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BLANCA DE LOS RÍOS

Todo respira amor: la mariposa

Realidad, terrible azote

Cantos de Ofelia


Todo respira amor: la mariposa
se sacia de perfumes y de luz;
ebrios de aromas los insectos vuelan
vacilantes, temblando en el azul.
Las ramas de los árboles se besan…
¡Qué más himno, Señor, que el mes de abril!
¡Hasta en la charca resplandece el cielo
y hasta en el fango inmundo ama el reptil!
Cuando los cielos y la tierra brillan
rebosando de músicas y amor,
siento un dolor tan grande como el mundo:
¡Tengo celos de toda la creación!

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Realidad, terrible azote
del alma que mundos crea
con ese eterno don Quijote
que sueña su Dulcinea.
Soñar… ¡donosa locura!,
soñar que un ángel se encierra
en la pobre vestidura
que ha de podrirse en la tierra.
Despertemos… _¿Qué es la vida?_.
_Festín de cuervos hambrientos_.
_¿Y el alma?_. Hambrienta rendida
que devora sentimientos_.
_¿Y el cielo?_. El espacio…, nada_.
_¿Y Dios? –El vano anhelar
de la humanidad cansada_.

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CANTOS DE OFELIA
                                                              La dulce Ofelia, la razón perdida,
                                                                                                  cogiendo flores y cantando pasa.
                                                                                                    (Bécquer.)
I
La triste Ofelia soy; me llaman loca
porque mi angustia a la razón invoca,
y al fin pierde la clama;
porque he sentido la acerada punta
del desencanto desgarrarme el alma;
¡porque no hay quien responda a mi pregunta!
Siendo el amor la fuente de la vida,
¿no será un crimen extinguir la fuente?...
Si el que asesina a un hijo es filicida,
el que mata un amor ¿no es delincuente?
Si una mujer ardiente, apasionada,
cual lo son los querubes,
encuentra al fin la realidad soñada;
si encuentra al ser que imaginó en las nubes;
si bebe la demencia en su mirada,
y aquel amor, por su fatal estrella,
no es del ser adorado comprendido...
¿Qué aguardáis para ella?
¿Qué le aconseja la razón?... ¿Olvido?...
¿No habéis medido nunca esta palabra?
Cuantas divinas esperanzas labra
dentro del corazón el sentimiento,
todo un mundo de sueños realizado...
¿Puede arrojarse al viento,
sin arrojar con él todo el pasado?...
Olvido es negación, abismo, nada,
y un alma que despierta apasionada,
con idólatra anhelo,
pone en el ser dulcísimo que adora
cuanto ve, cuanto siente, cuanto ignora,
su fe, su porvenir, ¡hasta su cielo!
¡Amor, para ella, es Dios! ¡Borrad ahora!
Borrad, borrad de un alma inmaculada
los sueños, el amor, el idealismo,
que borráis a Dios mismo...,
y en aquélla existencia destrozada
veréis surgir la realidad desnuda...
Lo que queda es más negro que la nada...
¡Lo que queda es la duda!
 

II
Si el pensamiento, cuando en sí no cabe,
confunde en lo insondable su albedrío,
¿culpáis al Océano, siendo el río?
¿Qué es la humana razón... ni quien lo sabe?
¿Y árbitros sois de la razón ajena,
porque sois infinitos, los pequeños?...
¡Los que tenéis la fuerza de la arena,
sufrid las olas y el simún por dueños?...
La razón..., la razón..., ¡gentil palabra!
¿Jamás ha de salvar el pensamiento
la corrompida atmósfera que labra
la humanidad dormida con su aliento?...
Mefítico vapor, órbita impura
del pensamiento..., ¡inmensa nebulosa!...
Si el genio hace la luz, ¿no es la locura
la que enciende la chispa fulgurosa?...
 

III
¿No veis cuál brota rayos mi dolorida frente?...
Mi faz esparce llamas, mi cráneo es transparente...
¡Cómo su disco ensancha la inmensa claridad!...
¿No veis?, yo tengo un nimbo, yo tengo una aureola,
mirad..., mirad cuál crece... ¿Por qué me dejáis sola?
¿Y ese tropel de sombras será la humanidad?
¿No veis? Ya soy un rayo, que vuela y se desprende;
mirad, ya soy el disco de un astro que se enciende;
ya he roto de las sombras el fúnebre capuz;
¡ya para mí no hay noches, mis ojos las alumbran!
¿Qué tienen mis miradas? ¿Os hieren, os deslumbran?
¿Sabéis por qué no duermo?... ¡Porque yo soy la luz!
Las cuerdas de mi lira se vuelven rayos de oro;
mis notas son de perlas raudal claro y sonoro;
mis labios son de fuego, mis besos de arrebol...;
mis sienes son dos alas..., ¡se escapa mi cabeza!...
La tierra entre las sombras a sepultarse empieza.
No..., no; es que yo me elevo...¡Como que soy el sol!
¿Por qué, mientras más subo, más descender deseo?
Soy sol, pero estoy ciega; soy luz, pero no veo...;
soy luminar que encierra la noche en su interior.
¡Tal vez cuando era cuerpo los astros me envidiaban!
¡Dentro de aquella sombra los soler se filtraban!...
¡Memoria! ¿Qué fue aquello? ¿Fue por ventura amor?

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