En esta constelación de gritos |
Primer poema para antes
de morir |
Ah, vida —carne mútila— la de un desosegado: sentir la mano llena de aprestar una forma. Mostrar el alma abierta sin abrigar la rosa. Querer tenerte cerca, querer que tú me oigas, tener diez mariposas agitándose adentro, y no tener saliva para mojar y resbalar tu nombre. Porque el suspiro viaja en alargados túneles de sombra, y mis ojos, airados de no verte, se van tornando ciegos con ceguera de enfermo llorando ante la muerte. Una venda invisible me retiene las manos y un amargo sudor de tierra negra me sube por las plantas y me quema los brazos; y este rojo que llora con mi sangre ya es un signo de espanto. Ah, vida —carne mútila— la del que tiene el alma curtida de insosiego: sentir la compañía de Dios hecha perfume en silencio, oír como que caen las palabras de la boca de un ángel ¡Y saber que es mi sombra la que me habla! |