Antonio José Mialdea

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El color imposible de la tarde

El vértice del frío

Creación

Porque he muerto de amor...

El no-lugar donde te sueño

El color imposible de la tarde
Si tuviera que elegir
prefiero la distancia,
los colores imposibles de la tarde.
Prefiero estar perdido en medio de mis sueños.
Si tuviera que elegir,
elegiría tu silencio de amor que nunca llega.
Así no me recordarás a nadie.
Si tuviera que elegir
preferiría la carne de tus labios,
esa mezcla de futuro y de agonía,
ese puñal suave que me clavas
y que yo tan pronto olvido.

 

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El vértice del frío
 

Ahora que en mis sueños atardece
por última vez escribo en el vértice del frío
y sólo tú podrás quebrar mi sombra.
Si hubieras visto el mar anegado de flores,
y tu palabra en tus manos y en mis manos el aire
ardiendo entre dos gotas de rocío,
comprenderías por qué construyo el mundo
en este lienzo en que las olas son olores
en el vértice del frío.
 

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Creación                                                                                        Recuerdo del cuadro “Vista de la Bahía” de Juan Gris

Tus sueños. Los míos.
Construyamos un mundo.
de guitarras y
veleros de madrugada,
de ventanas de
afuera y de adentro,
de lunas de jazmín.
Tus ojos. Mi alma

 

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Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del
naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor
amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua
cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.

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El no-lugar donde te sueño
Alargaré mis brazos como ramas
y con ellos rodearé el mar, tus fantasías
y aquella tarde en que por vez primera
de una gota de agua nació el fuego.
Alargaré mis brazos si me dejas
defender la soledad con que te escribo
cada verso, cada tarde, cada océano
acurrucado en las sombras de tu cuerpo.
Alargaré mis brazos muy callado
y regresaré al mismo silencio donde siempre
te recuerdo las mismas veces que te olvido:
el no-lugar donde te sueño.
     
Ese no-lugar donde te sueño
es tu voz sobre las olas meciendo la tristeza,
el amor invisible que navega a tu lado
sin apenas rozarte.
La noche que sonríe mientras te hiere
con rituales que recorren la flor de tu cuerpo.
Tu ser-de-vuelo, tu secreto en el mar
ahora se desangra y te abre los labios
para que yo muera en ellos de manera inexacta
como la voz sobre las olas cuando mece tu tristeza
en un tiempo en que tú ni eras todavía.

 

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