En la hora desnuda sólo eso un segundo de luz y paraíso de aquellos que la amaron sabe los rostros mudos y su temblor de ala todos juntos abran el cofre y vea ella esos diamantes escondidos libres al fin del cepo las palabras que mansamente caigan esos copos de nieve sin red en un segundo blanco sobre el regazo de su mirada cobijados de par en par las dos puertas abiertas sólo un paso decir adiós así que el saco no se cierre sin librarle a la voz de sus cadenas tacto y aire encuentre allí esa voz sus zapatos perdidos al fin cerrado el círculo del mundo en la hora desnuda sólo eso un segundo de luz y paraíso |
Pero hubo un resplandor y ella alzó los ojos por encima de la siesta humeante de improviso atravesando el tedio afirmó su certera verdad esa súbita espada ¡qué triste era volver mansamente a la suela del zapato! imitar el esmero con que algunos asearon sus cadenas no preguntar quién golpeaba los cristales los otros los dormidos ajenos a la aguja que enhebraba el temor en el enjambre desdichado |
¡Cuánto sufre el amor |
Perfume |