BELLEZAS DE LA GRANJA A UNA FUENTE.
Ved sus soberbios caudales: |
¿Quién fue en el mundo el primero, y de qué pueblo oriundo? Pero yo pienso, y me fundo. que antes que hubiera un Cartero ya hubo cartas por el mundo. Por cierto es duda cruel, aunque por razones hartas que hoy me asaltan en tropel, creo que antes que las cartas debió inventarse el papel. Y también tengo razones para publicar en suma, que antes que tinta, algodones y las letras y renglones debió inventarse la pluma. Mas volviendo á otra verdad, ¿quien fue su autor verdadero? La que inventó al mundo entero, la horrible necesidad fue inventora del cartero. Y si ofenden mis razones de carteros al enjambre les daré satisfacciones, allá van; fuera alusiones: la necesidad no es hambre. Todas las artes u oficios innovaciones ofrecen, cambian , o desaparecen, mas los iguales servicios de este arte, jamás perecen. Arte dije ¡a los Carteros!... Oh lector, ¡no lo resistas! Aunque hoy día las modistas, los sastres , los zapateros todos se llaman artistas. Sin ventajas verdaderas, sin ascensos que mitiguen sus ambiciones carteras, los que estas carreras siguen no toman malas carreras. Siempre falto de saliva en su continuo trabajo, apenas el suelo liba, que el correr, aun cuesta abajo, se le hace muy cuesta arriba. El Cartero y jugador aunque tan distintos fueren de tal manera se quieren que ahogados por el sudor los dos entre cartas mueren. Y lo mismo que el cajista aunque el saber no le asista tú sus arcanos penetras, y dices, «no seré artista pero soy hombre de letras. |
Con las mejoras sociales también ellos van conformes, que por sus cambios legales visten sin ser generales generalmente uniformes. Y no crean se mancilla aunque no tengan blasones el oropel con que brilla, que las armas de Castilla las llevan en los faldones. Gasta sombrero, y no importa que con limpieza se porta aunque va hecho un Juan danzante, que es su casaca más corta que la paga de un cesante. Copiaré sus distintivos; de oro los galones son, encarnados son los vivos, y van ostentando altivos en cada vuelta un alón. ¿Quién duda de tu poder cuando en tu empleo tirano tanto mal puedes hacer? ¡De ti que sueles tener nuestra fortuna en tu mano! ¡Y qué corazón ansioso cuando te ve no se alegra, y más si gime amoroso, y sabe que su reposo lo traes en tu caja negra! De ella, ¡qué males no lanzas! Tal vez al verla sucumba quien ríe en juegos y chanzas, ¡por que tu caja es la tumba de millares de esperanzas! Todos ansían el verte, y en tu caja confundida va con la vida la muerte, y en ella junta la suerte, dos extremos, ¡muerte y vida! Si con el llanto las fiestas en ella enlazadas vemos , no es estraño que pensemos siendo cosas tan opuestas que se junten en los extremos. Ni extraño, si juntos van extremos tan desiguales, que siempre en el mundo están y entrelazados irán desdichas, bienes y males. Y aunque los males también de tu mano recibamos, al verte nos alegramos, y es natural , porque el bien es lo que siempre esperamos. |
¿Quién en el mundo diría que llevas en una caja el placer y la agonía? ¡A los unos la alegría y a los otros la mortaja! ¡Cuál en ella se retrata nuestro bien o mal profundo! ¡Allí la fortuna ingrata al mundo, da vida o mata , con otro callado mundo! Sí, porque allí un mundo va, que allí hay dichas, ilusiones, y esperanzas, y pasiones; pero... es un mundo que está encajonado en renglones. Y pues Jesús soberano (permite que le lo diga) lleva el mundo en una mano , eres cual él, ¡que otro ufano llevas sobre la barriga! Y por esta razón sola mi pobre razón alcanza sin calentarme la chola, que es mucha tu semejanza con el niño de la bola. En los cuernos de la Luna yo vi maridos eternos, y a tu llegada importuna los vi hundirse ¡su fortuna solo les dejó los cuernos! ¡A cuántos que en su dolor maldicen su suerte impía no truecas en su favor las lágrimas de dolor en lágrimas de alegría! A un italiano al cantar le llevas algún pesar, y por ti maldice el arte, pues se tiene que largar con la música a otra parte. ¡La música! dije bien, que en su destino tirano es el único sostén, y adonde va un italiano va la música también. Es una máquina , un grillo que siempre cantando está; solo pensando en hoy va si es artista de organillo, y mañana, Dios dirá. Quizá el mañana ha llegado y su dicha no se labra. ¡Que para este desdichado Dios es hombre muy callado y no dirá una palabra! Aunque no tengas, cartero , políticas opiniones, tú eres quien obra el primero tal vez en el mundo entero las grandes revoluciones. Mas también sueles pecar en faltas y no pequeñas, ¿quién pudiera adivinar el mal que puedes causar equivocando unas señas? Don Alegato que adora las gracias de una beldad, cuando sueña en su Señora, sabe por casualidad ¡que le fue a su amor traidora! Y de este cambio ligero, de esta peripecia atroz, ¿quién fue el atroz mensajero? Yo lo diré en alta voz, ¡algún error del cartero! La familia de un cesante que está de hambre medio muerta y ya gime agonizante tocando el ultimo instante de su sepulcro á la puerta, Cuando oye un dulce ¡tilín ! ¡han llamado!, abran ligero, ¡¡Letra!!., ¿mas quién lisongero trae de sus ansias el fin? ¡Quién ha de ser, el cartero! Feliz vive un matrimonio, aunque son pocos felices, cuando ella en su dulce insomnio ¡zas!, sabe por el demonio del marido los deslices. ¿Y quién el demonio fue que dijo mal caballero todo, de la letra al pie? Sin rebozo lo diré, ¿Quién ha de ser? ¡El cartero! Mas también la causa son de que con dulces abrazos se haga santa alguna unión; ¡pues unen amantes lazos es de cura su misión! Y también por sus locuras desunen los matrimonios; ¡luego hacen más que los Curas! ¡Tú eres fuente de diabluras cartero de los demonios! De asuntos malos y buenos no siendo tuyos, te hartas eres curioso, o al menos ¿por qué, dime, tomas cartas siempre en asuntos ajenos? Y pues Jesús soberano (permite que te lo diga) lleva el mundo en una mano tu eres cual él, que otro ufano llevas sobre la barriga. Y por esta razón sola mi pobre razón alcanza sin calentarme la chola que es mucha tu semejanza con el niño de la bola.
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