Francisco de la Torre

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Bella es mi ninfa...

¡Cuántas veces...

Cuantas estrellas tiene el firmamento...

Epigramas

Bella es mi ninfa, si los lazos de oro

al apacible viento desordena;

bella, si de sus ojos enajena

el altivo desdén que siempre lloro.

 Bella, si con la luz que sola adoro

la tempestad del viento y mar serena;

bella, si a la dureza de mi pena

vuelve las gracias del celeste coro.

 Bella si mansa, bella si terrible;

bella si cruda, bella esquiva, y bella

si vuelve grave aquella luz del cielo

 cuya beldad humana y apacible

ni se puede saber lo que es sin vella,

ni vista entenderá lo que es el suelo.

 

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 ¡Cuántas veces te me has engalanado,

clara y amiga noche! ¡Cuántas, llena

de oscuridad y espanto, la serena

mansedumbre del cielo me has turbado!

 Estrellas hay que saben mi cuidado

y que se han regalado con mi pena;

que, entre tanta beldad, la más ajena

de amor tiene su pecho enamorado.

 Ellas saben amar, y saben ellas

que he contado su mal llorando el mío,

envuelto en los dobleces de tu manto.

 Tú, con mil ojos, noche, mis querellas

oye y esconde, pues mi amargo llanto

es fruto inútil que al amor envío.

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Cuantas estrellas tiene el firmamento, 
la selva flores y el Euxino arenas,       
tantas y más son, Títiro, mis penas,     
si yo me entiendo con el mal que siento.   
Bien es que la ocasión de mi tormeto   
tiene principio de las más serenas       
lumbres del cielo; mas de dos ajenas     
voluntades jamás viene contento.         
Vos que miráis del puerto la tormenta   
y descubrís en su rigor el claro         
norte que os hizo descubrir la tierra,            
mirad mi luz, a quien el cielo avaro     
con turbias nubes cubre, porque sienta   
quánto mal hace, si una vez se cierra.

 

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EPIGRAMAS

¿Por qué contra un mentís luego

una bofetada alargo?

Porque son los cinco dedos

lo que tengo más a mano.

Del dolor todo el rigor

muere con la muerte fuerte.

Luego la muerte es mejor,

porque el dolor de la muerte

es la muerte del dolor.

Alábasme de ingenioso;

pero yo, en igual aprecio,

que no te alabe es forzoso,

porque así, haciéndome necio,

te hiciera a ti mentiroso.

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