Por amores e loores de una hermosa mujer de Sevilla que llamó él Estrella Diana... ella yendo por la puente de Sevilla a la iglesia de Sant'Ana, fuera de la ciudad. Non fué por cierto mi carrera vana, pasando la puente de Guadalquivir, a tan buen encuentro que yo vi venir ribera del río, en medio Triana, a la muy hermosa Estrella Dïana, cual sale por mayo al alba del día; por los santos pasos de la romería, muchos loores haya Santa Ana. E por galardón demostrar me quiso la muy delicada flor de jazmín, rosa novela de oliente jardín, e de verde prado gentil flor de liso, el su gracioso e honesto riso, semblante amoroso e viso suave; propio me parece al que dijo: Ave, cuando enviado fue del paraíso. Callen poetas e callen autores, Homero, Horacio, Vergilio e Dante, e con ellos calle Ovidio D'Amante e cuantos escribieron loando señores, que tal es aqueste entre los mejores. como el lucero entre las estrellas, llama muy clara a par de centellas, e como la rosa entre las flores. Non se desdeñe la muy delicada Enfregymio griega, de las griegas flor, nin de las troyanas la noble señor, por ser aquesta atanto loada; que en tierra llana e non muy labrada, nace a las veces muy oliente rosa, así es aquesta gentil e hermosa, que tan alto merece de ser comparada. |
A la dicha Estrella Dïana quejándose de los otros que la recuestaban e pidiéndole a ella armas. Ante la muy alta corte del Dios d'amor so citado, e malamente acusado por vos, estrella del norte, diciendo que hiz error en vos dar tan grant loor, que porén merezco morte. Dicen que vos ensalcé entre las altas señores; como rosa entre las flores, dicen que vos esmeré; con lucero, con estrellas, llama a par de centellas, dicen que vos igualé. Dicen que me desdecir harán como fementido, o que en el campo metido me harán cruel morir; e si esto nom hicieren, que do vuestros ojos vieren me hagan luego hoir. En vestras manos, amiga, hago jura e promesa e a la grant Venus diesa, que este rebto por vos siga ante el alto Dios de amor, defendiendo vestro honor de quien vos desloor diga. E porque noble armadura conviene a tal pelea, donde Dios de amor vea la vestra gran hermosura, con vestras manos labrat las armas, e apropiedat la vestra gentil figura. E de vestra cabellura de toda peza labredes cota, mi bien, que me dedes, si fuere vestra mesura. E ceñida, bien apretada con vestros brazos, amada, me cingades por cintura. Vestros ojos amorosos, Señora, me dat por lanza, e habed firme esperanza que con ella mentirosos haré a los mal decidores de vos, la flor de las flores, pues de vos son envidiosos. Vestro aire delicado quiero llevar por escudo, non temo con él nin dudo maldecir desmesurado. E sean con él por devisa vestros dientes, boca e risa, e decir muy adonado. El vestro gracioso talle e muy buen torno de cara, resplandeciente e clara, cual el sol en mayo sale, sea yelmo con cimera: non creo qu'en la frontera otro tan propio se halle. Vestra nariz afilada sea flecha muy polida, con las pestañas, mi vida, ricamente emplumada. Vestro cejo muy hermoso sea el arco amoroso con que lance al entrada. Vestro gracioso aseo sean las sobreseñales: non creo que las dió tales Ginebra, nin hizo Iseo. E serié gran maravilla hallar tales en Castilla que, cuanto yo, non las veo. PULSA AQUÍ PARA LEER DESCRICPICONES DE LA MUJER |