índice

Enrique Gracia Trinidad

Como ropa tendida

Peregrino a la fuerza

Viajeros al tren

Carta de gato a uno de sus amores

COMO ROPA TENDIDA

En un poema hay que extender la vida

 al viento, al sol de la mañana,

 a la vista de todos

 como ropa tendida en el alambre.

 Una pizca de vida es suficiente,

 la camisa de un sueño, por ejemplo,

 o el mantel de las últimas derrotas

 o aquel pañuelo

 que es como un resto de niñez, tan blanco,

 tan diminuto, tan herido.

 Los versos, hechos sangre, piel o músculo,

 bien cogidos con pinzas, agitándose

 en medio de los patios, a la luz,

 como banderas sin ejército.

 Así tienen sentido.

PULSA AQUÍ PARA LEER LA TEORÍA POÉTICA DE DISTINTOS AUTORES

ir al índice

PEREGRINO A LA FUERZA

 

 Iba haciendo el Camino de Santiago

 con una concha al cuello.

 Sus ojos eran de hayas en otoño,

 su sonrisa de libro y lo demás,

 como para volver loco al apóstol

 cuando llegase a Compostela.

 Así que la llevé en mi coche

 (adoro el autostop algunas veces)

 -Yo -mentí- también voy de peregrino.

 -Prefiero andar -me dijo- pero gracias,

 llévame a Ponferrada

 y ya seguiré a pie lo que me falte.

 "Ponferrada -pensé- y Finisterre,

 si te dejas"

 Puso el bastón y su macuto

 en la parte de atrás y se sentó a mi lado.

 Casi no hablaba, pero qué silencios.

 Su perfume a lavanda me hizo olvidar

 que yo no iba a Galicia

 y otros asuntos eran mi destino.

 Junto al castillo de templarios

 paramos a reponer fuerzas.

 Cuando estaba pagando la empanada y el vino

 oí el motor del coche.

 Me dejó su cayado, la venera,

 y un palmo de narices con recuerdo a colonia.

 Caminé todo el resto del verano,

 como un imbécil, con la boca seca,

 pero he ganado el jubileo.

 

ir al índice

VIAJEROS AL TREN

 

Desesperada y gris, un poco loca,

se dispuso a viajar conmigo al fin del mundo.

-Eso está lejos -dije-,

mejor nos vamos hasta el parque,

patatas fritas y cerveza, sol,

para qué más.

Pero ella siguió haciendo el equipaje.

Cientos de cachivaches, zapatos y pañuelos,

una florete de esgrima (me sigo preguntando para qué)

guantes, perfume, rulos, crucigramas;

y tuve que trepar a las maletas para que se cerrasen.

-¡Vámonos! tengo ya los billetes del tren.

Era la dueña del asunto.

 

Se sentó en el asiento junto a la ventanilla,

apoyó la cabeza,

y vi el reflejo de su rostro:

tenía una sonrisa de las que no dejan salida.

-Voy un momento a por tabaco -dije.

Seguía ensimismada.

 

Sus ojos se agrandaron a lo lejos,

cuando le dije adiós desde el andén.

Ni ella ni las maletas regresaron jamás.

 

ir al índice

CARTA DE GATO A UNO DE SUS AMORES

Hice añicos la luna del espejo.

Ya no podía resistir más su respuesta miserable.

Cada vez que buscaba en su interior,

yo desaparecía, estabas tú.

Me decías:

“¡Qué viejo estás! ¿no te das cuenta?”

 

Recogí los cristales diminutos,

teñidos con la sangre de mis manos.

Te los hice llegar envueltos en papel de celofán.

No acusaste recibo, pero

jamás podrás decir que no te regalé la Luna.

 

ir al índice

IR AL ÍNDICE GENERAL