Se quebraron los bordes del polígono y se hicieron flexibles las aristas. La mañana es redonda y en sus curvas hay labios circulares y sonrisas.
¡Oh, los giros del monte, los recodos de las aguas plurales, cristalinas! ¡Oh, las aves que vuelan y consiguen amenizar silentes geometrías!
¡Contornos de mujer. Pechos que buscan el hueco justo y frágil de la brisa! ¡Caderas de metal, muslos guijarros, oscuros ojos y mejillas nítidas!
Todo gira, se mece, se transforma, su vuelve luz en la fragancia tibia de la rosa de abril que se abre y vive, porque vivir es causa curvilínea.
Como un coso de fiestas y clamores quedó en la luz la curva concebida: metamorfosis de la línea recta; principio y fin de cuerpos y de aristas. |
Redonda negación, la nada existe encerrada en tu círculo profundo y ruedas derrotado por el mundo que te dio la verdad que no quisiste.
Como una luna llena es tu figura grabada en el papel a tinta y sueño. Dueño de ti te niegas a ser dueño de toda la extensión de la blancura.
Tu corazón inmóvil y vacío ha perdido la sangre que no tuvo. Es inútil segar donde no hubo más que un cuerpo en el cuerpo sin baldío.
Redonda negación, redonda esencia que no ha podido ser ni ha pretendido. Sólo la nada sueña no haber sido porque no ser es ser en tu existencia. |
Siempre infantil caminas por las cifras enseñando tu cola puntiaguda, y tu panza de niño adolescente por donde se resbala la ternura.
Eres, al fin, el único juguete que traza el usurero con su pluma. Cisne de los papeles escolares! ¡Príncipe y equilibrio de las curvas!
Cuando tu nombre se abre entre mis labios apenas si se mueve tu figura; en el aire nadando te me alejas por un mundo de hierro y de penumbra.
¿Qué vas a hacer cuando el dolor te lleve por las altas ventanas de las sumas? ¿Qué vas a hacer cuando los ases vengan a oscurecer tu blanca dentadura?
Vuelve a mis labios niños, quiero hacerte corazón infantil de flor y fruta. Vuela de los papeles a los prados, donde crecen los soles y las lunas. |
Cerca de mí tus ojos, tu cintura de mimbre, tu valor de quererme y tu frágil anhelo de brisas venideras.
Rotunda estás y eres para mis labios curvos.
Cerca de mí tus venas cantando como pájaros.
¡Qué delicada fuerza me das cuando suspiras!
¡Qué multitud de naves se alejan por tu frente cuando en el aire piensas melancólica y cierta!
¡Oh, tus pechos de novia, circulares y prietos como un canto campestre!
Cerca de mí pareces un horizonte verde, una esperanza tibia, un dolor apagado.
Vienes y vas y vienes para ser siempre nueva realidad de la tarde enervada en mis labios.
Vienes y vas y eres la brisa que despierta mi estambre. y mi silencio cálido. Y mi sonrisa. |