Eduardo Haro Ibars

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Inventamos el sexo

En el desierto óptico

¿Adiós a la vida?

La casa de los guardas

 

 

Inventamos el sexo
                                                                                                                                                                       
A mis amantes todos, y a quienes no
                                                                                                                                         han podido serlo


completo encerrado en el hielo de un viejo von Stroheim
ese dedo carnoso hace girar y girar
bajo la sombra de una esfinge de una verga despierta
nuestro sueño son armarios que la muerte cierra
cabalgamos despojos harapos tiernos braguetas hinchadas
soñamos un vampiro moreno vieille Europe
Jeune Afrique una agonía en los brazos de nadie o de la sombra
una agonía fiel de estrella a estrella en lo infinito carmesí
ampolla quizá contenga un árbol
y angosto pasadizo del pastor un solo de violín
agua o música ordeñan el aire
valor ficticio pero amable dice no
a quien lo mira enseña
su humedad su cartón su doble fondo
estoy no estoy contigo en esta jaula
detrás de mi cortina soy un muerto
sueño húmedos disturbios
cortamos el pasar la onda de varios silencios
en la ventana florece una cuchilla y tú recuerdas
no recuerdas
olvidas pájaros olvidas no olvidas miedos de catecismo
mares a punto de congelarse nos enseñaron el camino
y nos llama el autobús no debemos quedar en tierra
ábrete paso al otro lado
a tiros.

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En el desierto óptico

...Incendiado transatlántico es
el juego de vivir en una bola
plácida y loca
...Cueva sin límites la pistola de mi amigo
no tiene ojos para verme ni caderas
vehículos del deseo
pero es ansia en visibles galerías de espuma
entre esferas sin tino Y en el desierto
mis cartas todas se han perdido
el cartero ha fallecido –vaga sin duda entre fantasmas de peces
por hirsutas cavidades
“susurro” o “flor de gtilo” le llamaban
las sirenas del cine en su espejo nativo
Y él no sabía esperar horas más dulces No sabía
vivir de noche y en un vaso
...–Y el dios de manos anchas y corazón sin dientes
se deja ver
bajo un cielo demasiado poblado
besó con lepra personal las heridas
que le esperaban amordazadas en fango
...No llevaba ropa el sol no llevaba ropa la luna
no llevaba ropa el desierto que fusiló mis cartas
en un rincón proteico
ni el círculo rosáceo que antes
recibió sus confesiones
a la sombra del falso beduino
.
..Sonrisa que la gumía del Jeque Blanco corta
y que desflora el pez habitante de incendios
con reciprocidad amable se muerden los ojos las gacelas
para no gritar “mármol! mármol!”
para no decir su visión de unos amores
suntuosos.

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¿Adios a la vida?
                                                                                      
Para José Luis Téllez

Cuando el amable antaño desayuno
(comparto reina corazones rojos
y picas negras y tréboles negros
luego diamantes rojos otra vez y Blanca)
el suave Nescafé por la mañana
deja un regusto de podrido y falso
y el chocolate mismo de la noche
(alta madrugada se vislumbran
ya rosas contra el aire rascacielos
y llaman las sirenas a gritos como siempre como todos los días
al cotidiano fatigar de muchos)
no borra los temblores ni el desastre
de la noche sin sueños pesadilla
despierta sin efectos especiales
Cuando el sexo no tiene la tranquila
suavidad del humo tan libre y escogido
y la soledad misma está poblada
de insectos vertebrados horrendos y poseedores
de vocecillas malas que ni siquiera insultan
sino repiten nadas y nonadas
Y el corazón funciona con horas de adelanto
y los peces se ahogan en sus estanques
pues que sal en el agua o minerales
Cuando –en fin- me descubro
a escondidas fusilo mis ideas
pues se agotó mi pluma y no hay recambio
es una triste gracia este pijama
Y es un lugar común este poema
¿Es hora ya de ser Cavaradossi?

(De En rojo)

 

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                                                                                                          La casa de los guardas

                                                                                                                                                  Para Jaime
     ...
Escorpiones alados revolotean, como gotas de plomo, entre las ramas del árbol inmenso. Lianas enredadas en torno al sexo de los guardianes de la palabra azul (último grito en plásticos), de la palabra nunca perdida en espacios ajenos a su girar eterno, nunca encontrada al alba en un café; y detrás, la extensión sin fronteras del lodo.

     ...No ha comenzado la fiesta, pero no terminará nunca. Despiertan, en la cantera sagrada, nuestros negros amantes. Allí la casa de la Escolopendra. Allí susurran sus canciones blandas los del Otro Lado: sonríen tras pañuelos empapados de mocos, y estremecen la noche; son cristal roto para siempre, agujas muertas a la deriva del tiempo. Conocen la íntima amistad de la hierba fresca con la luna, que también es su hermana.
     ...En el parque jugaban los niños más azules, se divertían con vísceras de plata. Cadáveres que ayer les poseyeron son hoy pasto de la fatiga prematura. Los pasillos ardían de miedo y furia, correosos. Hoy los viejos temores son campanas de fiesta en nuestro cumpleaños, realidades tangibles o intangibles, según la masa aumente o disminuya.
    ...¿Por qué un cristal se ha roto para siempre? Enemistados con las dulces esquelas de amor, hemos roto nuestra última frontera, nuestro borde; y aquí estamos, sin límites, a la espera de un piadoso enemigo que clave su aguijón en nuestra carne abierta.
     ...Geysers de sangre elevarán su duro músculo hasta el Otro Lado. Y es posible que, entonces, Los Que Acechan recuerden el valor de esta gema en mi frente engastada. Y quizá entonces se derrumben las paredes, y tiemblen desesperados los gritos del agua; y abra de par en par, muertes el Héroe marchito; y sus laberintos castrados se abran ante la doble figura que adorna mi deseo: Plomo y Miseria, Plomo y Miseria...

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