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Emilio Ballesteros

A Rosi

El asombro

Soneto del olvido

Aguárdame en la noche

 

 

A Rosi

Cuando el placer te hizo llorar lamí tus lágrimas.
Sabor a sal. El paladar trajo a mis ansias
remotos ritmos que en el mar las olas marcan
y aquel olor tan mineral de arena y algas.
No quise herir la soledad con las palabras
y me callé sintiendo arder en nuestras almas
hondos silencios que crecían como llamas.
Si te besé fue por tenerte en mis entrañas.
Si me dejé fue por perderme entre tus aguas.
Si te abracé fue por saber dónde acababas,
porque en el borde de mi sed se esfuminaba
cualquier contorno que mis ojos dibujaran.

Mi corazón, preso en tu amor, también lloraba

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El asombro

Asombrarme de ver
cómo la flor se abre y el ruiseñor se acerca,
cómo el rocío resbala
y en su gota el reflejo de los árboles brilla,
cómo duerme en tus ojos
un incógnito duende de magia y locura,
cómo la cabra salta
y deja por los riscos su perfil de gigante,
cómo sueña la hormiga
en su rueda incesante de granos y agujeros,
cómo envuelve la oruga
en su cápsula el cuerpo deforme y luego es mariposa,
cómo el sol se arrebata
en cielos encarnados que luego traga el malva,
cómo llega el silencio
y traga en su penacho de negros la existencia…
y contemplarlo todo
como si sucediera hoy por primera vez.

 

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Soneto del olvido

(PARA BAILAR A RITMO DETANGO)

La noche es turbia y la pasión celosa.

La luna es joven y el amor un pozo...

Un beso puede ser como ese gozo

que te abisma en la nada de una rosa.

Está tibia la hierba y es hermosa

la luz de una humedad que apenas rozo.

Que prueben nuestros labios el destrozo

de una ebriedad sensual y dolorosa.

Ven a mi boca, dulce ave cantora

que a fuerza de volar perdiste el nido.

También con los recuerdos mi alma llora

al comprobar lo mucho que he sufrido.

Dejáte a esta lujuria tentadora

y entre mis labios te daré el olvido.

 

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Aguárdame en la noche

Para que no se aleje de tus labios

la sensación aleve de mi beso

aguárdame en la noche del regreso

y olvida el amargor de los agravios.

Para que mis silencios sean sabios

y mis palabras sepan a embeleso

deja que entre la arena de mi exceso

se pierdan en tu azul mis astrolabios.

Porque no sé de reglas sin medidas

ni me importa saber lo que habrá luego;

porque siento tu piel por mis heridas

sin pararme a pensar si es todo un juego.

Sólo quiero sentir que mis guaridas

se han llenado de pronto con tu fuego.

 

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