COTIDIANO
La lámpara, la mesa, los papeles,
la
taza de café
y todos estos libros
piden el testimonio de una voz
para abrir en su seno una hendidura
que albergue a quien los nombra.
Estas cosas y yo
—como el amor y el daño— compartimos
un porvenir idéntico.
Cuando escribo no sé
si afirmo mi presencia junto a ellas;
tampoco sé si otorgo
a su pulso secreto
el pulso que sostiene mis palabras |