal; turbado Blas, desde luego se remanga el camisón y, de pudor hecho un fuego, tápase con el faldón y, como ella, queda ciego. Al huir. tropieza Blas con la cuitada Lorenza, y ... ¡válgame Barrabás!,. yo también tengo vergüenza, y no quiero decir más.
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me ordenó la justicia que el ajo diera. Como mi honra y fama estaban allí, me arreglé de manera que el ajo di. Pedro, mi amigo, al verme: "Muy bien hiciste (dijo), pues he sabido que el ajo diste." Y al que murmuró, ufano así contestó: . "Sabed todos, imbéciles, que el ajo dio".
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