índice Francisco de Aldana
 

Soneto XII

Soneto XIII

Soneto XXX

Clara fuente de luz...

 

 

                       SONETO   XII

“¿ Cual es la causa , mi Damón  que estando

en la lucha de amor juntos trabados

con lenguas, brazos , pies y encadenados

cual vid que entre el jazmín se va enredando

y que el vital aliento ambos tomando

en nuestros labios, de chupar cansados,

en medio a tanto bien somos forzados

llorar y suspirar de cuando en cuando?”

 “Amor, mi Filis bella , que allá dentro

nuestras almas juntó , quiere en su fragua

los cuerpos ajuntar también tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,

pasar del alma al dulce amado centro,

llora el velo mortal su avara suerte . “

 

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SONETO XIII
De sus hermosos ojos dulcemente
un tierno llanto Filis despedía
que por el rostro amado parecía
claro y precioso aljófar transparente;
en brazos de Damón, con baja frente,
triste, rendida, muerta, helada y fría,
estas palabras breves le decía,
creciendo a su llorar nueva corriente:
"¡Oh, pecho duro, oh alma dura y llena
de mil durezas!¿Dónde vas huyendo?
¿Dó vas con ala tan ligera y presta?"
Y él, soltando de llanto amarga vena,
della las dulces lágrimas bebiendo,
besóla, y un "¡ay!" fue su respuesta.

 

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 SONETO XXX

Otro aquí no se ve que, frente a frente,
animoso escuadrón moverse guerra,
sangriento humor teñir la verde tierra
y tras honroso fin correr la gente.
Este es el dulce son que acá se siente:
"¡España, Santiago, cierra, cierra!"
y por süave olor, que el aire atierra,
humo que azufre da con llama ardiente.
El gusto envuelto va tras corrompida
agua, y el tacto sólo apalpa y halla
duro trofeo de acero ensangrentado,
hueso en astilla, en él carne molida,
despedazado arnés, rasgada malla:
¡oh sólo de hombres digno y noble estado!

 

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Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,
tan lejos del mortal caduco velo,
casi un Argos divino alzado a vuelo,
de nuestro humano error libre y piadoso!
¡Oh patria amada!, a ti sospira y llora
esta en su cárcel alma peregrina,
llevada errando de uno en otro instante;
esa cierta beldad que me enamora
suerte y sazón me otorgue tan benina
que, do sube el amor, llegue el amante.

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