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Jacinto Verdaguer

Ladrar a la Luna

Blanca como un cirio

A mi corazón llamaron

Les tres volades (Los tres vuelos)

LADRAR A LA LUNA

¡No desmayes jamás ante una guerra

de torpe envidia y miserables celos!

¿Qué le importa a la luna, allá en los cielos,

que le ladren los perros a la tierra?

Si alguien aspira a derribarte, yerra

y puede ahorrase inútiles desvelos;

no tan pronto de abate por los suelos

el Escorial que tu talento encierra.

¿Qué no cede el ataque ni un momento?

¿Qué a todo trance buscan tu fracaso?

¿Qué te cansa el luchar? ¡No lo disputo.

¡Mas oye, amigo, este refrán de paso:

¡Se apedrean las plantas que dan fruto!

¿Quién del árbol estéril hace caso?

 

 

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Blanca como un cirio,
pura como un lirio,
la Virgen divina
al templo camina,
llevando en sus brazos cual rayo de luz
al niño Jesús.
Cuando Simeón
ve a Cristo en Sión
le toma y le mira,
y canta y suspira.
María: ¡qué espada de pena y dolor
herirá tu amor!
La Virgen María,
después de aquel día,
miraba a Jesús,
entre dos ladrones, clavado en la cruz.

 

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A mi corazón llamaron:
corrí a abrir con vida y alma.
Veo en la puerta a mi Amor
con una cruz que me espanta.
_Pasad, si os place, Señor,
pasad, que ésta es vuestra casa;
si sólo una choza es,
haced de ella vuestro alcázar.
Y, haciendo mi noche día,
Jesús entró en mi morada;
pero al entrar en mi pecho
dejó la cruz en mi espalda.

 

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Les tres volades
(Idil·lis i cants místics)

Entre la vinya e’l fenollar
amor me pres, fe’m Deus amar.
Ramon Llull

Lo matí de ma infantesa,
quin matí fou tan hermós!
lo cor vessava de càntics,
lo camp vessava d’olors.
Jo em sentí unes ales nàixer
i volí de flor en flor,
a quiscuna que em somreia
li dictava una cançó;
si cançons no li plavien,
li donava un bes o dos.
No veia de vostra tenda,
gran Déu, les estrelles d’or.
Les vegí per entre els arbres,
i adéu, floretes del bosc,
per la bresca de mos càntics
ja no teniu prou dolçor.
Prou veia aprés les estrelles,
mes no us veia encara a Vós,
del cell bellesa increada,
robadora de l’amor.
Ara que us veig i us abraço,
adéu, estrelles i tot;
per aimar a qui tant aimo
ja no tinc prou gran lo cor.

 

Los tres vuelos

Entre la vinya e’l fenollar
amor me pres, fe’m Deus amar.

Ramón Llull

¡Cómo pasé de la vida
la mañana sin dolor!
Cantos del alma salían
y de los campos de Dios.
Nacer me sentí unas alas,
volando de flor en flor;
a las que me sonreían
las canté de corazon,
y si el canto desdeñaban
les daba un ósculo, ó dos.
De los astros del Empíreo
no distinguia el fulgor,
y al verlos entre los árboles
de objeto el cantor mudó,
no teniendo flor alguna
para sus trovas dulzor.
Vi despues a las estrellas,
sin distinguiros a Vos,
beldad del cielo increada,
robadora del amor.
Puesto que os veo y abrazo,
a todo doy un adios,
que para amar a quien amo
no hay en mí bastante ardor.

(Obra traducida en verso por J. M. Carulla,
Imp. de A. Pérez Dubrull, 1879, pp. 23-24)

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