Ojos claros, serenos... | |
Cubrir los bellos ojos... | |
Para ver si tus ojos eran cuales... | |
No miréis más, señora... |
Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. Cubrir los bellos ojos con la mano que ya me tiene muerto, cautela fue por cierto, que así doblar pensaste mis enojos. Pero de tal cautela harto mayor ha sido el bien que el daño; que el resplandor extraño del sol se puede ver mientras se cela. Así que, aunque pensaste cubrir vuestra beldad, única, inmensa, yo os perdono la ofensa, pues, cubiertos, mejor verlos dejaste. Para ver si sus ojos eran cuales la fama entre pastores extendía, en una fuente los miraba un día Dórida, y dice así, viéndolos tales: "Ojos, cuya beldad entre mortales hace inmortal la hermosura mía, ¿cuáles bienes el mundo perdería que a los males que dais fuesen iguales? Tenía, antes de os ver, por atrevidos, por locos temerarios los pastores que se osaban llamar vuestros vencidos; mas hora viendo en vos tantos primores, por más locos los tengo y perdidos los que os vieron si no mueren de amores."
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No
miréis más, señora,
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