Doctor
Francisco
de Garay

 

índice

Alegre, rico, venturoso lecho...

Vi un cierto gentilhombre el otro día...

Torne Duero hacia atrás en su corrriente...

Valladolid, tan peligrosa y fiera...

Alegre, rico, venturoso lecho,

cuán desigual que va vuestro partido,

habiendo yo tu gloria merecido

por amor, por razón y por derecho;

que yo traigo continuo dentro el pecho

la que esta noche sobre ti ha dormido;

tú estás deshecho porque la has tenido,

yo porque no la tengo estoy deshecho.

Concertémonos, pues, dame tu gloria,

o yo te prestaré mi sentimiento

para que el bien te goce, como es justo;

mas no quieras, que sólo la memoria

de no haber conocido tal contento

te bastará a dar muerte a tanto gusto.

 

ir al índice

Vi un cierto gentilhombre el otro día

en la calle, mondándose los dientes,

y quizás con malicia pare en mientes,

porque pensaba yo que no comía.

Dime a pensar que por cumplir lo hacía,

pues consigo no puede, con las gentes,

y dije a otro estudiante: “Si lo sientes,

dime, ¿aquello es verdad o hipocresía?

“Que si es verdad, no dura mucho el juego;

que muy presto hallará lo que ha perdido,

pues poco hay que perder en dos bocados.

No los monda por eso, dijo él luego,

ni para que entendamos que ha comido,

más porque están, de no comer tomados.”

 

ir al índice

Torne Duero hacia atrás con su corriente,

dejen los peces el amado río,

hiélese en la mitad del seco estío,

y en el diciembre esté cual fuego ardiente.

Póngasenos el sol en el oriente,

la noche alumbre como el rayo frío,

su casta hermana tome el señorío,

y alumbre el día con menguada frente.

Quiébrese el eje do se funda el mundo,

y de él el orden tan sin orden quede,

que nada acuda a nada que le toca.

Gocen gloria las almas del profundo;

que esto y el mismo tiempo faltar puede,

pues faltan las palabras de tu boca.

ir al índice

Valladolid, tan peligrosa y fiera

como la que en mi alma estáis haciendo,

amores y temores, pretendiendo

vivir entrambos para que yo muera.

Si he de acabar, procúrame siquiera,

ya que al fin yo no alcance que pretendo,

que la que nunca me miró viviendo,

mirarme en brazos de la muerte quiera.

Yo con aquesto viviré contento,

y tú, dichoso valle, que habrás dado

a tantos vida, dame sepultura.

y verá cuanto cubre el firmamento

que sólo en el lugar piedad ha hallado

quien no lo halló en el tiempo ni en ventura.

 

ir al índice

 

IR AL ÍNDICE GENERAL