Gaspar
Gil
Polo

 

 

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Probaron en el campo su destreza...

Quien libre está no viva descuidado...

Arenoso disierto y seco prado...

Cuando la brava ausencia un alma hiere...

Probaron en el campo su destreza

Diana, Amor y la pastora mía,

flechas tirando a un árbol que tenía

pintado un corazón en su corteza.

Allí apostó Diana su belleza,

su arco Amor, su libertad Argía,

la cual mostró en tirar más gallardía,

mejor tino, denuedo y gentileza.

Y así ganó a Diana la hermosura,

las armas a Cupido, y ha quedado

tan bella y tan cruel de esta victoria

que a mis cansados ojos su figura

y el arco fiero al corazón cuitado

quitó la libertad, la vida y gloria.

 

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Quien libre está no viva descuidado,

que en un instante puede estar cautivo,

y el corazón helado y más esquivo

tema de estar en llamas abrasado.

Con la alma del soberbio y elevado

tan áspero es Amor y vengativo,

que quien sin él presume de estar vivo,

por él con muerte queda atormentado.

Amor, que a ser cautivo me condenas,

Amor, que enciendes fuegos tan mortales,

tú que mi vida afliges y maltratas:

maldigo desde ahora tus cadenas,

tus llamas y tus flechas, con las cuales

me prendes, me consumes y me matas.

 

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Arenoso, desierto, y seco prado,

tú, que escuchaste el son de mi lamento,

hinchado mar, mudable y fiero viento,

con mis suspiros tristes alterado;

duro peñasco, en do escrito y pintado

perpetuamente queda mi tormento,

dad cierta relación de lo que siento,

pues que Marcelio sola me ha dejado.

Llevó a mi hermana, a mí puso en olvido;

y pues su fe, su vela y mi esperanza

al viento encomendó, sedme testigos,

que más no quiero amar hombre nacido,

por no entrar en un mar, do no hay bonanza,

ni pelear con tantos enemigos.

 

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Cuando la brava ausencia un alma hiere,

se ceba, imaginando, el pensamiento

que el bien que está más lejos, más contento

el corazón hará cuando viniere.

Remedio hay al dolor de quien tuviere

en esperanza puesto el fundamento,

que al fin tiene algún premio del tormento,

o al menos en su amor contento muere.

Mil penas con un gozo se descuentan,

y mil reproches ásperos se vengan

con sólo ver la angélica hermosura.

Mas cuando celos la ánima atormentan,

aunque después mil bienes sobrevengan,

se torna rabia, pena y amargura.

 

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