Oda de despedida temporal a Manuel Francisco Reina |
Oda de despedida temporal a Manuel Francisco Reina
El gato
era el señor en la rueda del osmio. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE GATOS |
Los pechos se le mueven al ritmo de las manos. Esa mujer que roza la tierra con sus glúteos y, confiada, deja su flor, húmedamente, contra una superficie adormecida, trenza su pelo. Es piedra encenagada, es monstruo deleitoso, es el pincel cuando llega la hora del amor y se convierte en hembra. Dos ojos constelados en una vía láctea te miran de repente. Sabes que han de llegar tus labios hasta ellos y succionar con fuerza hasta hacerla reír, llorar, reír, gemir, llorar _su vientre te lo pide con su constitución redonda, sus costillas, escalonado altar de sus turgencias_. Se peina grácilmente, se despeina. Gira a un lado su boca y una lengua agita para ti. Te comería _dice, entornando sus labios y dejando que un polen de saliva muestre avispas, haga volar deseos de color, caiga, exactamente, hasta el lugar que pretende decirte_. Te comería. Calla. Sus pechos siguen siendo un baile a dos vertientes. De sus turgentes nalgas brota un grito. Su vulva se estremece, se entreabre, baila para dejar la huella en un silencio que sólo romperán las alas del amor cuando crucen el cielo de sus aguas. Se peina dulcemente, se despeina. Gime, calla, señala, descompone, te mira, te enloquece, moja, habla, mientras trenza su trenza y se destrenza su pie por este lado, sus dos piernas con un cisma de fuego. Tantos labios vagando por tu piel como avispas picantes. Se peina contra ti las cordilleras, las cumbres, los bajantes..., cicatrices que habrán de manar sangre, cuando tú la poseas. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A PINTURAS |
Memoria de Quevedo
Ahora que, renacida, miro todo PULSA AQUÍ PARA LEER EL POEMA DE QUEVEDO A QUE SE REFIERE ESTE SONETO |