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Oda a Drusila

Amante feliz al tiempo de ausentarse

La gota de agua

Los verdaderos placeres

 

Oda   A Drusila

Con los rayos hermosos
y mis amantes brazos
forme Cupido lazos
en tu boca de rosas,
el Amor con excesos
me deje dar mil besos,
que si esto concediese,
altares ciento a ciento
elevarán el humo al firmamento.
La tierna tortolilla
a su consorte amada
besa con dulce agrado,
la paloma a su esposo
con blanda voz sonora
le arrulla y enamora,
y ajenos de pesares,
colmados de alegría,
se adoran y se gozan noche y día.
Hace la vid lozana
con el tronco nudoso
un enlace gracioso
dando la yedra vueltas,
por el olmo derecho
se une con lazo estrecho
y, asidas de este modo,
con ellos juntas crecen,
se levantan, aumentan y florecen.
Imitemos zagala
las acciones dichosas
de las aves hermosas
cual los troncos y plantas,
formemos presurosos
mil nudos amorosos
y nuestro amor envidien
al ver que tanto medra
tortililla, paloma, vid y yedra.

 

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Amante feliz al tiempo de ausentarse

Clara noche en que vi confusamente
mezclarse mi desdicha y mi ventura,
noche de amor y noche de amargura
siempre en mis ojos estarás presente.
Veré continuar el oro refulgente
que de orla sirve a la celeste altura,
el vivo resplandor la nieve pura,
la dulce majestad y el fuego ardiente.
Veré la copa del placer unida
al vaso del dolor y en un instante
empezar y acabar mi triste vida,
mas no veré sereno mi semblante
hasta serme otra noche concedida
de tanto gusto pero más constante.

 

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  La gota de agua
  Fábula por Sadi

Bajaba de las nubes desprendida
una gota a la mar. Estremecida,
¡cuánta agua! —exclama—. ¡Qué extensión! Soy nada
con esta enorme masa comparada.
En tanto que ella con rubor se encoge
una concha en su seno la recoge,
la abriga, la alimenta de tal suerte
que en una hermosa perla se convierte,
y ora brilla en la frente de un rey puesta.
¡Tal premio consiguió por ser modesta!

 

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Los verdaderos placeres

Vino, y festín sabroso,
y el dulce retozar de la camella,
que firme el suelo huella,
a la que amo ansioso
recuesta en lo interior del bosque umbroso.
Muchachas agraciadas,
que en torno nos rodean, con vestidos
de oro y seda tejidos;
y las frentes veladas
cual ebúrneas estatuas delicadas;
abundancia y sosiego,
y el ay suave de la cuerda herida
hacen feliz la vida:
y el hombre sigue ciego
de la fortuna el inconstante juego.
El caso adverso y fuerte,
y la dicha apacible, y la riqueza,
y la amarga pobreza
tienen la misma suerte:
que cuanto vive está sujeto a muerte.

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