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Francisco Pino

Advertencia

El pecho

La cintura

La nariz

Las cejas

Advertencia
En silencio
como el río,
en silencio,
largamente
como el chopo,
largamente,
por tu amigo
el enemigo,
por tu amigo
vas a llorar
te lo digo
en silencio,
lar
ga
mente.

(De Versos para distraerme)

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El pecho
Aquí cesa el clamor; ya nada canta.
Aquí el silencio su contorno imprime.
Sólo el pecho, nevado y tan sublime,
de pie puede servir a la garganta.
Ya, como con las albas, se levanta,
o, como con las tardes, se deprime;
su femenino día nos encanta;
con su esplendor de oscuridad redime.
El ritmo de lo humano él lo condensa,
cofre es de aquello que la mente piensa,
donde la eternidad se guarda breve.
Si el corazón se ofrece en esa altura,
respire en esa cima la ternura,
mitíguese mi ardor sobre esa nieve.

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La cintura
Cicatriz de los hálitos; censura
como trémulo párpado; un rocío
del insomnio esculpido, tu cintura
de diminutas flores albedrío.
Es, tu cintura, tálamo de un río
exhausto en un suspiro sin holgura
_un gorjeo, una lágrima y un brío_
de minúsculos besos mordedura.
Su corriente me arrastra arrolladora,
nardo angustiado de sedosidades,
donde el pistilo es sol, dedal la aurora.
Son huellas de jilguero sus edades
y en un copo de nieve arde su flora
compuesta de rubor de eternidades.

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La nariz
Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes,
perfil al vuelo afin, nivel de ardides,
estás, oh mariposa que divides
cielos de nieve y rosas de laúdes.
Oh cuán lírica maga de altitudes
que fiel de reinas majestades mides,
oh muda augusta, en soledad, que impides
junto a ti, rosa impar, similitudes.
¡Ay, primorosa reina de jazmines
entre dos verdes fuegos encumbrada
a ser espada-atril de serafines,
símbolo de existir, nota encarnada,
la breve humana majestad defines,
dije de orgullo con revés de nada!

 

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Las cejas
¿Quién ha escrito en tu frente esas leales
frases tan misteriosas, tan oscuras?
Fronteras para el nácar, nervaduras
de ónice en unos cielos aurorales.
¿Qué dicen, qué dirán esas geniales
de dos noches curvadas miniaturas?
Palabras bien trazadas, bien seguras
como dos de azabache arcos triunfales.
¿Firmas son o son sombras o son rejas?
Sólo sé que un dios niño entre esas cejas
se debate en prisión, ¡rejas morunas!
¿Qué firman? ¿Qué sombrean? ¿Qué aprisionan?
iQué importa! ¡Para el cielo que coronan,
blanco y verde, ellas son dos negras lunas!

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