índice

 

Esopo

El águila y la zorra

La zorra y el chivo en el pozo

La zorra y las uvas

Las ranas que querían rey

La cigarra y la hormiga

La zorra y el león anciano

La mujer y el marido borracho

La viuda y las criadas

Hércules y Atenea

La liebre y la tortuga

Andocles y el león

El ladrón y su madre

 

El águila y la zorra

      Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso afianzaría su amistad.

El águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.

      Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.

      Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños. ¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lo lejos a su enemigo.

      Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad.

      Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido.

      Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales cayeron al suelo.

      Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

Moraleja:

Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo

ir al índice

      La zorra y el chivo en el pozo

     Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.

      Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena.

      Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.

     Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir de allí.

     Dijo entonces la zorra:

     _ Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.

     Le creyó el chivo y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.

     Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:

     _ ¡Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!

Moraleja:

Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos

ir al índice

                                                 

                             La zorra y las uvas.
     Estaba  paseando una zorra cuando vio  unos deliciosos racimos de uvas que colgaban de una parra.  

   Entonces quiso atraparlos una y otra vez  con su boca.
    Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
    _¡ No me agradan, están  demasiado verdes...!


                                                                          Moraleja:

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

                             PULSA AQUÍ PARA LEER LA RECREACIÓN DE SAMANIEGO DE ESTA FÁBULA

 

ir al índice

                                                               Las ranas  que querían  rey.
  
Cansadas las ranas del desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
   Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
   Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, corrieron a esconderse.    Pero, al darse cuenta de que  el leño no se movía, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tanto desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
   Y así, sintiéndose humilladas por tener como monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
   Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

                                 Moraleja
   A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

PULSA EN CADA AUTOR PARA VER CÓMO RECREAN ESTA FÁBULA:

                                                ARCIPRESTE DE HITA            SAMANIEGO

 

ir al índice

La cigarra y la hormiga

        El sol del verano ardía sobre el campo. La cigarra cantaba a toda voz en las largas horas de la siesta, tranquilamente sentada en una rama.
   Comía cuando se le antojaba y no tenía preocupaciones.
   Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.
   Terminó el verano, quedaron desnudos los árboles y el viento comenzó a soplar con fuerza. La cigarra sintió frío y hambre. No tenía nada para comer y se helaba. Entonces fue a pedir auxilio a sus vecinas, las hormiga. Llamó a la
puerta del abrigado hormiguero y una hormiga acudió. La cigarra le pidió comida.
   _ ¿Por qué no guardaste en el verano cuando abundaba? ¿Qué hiciste?  _ le preguntó la hormiga.
   _ Cantaba _respondió la cigarra.
   _¿Mientras yo trabajaba? ¡Pues ahora baila!_ dijo la hormiga dándole con la puerta en las narices.

                           Moraleja
   Debemos ser prevenidos y pensar en el futuro, para no vernos luego en dificultades.

 

ir al índice

                                          La zorra y el león anciano.
   Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para comérselos.
   Ya habían llegado y perecido bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo  estaba de salud.
   _ Mal  _contestó el león, invitándola a entrar.

   Pero la zorra le dijo:

   _ Entraría si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que  salga.
                                                     Moraleja:

Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.

ir al índice

                                                             La mujer y el marido borracho.
   Tenía una mujer un marido borracho y, para librarle de este vicio imaginó la siguiente  argucia:  en el momento en que su marido se quedó tan  insensible como un muerto a causa de la embriaguez, cargó con él sobre sus espaldas, lo llevó al
cementerio y allí lo dejó. Cuando juzgó que ya se le había pasado la  borrachera, volvió y llamó a la puerta del cementerio.
   _¿Quién llama ahí? _dijo el borracho.
   _Soy yo, que traigo la comida a los muertos _contestó la mujer.
   _No me traigas comida; prefiero que me traigas  algo de beber  _replicó el  borracho.
    Y la mujer, golpeándose el pecho, exclamó:
    -¡Qué desdichada soy! Ni siquiera mi treta ha hecho el menor  efecto sobre ti , marido mío, pues no sólo no te has corregido, sino que te has agravado, convirtiéndose tu vicio en una

                      Moraleja
    No dejes que una conducta equivocada domine tu vida. Pon tu razón sobre el error.

 

ir al índice

               La viuda y las criadas.
 
