CICATRIZ
Tiene la cicatriz
siempre una historia.
Una forma, un grosor,
una oración, un drama.
Es un humo interior
amargo, seco;
como si no acabase
de quemarse del todo.
Somos un mapa extenso
de negras cicatrices,
de cicatrices blancas,
heredadas, cosechadas, apátridas.
De niña tú llevaste
mis dedos a tu frente
para que acariciara
la marca del columpio sobre el ojo.
Luego miré mi ombligo
como quien busca un padre,
una madre, un hermano.
He elevado una cruz.
La he levantado a lo alto
para ver si su sombra cicatriza
o se ulcera o supura.
Luego viniste tú,
o tú, quién sabe quién
para ser golpe, estigma,
tentación, abandono.
Para dejar la brecha
abierta, gangrenada.
Fue tardío saber
que todo cura.
Saber que ya tu madre
no acude con tu llanto.
Que el nombre que escribiste
en la corteza roja de aquel árbol
nunca tuvo de ti la misma idea.
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