Bernardo de Balbuena

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Mientras que por la limpia y tersa frente...

Yo vi lloviendo aljófar dos estrellas...

Perdido ando, señora, entre la gente...

¿Pues qué diré de la hermosura y brío...

Mientras que por la limpia y tersa frente

ese cabello de oro ensortijado

al fresco viento vuela enmarañado

sobre las tiernas rosas del Oriente;

mientras la primavera está presente,

de ese clavel, sobre marfil sentado,

coged las flores y alegrías del prado,

que el tiempo corre, huye y no se siente.

¿De qué fruto os será la hermosura

cuando el invierno vista de su nieve

la lumbre de oro y encarnadas rosas?

Si la edad pasa, el tiempo la apresura

las hojas vuelan y en su curso breve

hallan y tienen fin todas las cosas.

 

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Yo vi lloviendo aljófar dos estrellas

del cielo, donde Amor su gloria tiene,

y, entre un grano que va y otro que viene,

de un abrasado aliento mil centellas.

Prendieron en mi alma todas ellas,

que Amor, que las lastima y entretiene,

gustó de darle, por que viva y pene,

vida en mirallas y dolor en vellas.

Milagro es que al placer falte contento,

que el regocijo llore es nueva historia,

y yo que en verlo cobre mi alegría.

Mas que con agua de ángeles y aliento

de ámbar me haga Amor infierno y gloria,

o es fuerza suya, o gran flaqueza mía.

 

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Perdido ando, señora, entre la gente,

sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;

sin vos porque de mí no sois servida,

sin mí porque sin vos no estoy presente;

sin ser porque del ser estando ausente

no hay cosa que del ser no me despida;

sin Dios porque mi alma a Dios olvida

por contemplar en vos continuamente;

sin vida porque ausente de su alma

nadie vive, y si ya no estoy difunto

es en fe de esperar vuestra venida;

¡oh, bellos ojos, luz preciosa y alma,

vuelve a mirarme, volveréisme al punto

a vos, a mí, mi ser, mi Dios, mi vida!

 

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¿Pues que diré de la hermosura y brío,
gracia, donaire, discreción y aseo,
altivez, compostura y atavío

de las damas daeste alto coliseo,
nata del mundo, flor de la belleza
cumplida perfección, sin del deseo,

su afable trato, su real grandeza,
su grave honestidad, su compostura,
templada con suave y gran llaneza?

Lo menos de su ser es la hermosura,
pudiendo Venus mendigarla dellas
en gracia, en talle, en rostro, en apostura.

Cuantas rosas abril, el cielo estrellas,
Chipre azucenas, el verano flores,
aquí se crían y gozan damas bellas.

Estos son de sus bienes los mayores,
y ellas en discreción y cortesía
el esmero del mundo y sus primores.

La india marfil, la Arabia olores cría,
hierro Vizcaya, las Dalmacias oro,
plata el Pirú, el Maluco especiería,

seda el Japón, el mar del Sur tesoro
de ricas perlas, nácares la China,
púrpura Tiro, y dátiles el moro,

México, hermosura peregrina,
y altísimos ingenios de gran vuelo,
por fuerza de astros o virtud divina;

al fin, si es la beldad parte del cielo,
México puede ser cielo del mundo,
pues cría la mayor que goza el suelo.

¡Oh ciudad rica, pueblo sin segundo,
más lleno de tesoros y bellezas
que de peces y arena el mar profundo!

(Grandeza Mexicana, fragmento)

 

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