Manuel Machado

Felipe IV. Velázquez

Nadie más cortesano ni  pulido

que nuestro rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.

Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.

Sobre su augusto pecho generoso
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.

Y, en vez de cetro real, sostiene apenas,
con desmayo galán, un guante de ante

la blanca mano de azuladas venas.

 

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COMENTARIO

 

I)      AUTOR y TEMA

 

            En este poema, como en los sonetos incluidos en el libro llamado Apolo,   Manuel Machado recrea algunas pinturas del Museo del Prado,  intentando  que la palabra exprese el mundo plástico de los cuadros.  A la par que el poeta lee lo que los pintores le dicen sobre los modelos o motivos, refleja lo que el cuadro le comunica directamente a él, con independencia de las intenciones de artista.

            Dentro también de estos supuestos modernistas, Manuel Machado poetizará, además de los aspectos luminosos y coloristas, aquellas sensaciones que, como las auditivas o táctiles, tienen más dificultad de ser plasmadas en la pintura y, sobre todo, se servirá de los recursos poéticos para suplir la paleta del pintor.

            El tema del cuadro de Velázquez y del soneto correspondiente es el rey Felipe IV. Como veremos, el poeta no se limita a la recreación poética de la pintura, sino que busca que en su retrato  refleje aspectos psicológicos y vitales de este monarca, aspectos cuya información  Manuel Machado ha adquirido de fuentes distintas (o complementarias) a las del cuadro.

 

2)  ESTRUCTURA Y DESCRIPCIÓN DEL CUADRO Y SU TEMA

            El poema está formado por cuatro tercetos encadenados, si bien el último queda abierto, al no cerrar la rima del penúltimo verso.

            Desde el primer verso observamos que la atención principal va a ser la etopeya, la pintura de la psicología del modelo, y que los rasgos físicos o de vestimenta tendrán un carácter vicario.

            Así las referencias físicas o de indumentaria que se nos dan siempre están subordinadas a los rasgos psíquicos: la negritud de la vestimenta refleja la austeridad de la corte de los últimos Austrias, pero también evoca lo triste, lo siniestro, el luto. De la misma manera que la palidez del rostro se asocia con la debilidad y la enfermedad de una casa real a punto de extinguirse, idea que queda completada por el adjetivo cansado aplicado al color rubio de su pelo. El adjetivo cobarde aplicado a azul, concluye la pintura negativa del rey.

            En el terceto siguiente aparecen dos adjetivos positivos (augusto, generoso) sobre el monarca, que se completan con las referencias a la austeridad de la corte mediante la observación de la ausencia de signos de ostentosidad o riqueza (ni joyeles perturban, ni cadenas…). Sin embargo, el adjetivo generoso podría estar utilizado irónicamente, por cuanto era proverbial la generosidad que Felipe IV tenía con sus amantes, especialmente con la cómica la Calderona a cuyo hijo colmó de más bienes y poder que a ninguno de sus otros bastardos también mantenidos lujosamente a expensas de los españoles. Y el otro adjetivo aparentemente positivo (augusto) aquí  no sería sino un epíteto al aplicarse al rey.

            El último terceto actúa como colofón de lo que se ha ido insinuando: la debilidad y el agotamiento de esta monarquía: en lugar de sostener el símbolo de su condición de rey, el cetro, Felipe IV mantiene, con dificultad, un guante de ante. Y ello lo hace con “desmayo galán” porque, efectivamente, este rey se interesaba más por las cacerías y las aventuras amorosas que por el gobierno de sus posesiones. El retrato se completa, pues, con una ironía final que también empleará Manuel Machado al describir el retrato que hiciera Goya de la reina María Luisa si bien, en este caso, el poeta se muestra más mordaz con una reina a la que, tras la máscara de la alabanza, tilda de vieja ridícula, adúltera y odiada por los españoles.

 

3) ESTILO Y RECURSOS POÉTICOS

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      Como corresponde a una descripción, el estilo es fundamentalmente nominal, predominando los adjetivos y las oraciones copulativas.

      Los adjetivos se pueden agrupar en dos conjuntos:

·         De colores o formas: pálida, undoso, azul, negro, blanca, azuladas. La gama cromática se concreta, pues, en el negro con las connotaciones ya señaladas, el blanco y el pálido para indicar la debilidad, y el azul que corresponde a la extendida patraña de que la sangre de los reyes tiene este color.

 ·         Referidos al carácter o personalidad del monarca: cortesano, pulido, cansado, augusto, generoso, cobarde,  real, galán. Ya he indicado las connotaciones negativas de estos adjetivos, bien sea por su significado literal (cobarde), bien por su empleo irónico: galán, generoso.

 

            En lo que a los recursos retóricos se refiere cabe destacar, sobre los que indicaré a continuación, el empleo del oxímoron en tres ocasiones. Este uso debe relacionarse con el gusto modernista por las palabras o construcciones que se salgan de la norma. Así ocurre con la sorprendente aplicación por parte de Manuel Machado de los adjetivos en estos sintagmas: oro cansado, azul cobarde, terciopelo silencioso. Los adjetivos son también sinestesias.

            En el segundo terceto encontramos  un símil de resonancias modernistas (tez pálida como la tarde), una metáfora (pelo de oro, por rubio), y una prosopopeya (oro cansado);  en el último terceto una paranomasia (guante de ante aumenta la musicalidad del poema.

 

 

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