Barbilindo, curvirrostro, amariconado y necio, rizándose las pestañas con humaredas de incienso, entra el pollito fascista en la iglesia y el convento con plácidos dientes fuera y el bigotito hacia dentro, la corbata ensortijada y el sombrerito de queso. Su mamá, que le acompaña, sacado se ha sus dos pechos: ¡Por estos que son redondos robustos pechos que tengo; por estos que te han criado, tienes que ser caballero, pirata como tu tío, banquero como tu abuelo, o, si no, como tu padre: saberte casar a tiempo; puedes sacar de una boda hectáreas de buen terreno! ¡Anda, afíliate al fascismo, a defender tu dinero, tu rostro de barbilindo y tus ideas de necio! Y la señora se agita como como un torillo berrendo. Suave de tela y de tules se entró el gran obispo negro, roja la frente y la sangre en negra pasión ardiendo. Las manos se las besaban llenas de anillos y vellos, como si fueran confites, pasteles o caramelos. El obispo ya no puede dominarse los deseos. _Venid conmigo, hijos míos, venid conmigo hacia adentro, fuerte cordera de raza, y tú, corderito tierno. Después de comer conviene que charlemos los tres quedo entre obscuras celosías y bocanadas de incienso. Fuerte cordera, a tu hijo hay que armarle caballero, y hablaremos del fascismo y de hacer un movimiento que salve a los curvilindos y a las ideas de necio de las rojas pretensiones de algunos cuantos obreros. Baba echaba la señora, el hijo, suspiros tiernos, y el obispo, por los ojos, chispas de pasión y fuego. ¡Hoy tendré para mi siesta dos gentiles compañeros!
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De lo que el río lento
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A MI PADRE MUERTO EN DESTIERRO Yo he tenido un Padre Honrado se llamaba Emilio Herrera que yace junto a mi casa, en exilio, bajo tierra. Las luces ya se retiran fuegos fatuos, un misterio alba del amanecer resucitará a los muertos. “Padre mío, padre mío ¿por qué me has abandonado...?” Ya no tienes ojos verdes ¡Ya no hay tu ciencia en tus labios...! Pero tu Dios es clemente y tiene mirada blanca y a través de las estrellas admira tu alma clara. Tu inteligencia palpita, aún, en el cementerio, diciendo, aquí yace un sabio que peleó junto al pueblo (Ginebra, enero de 1975.) PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON EL EXILIO
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