 Una viuda muy laboriosa tenía unas criadas jóvenes a las que despertaba  todavía de noche al canto del gallo para que comenzasen sus tareas. Ellas estaban siempre extenuadas de fatiga y resolvieron matar el gallo de la casa  por considerarle
el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su señora antes del amanecer.
   Mas  cuando llevaron a cabo su propósito se encontraron con que habían agravado su mal, porque su señora, no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir al trabajo.
  

Moraleja

Nunca creas que la causa de tus problemas es lo que primero se  presenta ante tus ojos. Piensa en qué sucedería si eliminas lo que estás viendo como posible causa de tus males.

ir al índice

                         Hércules y Atenea.
   Caminaba  Hércules a lo largo de un estrecho camino cuando vio caído en tierra un  objeto parecido a una manzana e intentó aplastarlo. El  objeto duplicó su volumen. Al ver esto, Hércules lo pisó con más violencia todavía, golpeándole además con su maza. Pero el objeto siguió creciendo, cerrándole con su  masa el camino. El héroe lanzó entonces su maza, y quedó plantado presa del mayor asombro.
   En esto se le apareció Atenea y de dijo:
   -Escucha, hermano; este objeto es el espíritu de la disputa y de la discordia; si se le deja tranquilo, permanece como estaba al principio; pero si se le toca, ¡mira cómo crece!
   La disputa y la discordia son causa de grandes males a la humanidad. Nunca las estimules.

ir al índice

                                                                   La liebre y la tortuga.
 
 Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y de la  lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:
   -Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una carrera.
   Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el  reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
   Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y corriendo lo más velozmente que pudo, vio cómo la tortuga había llegado a la meta  y obtenido la victoria.
   

Moraleja:

Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.
 

ir al índice

                                                        Androcles y el león.
  
Un esclavo llamado Androcles tuvo la oportunidad de escapar un día y corrió  para internarse en la selva.
     Y mientras caminaba sin rumbo, llegó a donde yacía un león, que gimiendo le suplicó:
   _Por favor, te ruego que me ayudes, pues tropecé con un espino y una púa se me enterró en la garra y me tiene sangrando y dolorido.
   Androcles lo examinó y gentilmente extrajo la espina, lavó y curó la herida. El león lo invitó a su cueva donde compartía con él el alimento.
  Pero días después, Androcles y el león fueron encontrados por sus buscadores. Llevado Androcles al emperador fue condenado al  anfiteatro a luchar contra los leones.
   Una vez en la arena, fue suelto un león, y éste empezó a rugir y buscar el asalto a su víctima. Pero a medida que se le acercó reconoció a su benefactor y se lanzó sobre él pero para lamerlo cariñosamente y posarse en su regazo como una fiel mascota. Sorprendido el emperador por lo
sucedido, supo al final la historia y perdonó al esclavo y liberó a la selva.

  Moraleja
    Los buenos actos siempre son recompensados.

ir al índice

                                                    El ladrón y su madre.
  
Un joven adolescente robó un libro a uno de sus compañeros de escuela y se lo mostró a su madre. Ella no solamente se abstuvo de castigarlo, sino que lo estimuló. En la siguiente ocasión  robó una capa y se la llevó a su madre quien de nuevo lo alabó.
   El joven creció y ya adulto fue robando cada vez cosas de más valor hasta que un día fue capturado en el acto, y con las manos atadas fue conducido al cadalso para su ejecución pública.
   Su madre lo siguió entre la multitud y se golpeaba violentamente su pecho de tristeza. Al verla el ladrón dijo:
   -Deseo decirle algo a mi madre al oído.
   Ella acercó su oído a él, y éste rápidamente mordió su oreja cortándosela.
   Su madre le reclamó que era un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó:
   _¡Ah! Si me hubieras reprendido en mi primer robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a esto y ser condenado a una ingrata muerte.
   Al nuevo árbol se le endereza tierno para que crezca derecho.

PULSA AQUÍ para acceder a relatos de protagonista infantil/escuela

AQUÍ PARA LEER FRAGMENTOS DE LA  VIDA DE ESOPO

Y AQUÍ PARA LEER FÁBULAS DE OTROS AUTORES
 

ir al índice

 

IR AL ÍNDICE GENERAL