Encarnación Pisonero

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Sabía que vendrías

Fue el mar un  deseo realizado

Los antiguos cerca de Capri

Cementerio marino

Con mareas de luna

 

Sabía que vendrías.

Verte los ojos roturados

y abierto el pecho, me despojó por dentro

forzando que hurtase la mirada.      

La noche es enemiga del que busca esta defensa.

Por eso huí callando mis razones.

Amor, no puedo dejar de amarte

pero tu cuerpo es ya guitarra muda

a mis sentidos.

 

 

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Fue el mar un deseo realizado.

 El mar con azul único,

su espuma bañándote los pechos

diminutas margaritas abiertas.

Sirena de estrellas en el día

cuando saltabas al lomo de las olas

jugando, abandonándote a su grandeza.

Nunca como entonces deseé

la fuerza de los magos

para conjurar al tiempo

                                                      y detenerlo.

(De "Si se cubre de musgo la memoria")

 

 

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Los antiguos cerca de Capri

ubicaron la Estigia.

La isla del amor

tiene su lado oscuro       

pasaporte a las sombras.

Si va en la boca el óbolo

es viaje sin retorno.

Con deseo se forja

la madera del héroe

y en mi bolsillo llevo

la moneda de plata

para cruzar el Aqueronte.

Los que crucéis esta puerta

abandonad toda esperanza.

He de ser más astuta

en la burla a los dioses.

 Ningún héroe o dios

 escapó de su culpa.

Únicamente Dante,

por amor del amigo y de la amada,

 recorrió los tres mundos,

más allá de la tulla.

 

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CEMENTERIO MARINO

CONTEMPLANDO los mares de Castilla

detrás del horizonte,

con las olas crespadas

que no ocultan las nieblas,

las cigüeñas serenas

en vez de las gaviotas,

la golondrina alegre

regalando sus trinos.

Divisando estos mares,

la casa de los muertos

que hubieran deseado

como mansión los poderosos.

 La que eligieron los bardos,

como postrer regalo,

para aquellos que en vida

sufrieron el tormento

injusto en la inocencia.

¡Descansad allí en paz!,

amigos míos.

(De A los pies del sicomoro)

 

 

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CON MAREA DE LUNAS

                                                                                                A Carlota Cuesta (pintora y escultora)

Hubo un tiempo de ángeles que perdieron las alas,
su presencia son huellas entre fuga y retorno,
y es el alma la clave del que quiere ser nube
y ascender al recuerdo más allá de las cimas.
Un paisaje celeste, saturnal y lunario,
se sumerge en los huecos donde hubo volcanes
con antiguas mareas que han anclado en las costas
navegando por rumbos de cipreses perdidos.
No hay ocaso ni noche donde hay peces estrellas
y los ojos anidan en la boca y el vientre
recorriendo las islas de mistéricos templos,
panteones antiguos como última cuna
del que encierra saberes en mandalas de vida.
Los odemos arcanos se transforman en ángeles
con un nimbo de chispas de alevín lucifer,
y un aroma con música de salterio y de arpa
fija el musgo a la piedra para faros ausentes.
Un enjambre de signos con piruetas de ópera
en irónica danza se dispersa en el aire,
son quimeras posibles como juegos secretos
a porfía de azules, de carmín y de verdes.

(De El prisma en la mirada)

 

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