¡Oh qué poca cortesía para ser tan linda dama, desamar a quien vos ama! Doledvos de mí, que peno la vida triste que vivo; non hagáis de mí ajeno, que nací vuestro cativo; renegad mala porfía, ¿non sentís que vos disfama desamar a quien vos ama? |
Terrible duelo hacía en la cárcel donde estaba Carvajal cuando moría, que de amores se aquejaba; circundado de dolores, muy áspero sospiraba, la muerte, poco temida, la vida, menospreciada. Viéndome triste, partido de quien más que a mí amaba, viendo yo robado el templo do mi vida contemplaba, viéndome ya separado de mi linda enamorada, aflito, con mucha pena, mi persona trabajada, visitaré yo los lugares do mi señoría estaba, besaré la cruda tierra que su señora pisaba e diré, triste de mí: Por aquí se paseaba, aquí la vide tal día, aquí conmigo hablaba, aquí llorando e sospirando mis males le recontaba, aquí pendaba sus cabellos, se vestía e despojaba, aquí la vide muy bella, muchas veces desfrazada, aquí la vide tal fiesta, cuando mi vida penaba, con graciosa hermosura, mucho más que arreada, aquí mostraba sus secretos, los que yo ver deseaba. ¡Oh desastrada fortuna! ¡Oh vida tan mal hadada! fallecióme mi placer, cuando más gozoso estaba. ¡Oh finiestras tan robadas! ¡oh cámara despojada! Llorad conmigo, paredes, la mi vida tan amarga, lloren todos mis amigos una pérdida tamaña, e lloren mis tristes ojos con rabia desordenada, de lágrimas haciendo tinta, de sangre purificada, nacida del corazón, por mis ojos estillada, regando mis tristes pechos, quemando toda mi cara. Sobrado de grand dolor, a mí mesmo preguntaba: ¿Dónde estás, tú, mi señora? ¿Vives como yo penada? ¿Quién privó la vuestra vida de mirar e ser mirada? ¿Quién partió tan grand amor con virtud tanto guardada? Ansí nos partimos ambos, tal es la última vegada, que el menos triste de nos muy agramente lloraba: pïedat hobiera grande, un cruel que nos miraba. FIN Do mi vida e bien se casan, dragos con lenguas rompientes mis bienes todos desatan, e del mundo me desbaratan los perversos maldicientes. |
Saliendo de un olivar, más hermosa que arreada, vi serrana, que tornar me hizo de mi jornada. Tornéme en su compañía por faldas de una montaña, suplicando si l'placía de mostrarme su cabaña; Dijo: "No podéis librar, señor, aquesta vegada, que superfluo es demandar a quien non suele dar nada". Si lealtad non me acordara de la más linda figura, del todo me enamorara, tanta vi su hermosura; dije: "¿Qué queréis mandar, señora, pues sois casada, que vos non quiero enojar, ni ofender mi enamorada?" Replicó: "Id en buen hora, non curés de amar villana; pues servís a tal señora, non troqués seda por lana, nin queráis de mí burlar, pues sabéis que so ajenada". Vi serrana, que tornar me hizo de mi jornada. |
Desnuda en una queza, lavando a la fontana, estaba la niña lozana, las manos sobre la treza. Sin zarcillos nin sartal, en una corta camisa, hermosura natural, la boca llena de risa, descubierta la cabeza como ninfa de Dïana, miraba la niña lozana las manos sobre la treza. |