Eva Vaz

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Para gritar

La historia de dos mujeres

Gatillazos

Enseñanza superior

No me lo enseñaron

 

PARA GRITAR

Mi madre siempre deseó

una parcela en el campo:

"Descansar

es invertir en calidad de

vida".

Para su último hogar

improvisó un alquiler

de cinco años y flores de

plástico.

La muerte también tiene

fecha de caducidad.

Ha vencido el alquiler

y mi padre le ha comprado

su propia parcela en el campo,

en el pueblo.

La muerte también entiende

de clases.

Vuelven a encontrarse,

por arte del negocio inmobiliario.

Su última cita,

en el paraíso del cementerio municipal:

mi padre asiste al siniestro desnudo

de huesos desordenados.

Y el anillo de matrimonio.

Su esposa, mi madre,

en una paz brutal como nunca tuvo.

Todo en una bolsa de plástico.

Sin más mística:

el espanto en una bolsa de basura.

Mi padre volvió a sentar

a su amante

en el asiento del copiloto.

Con cariño. Con la tragedia

instalada en el volante.

Con arcadas. Con amor.

Depositó la bolsa,

como el que regresa del supermercado,

en la propiedad, orgullo familiar,

en una bolsa de basura

de plástico

de marca.

Tantas bocas viven

de la muerte.

Hasta mi poema vive de la muerte.

Mi ego liba de tu muerte.

Perdóname,

mamá,

has tenido una nieta.

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LA HISTORIA DE DOS MUJERES

Tengo tres hijos

y una amiga que me ama

distinto:

mi amiga me ama despacio,

sin daño,

y provoca incendios que no destruyen.

Tengo un gobierno de hormonas

que contradicen sus órdenes

y desean con A.

Tengo el amor de mi amiga,

dócil y generoso,

y ya no quiero

la violencia de los falos

perforando mis órganos,

ni la torpeza

de sus manos rústicas.

Tengo los brazos de mi amiga,

delicados,

adorando mis pechos.

Tengo sus labios de hembra

convulsionando

mis labios de hembra.

Tengo una linda fractura,

lasciva y trabajadora,

llorando permanentemente

de placer,

cuando mi amiga,

mi ángel lésbico,

se adentra en mis

oscuridades

y se queda explorando

mi humanidad con H

de Hembra.

Tengo tres hijos

y una amiga que me ama

distinto:

Tengo algunos problemas.

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GATILLAZOS

Yo sé que tú sabes
que yo sé
que se han deshojado
mil veranos
y yo sé que tú sabes
que yo sé
aún.

Estábamos borrachos,
húmedos como esponjas.
Ansiosos de llevar a la práctica
las supuestas proezas sexuales
que dos aparentes desperjuiciados
recreaban sin pudores.
Estábamos retándonos, casi.

En aquel bar nos
follábamos con la
imaginación,
y en mi casa,
solos y desnudos de todo
a ti te desobedeció
el sexo.

Yo sé que tú sabes
que yo sé
que aún conservas
las bragas blancas
que te llevaste puestas
por equivocación.

Yo sé que tú sabes
que yo sé,
que hoy no me olvido de aquella
noche terrible para tu
virilidad.

Yo sé que tú sabes
que yo sé
que siempre que me ves
se te hace un nudo en la
vergüenza,
que ruborizará tu memoria,
eternamente.

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ENSEÑANZA SUPERIOR

He necesitado cumplir los veinticinco.
He necesitado licenciarme
en filosofía
y perseguir el doctorado,
y despellejar mi paciencia
en unas oposiciones
para descubrir
que lo más apreciable,
mi mejor joya:
mi COÑO.

Ahora me faltan años
para retroceder en el tiempo
y ejercitar otras virtudes
y conquistar el mundo
en un abrir y cerrar
de piernas.

 

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No me lo enseñaron

las matemáticas de C.O.U.

ni la antropología de 3º de carrera.

Para nada sirvió

tanta Teoría del Conocimiento, ni

el empacho de Filosofía del Lenguaje.

No exigen en el currículum

que se especifique.

No aparece en el temario de

oposiciones.

No se recoge en ningún

manual de técnicas de estudio

o búsqueda de empleo.

Y es más importante

que saber más de tres idiomas.

Una simple regla de tres:

el número de triunfos y virtudes

es directamente proporcional

al tamaño de tus tetas.

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