Hernando Darío Blair

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Cantos a la desnudez

Cuestión de piel

Si un solo beso tuyo...

Fluir como ella

Primera carta al inventor del trabajo

CANTOS A LA DESNUDEZ


PRIMER CANTO A LA DESNUDEZ
La desnudez es bella en el recogimiento
en la posesión de sí.
El ejercicio es quitarse una prenda y una atadura.
Terminar desnudo
libre
volátil
sin posesiones.
Concluir en la inconmensurable presencia
de sí mismo en sí mismo
a todo lo largo ancho y profundo de sí mismo.
Una vez desnudo
vocalizar el lenguaje de la piel
traducir lo que dice una célula a la otra
caminar y percibir el movimiento de los dedos
verificar la exactitud del mecanismo de la vida
saborear la perfección del cuerpo
“hacerle verso al universo”.
El ejercicio es éste:
desnudarse y ser.

SEGUNDO CANTO A LA DESNUDEZ
La desnudez es más bella aún
en la presencia de quien la admira y la perfecciona.
Quien con su mirada no la enturbia
ni la destruye con su violencia.
El ejercicio es desnudarse frente al otro
y desatar todos los lazos de apariencia
comunicarse sin palabras
_introducciones ni epílogos_
envolverse en un lenguaje de signos
abrirse a lo íntimo
acercarse a lo sagrado
encontrar la verdad de la presencia sin máscaras
ofrendar carne y alma palpitantes.
El ejercicio es éste:
desnudarse frente a otro y ser
en la presencia del otro
ser con el otro.

TERCER CANTO A LA DESNUDEZ
La desnudez es todavía más bella
en la presencia del amado
cuando en el acto sublime del amor
se humedecen
_simultáneamente_
los sexos y los ojos.

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CUESTIÓN DE PIEL (POEMA 22)

Esto que te advierto mujer es serio
así no puedas escuchar mi tono amenazante:
no vuelvas a ocupar mi cuarto
porque no respondo por mis actos.
De seguro te tomo entre mis brazos
te levanto
te cargo
te meto en mi cama
y te desvisto
me acuesto a tu lado
y te descubro
te recorro
te palpo
te conozco
aprendo de memoria las formas de tu cuerpo
y te beso de los pies a la cabeza.

(Posiblemente yo me gaste la noche
de este modo).

Sin duda alguna te leo mis versos
y te canto los cantos escritos en tu nombre.
Luego suprimo mis palabras
y simplemente te amo
te acaricio
te penetro
espero a que te duermas
y te siento cerca.

(Posiblemente más tarde
yo también me duerma).

Cuando amanezca te susurro un hola
y te ofrezco la promesa
de no hacerte
_nunca más_
esta advertencia.

 

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Si un sólo beso tuyo tiene la propiedad

 

de regarse por toda mi piel

de ser sentido en toda la extensión de mi piel

no alcanzo a imaginar lo que pasaría en mi cuerpo

una noche entera contigo

colmada de caricias de abrazos y besos.

 

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FLUIR COMO ELLA

Cuando esta mujer habla
sus manos expresan tanto como sus palabras
sus ojos hacen la puntuación
los movimientos de su cabeza la entonación
y su postura le da estructura
a las oraciones y a los párrafos.
En otras palabras
esta mujer habla con todo su cuerpo.
¿Pueden imaginarse cómo será en el amor?
Esta mujer tiene un nombre de mujer
como todas las mujeres
pero bien podría llamarse Lluvia
Amanecer Fuego Luz Armonía.
En ella todo fluye
natural y espontáneamente
en ella todo conduce a la vida.
Esta mujer es para mí un continuo desafío
cada vez que
_torpemente_
insisto en vivir mi vida
exclusivamente desde mi cerebro.

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PRIMERA CARTA AL INVENTOR DEL TRABAJO
 
 
Debajo del vidrio de mi escritorio
 una frase de Rilke.
 Encima
 la documentación pendiente
 la correspondencia tramitada
 la agenda de citas.
 Afuera de mi oficina mi secretaria.
 Adentro
 mis anhelos y yo a las ocho
 el saludo de mi jefe a las ocho y media
 una cita a las nueve
 el olvido de mí y el mucho trabajo a las diez
 mi  angustia a las once
 el almuerzo pasadas las doce.
 (En la tarde las mismas cosas en distinto orden).
 
 Pero siempre he pretendido modificar mi agenda
 y establecer por ejemplo:
 el infinito a las ocho
 cita con la belleza a las ocho y media
 reflexiones sobre el ser a las nueve
 encuentro con Dios a las diez
 aproximación al amor a las once.
 De almorzar, acaso, pasadas las doce.
 (En la tarde las mismas citas no importa el orden).
  
Sin embargo al infinito le incumplí a las ocho
 no encontré la belleza a las ocho y media
 ni siquiera pude reflexionar a las nueve
 y no me aproximé a Dios ni al amor
 entre las diez y las once.
 Solo cumplí con mi almuerzo pasadas las doce.
 (Ay! de nuevo en la tarde la misma dificultad
 en cualquier orden).
  
Pero, ¿sabes una cosa, inventor del trabajo?
 que no estoy vencido aún,
 porque sé que este esfuerzo por contactar
 al infinito, la belleza, el ser, Dios y el amor
 algún día ha de fructificar aún en mi oficina.
 
 Y porque además
 tengo la noche
 y es fecunda y larga!

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