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Diana Bellessi

Cuando digo la palabra...

Love Story

Robin Hood

He construido un jardín...

El ungido

Cuando digo la palabra
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?

Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas

de los pechos tuyos?
¿Te toco acaso?

¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
mi boca la palabra lengua, acaso?

No me mandes al rincón

No hagás de mí el testigo
que se mira tocarte con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas
—Hábleme
—¿Cómo será?
—¿Qué?
—Tu voz

¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?

¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas

No quiero
tocar un fantasma
ni quiero
la fantasía cortés
del trovador a su dama
Es a vos, mi amada

áspero cuerpo de la amiga a quien deseo

Gesto
de mutua apropiación

instante
donde no se sabe
los límites del tú, del yo

El nombre y lo nombrado
en tersa conjunción que sabe
no durará

y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante

Alegre
relámpago de zarpa
y del mordisco
animal
el más bello de todos
el instinto
impera aquí

Su voz no tiene traducción

Verbal moneda de intercambio
no

Sólo el audaz abrazo, amiga mía,

responde aquí.

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Love story

Estábamos

tomando mate en su rancho

bajo un mediodía de oro

en las riberas, San Pedro

era y ella

doña Aurorita López

Iban y venían tramos

de vida con el amargo

Los vecinos,

la miseria, el que está

en el río come, dijo,

Dios y Evita y qué ojos tiene

m'hijita

hasta que el relato ancló

en su hombre escuchando manso

                     mientras hacía el estofado                       

Supe ser

buenamoza dijo y aquí

amarró su barco un hijo

del gringo Ford. Me propuso

matrimonio

Consulté a mi padre y él

que sabía yo esperaba

al que hoy es mi marido

 sirviendo

de soldado allá en el sur,

me miró de frente y dijo:

"Sepa usted y para siempre,

el corazón es una achura

que no se vende"

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Robin Hood

 

¿Lleva cerrojo la boca del sueño?

 Seguir es fatigoso, voluntad

 vuelta deseo no es lo mismo, creo,

que el aire incandescente donde ver

vuelve al deseo anhelo, compromiso

 solamente de no caer, grosera

 gravedad del pensamiento que empuja

 a tierra la manzana, ¿la ves allí?,

 en la punta de su rama, cintila

la sustancia plena y modelada

 en su peso justo orlada del brillo

 que le da la pertenencia. Decir:

copa del manzano, brazos donde ir

sin transición del sueño a la página,

 abolida intemperie de la imagen

 que reclama, siempre, una coherencia

 como precio del peaje, soñar

en vigilia es tejer el hilo roto,

ver la boca del hambre, el mordisco,

la manzana y trasladar el abrazo

 a nuestros brazos, compromiso en

 despertar temprano. Pertenencia.

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He construido un jardín como quien hace

los gestos correctos en el lugar errado.

Errado, no de error, sino de lugar otro,

como hablar con el reflejo del espejo

y no con quien se mira en él.

He construido un jardín

para dialogar

allí, codo a codo con la belleza, con la siempre

muda pero activa muerte trabajando el corazón.

Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo

atisba las dos orillas, no hay nada, más

que los gestos precisos _dejarse ir_ para cuidarlo

y ser, el jardín.

Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte

hablando en perfecto y distanciado castellano.

Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía

que te allega, a la orilla lejana de la muerte,

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.

Ella que nunca pudo el escalpelo del horror

provista de herramientas para hacer, maravilloso

de ominoso. Sólo digerible al ojo del terror

si la belleza la sostiene. Mira el agujero

ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo

en el espejo frente al cual, la operatoria carece

de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su

eterno movimiento de partida. Flores, semillas y

plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay

poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una

tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,

mientras la sombra de su caída anuncia

en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir

sin sueño del sujeto cuando muere, mientras

la especie que lo contiene no cesa de forjarse.

El jardín exige, a su jardinera verlo morir.

Demanda su mano que recorte y modifique

la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros

bajo la noche helada. El jardín mata

y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer

gestos correctos en el lugar errado,

disuelve la ecuación, descubre el páramo.

Amor reclamado en diferencia como

cielo azul oscuro contra la pena. Gota

regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas

a la orilla más lejana. I wish you

were here, amor, pero sos, jardinera y no

jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.

 

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El ungido

Vertical y orlado
en rojo el carpintero
real. Eu xaristos,
mundo de aparición
¿Los años al ojo
afinan, o es el alma
volviéndose más fina
como el paladar
al vino, eucaristía?
¿Nimiedad? No la hay,
todo es cuerpo divino
y la hermana muerte
el auriga en la rueda
que gira, malabar
de gracia, xaristos
transforma y da lugar
a esa sucesión
atroz y preciosa
que es cerrada y es
abierta, vacío,
caliz de la forma
y líquido informe,
dulce torbellino
fijo en el instante
ungido por el ojo
¿o el espíritu? Gota
regia -xaristón
en la tormenta. Vida
decidida y audaz,
cruz y grial siendo siempre
volviendo a ser como ese
carpintero real,
vertical y orlado
en rojo, espléndido
nimio, único, llevando
el eco de lo múltiple
donde voy también
.

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