Al principio Dios creó el cielo y la Tierra
GÉNESIS 1.1
de disponer las estrellas sobre el éter opaco,
cuando el espacio era un punto
en el que convergía la materia.
Antes de que una mente
intentase comprender,
que de los cuerpos fluyeran
semillas de otros cuerpos;
antes del deseo y del ansia,
del árbol y el pez,
del frío y el primer día.
Era el principio,
el universo se ensanchaba:
dibujaste el cielo,
creaste la Tierra,
hiciste que la vida se engendrara
como la ola inagotable.
Era el principio,
empezaste a soñar.
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A Maria Mercè Marçal
I Ebrios de un tiempo sin prisas,
el deseo decía palabras que rozaban
la desnudez de los sexos.
Murmuraban los labios
la impaciencia que duerme
en nuestros ojos
Perduraba en los cuerpos
una lluvia de luz
que untaba nuestra piel
junto a las viñas.
Arde el azul
detrás de los álamos.
II
Álamos azules llenan el aire de hojas,
la sombra gris del día ya acabado recorre unas voces,
la silueta lejana del mar se transforma en una ola imprecisa,
yace la piel sobre un cielo que detiene los colores
y libera las formas de su gesto cotidiano.
Ojos cansados ofrecen un sueño
a unas manos que recuerdan
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La lluvia fina cae al suelo
igual que las pisadas de un gato cauteloso;
el cielo es una piel de nubes;
manos y labios
extienden el deseo
entre los cuerpos,
los sexos fluyen y germinan
cuando el placer alcanza su cenit.
Esta mañana fatigada
reescribe unos versos de Homero,
mientras guardamos nuestra desnudez bajo la ropa
y saboreamos el beso oculto
detrás de nuestros ojos.
Vencidos ya de soledad,
regresamos al tiempo,
que se nos había quedado,
junto al reloj,
sobre la mesilla
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