El muro se yergue cerca
del lago que no quiere
que los patos dejen
el invierno.
Sobre el césped mojado
espigas de memoria y
juego despiertan
el verde que será.
La luz de una palabra
alienta la necesidad de huir
a donde no tengamos frío.
Y es así.
Como en la niñez que se exilia
¿El amor acaba?
Los pies descalzos
jugamos al Backgamon
y la vida interroga
en cada uno.
Busca respuestas en el tablero mientras,
amor, tiras dados.
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Ahora te pienso, delgada, tan delgada
y surgen silenciosas las conversaciones. Alegría
que no podemos tener.
La vejez roba voces y el silencio de instala al lado. Caminas en soledad
hacia las edades, en la ciénaga al borde del eje de los mundos, el rumbo
está decidido, te agarro la mano delgada, enfilada de venas y te pienso.
El grave esfuerzo de querernos, cercana a mi sangre, en la distancia
del ser nuera, así rompemos el destierro, palpándonos, para darnos
cálidamente en silencio la mano indomable. |
Zohar de tus ojos
disolviendo preguntas
esparcidas en el aire de
mi cansancio.
Lacónica tempestad que presta un sentimiento turbio
aleja miedos
atenúa angustia
cansa la espera cansa
Sisit blando de manos de
Padre, aprietan siempre
abren y cierran
entran
manos de hombre
suaves como de mujer
cansa tanta angustia
tantos días
miedos por la vida,
(porque cuando ya sabes, los instantes perfectos
son perfectos, pero el miedo-miedo)
que se espanta delante de tus ojos.
Zohar en tus ojos. |
Luz roja, carril, paso,
paseos en la calle,
parada, suavidad lenta de volante,
atrás, ellos hablan del futuro
que es presente, detenimiento
del instante, como una idea
fugaz que deja
dulzura de descubrimiento y
deseo de volver al momento
previo, justo antes del
nacimiento
gente, gente, en singular, camina deprisa
sentido del carril inverso
claxon ¿porqué tan alto?
Atención del cuerpo alerta luz
verde, acelerador, intermitente, volante, de vuelta. Igual, pero no siempre
similar pensamiento.
Sendero de calle, ríos de ruedas, caminos andados sin paisajes.
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