Joaquín León

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Cuarto soneto

Visión fugaz de Castilla

Gris

Una raya de tiza

Responso en la muerte de un asesino

CUARTO SONETO

Hoy me sé más pequeño que otros días,

 hoy tengo la estatura limitada,

la boca sucia, la razón nublada

por la sombra de antiguas cobardías.

Esta es la tierra donde tú querías

sembrar la luz del sol. No queda nada

 sobre su faz oscura y desolada,

no brilla el resplandor que desprendías.

Hoy vuelvo tembloroso a los olivos

de tu huerto final, horrorizado

por infantiles miedos reflexivos.

Y agrandan mi temor tus campos yertos,

 tus espigas dobladas, Dios callado

sobre los vivos y sobre los muertos.

(De Contra tiempo)

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(Visión fugaz de Castilla)

Es todo tan sencillo.

Horizonte de viñas

sin molinos, sin sueños.

 Hectáreas de agonía,

metódica y discreta,

en paz se multiplican.

Pisan los campesinos

la senda repetida,

y van del pan al yugo,

del yugo a la caricia.

Llegan a la hora en punto

sudores y vigilias,

arde el campo reseco,

 doliente de Castilla.

Todo es sencillo, exacto,

como la muerte misma.

Sin apresuramiento,

teñido en lejanía,

pasa un hombre, se escucha

a lo sumo una esquila,

y un «Dios guarde» monótono

 se extiende a la península

que lentamente va

 quedándose dormida

                                 con un eco que dice                                  "

que ésta es tierra elegida

de Dios, que somos grandes

y que es ancha Castilla.

(De Confesión general)

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GRIS

Hay una soledad acompañada

 la que escucho en mi casa

cuando todos se duermen,

y yo vigilo el sueño

hasta la madrugada.

Hay otra soledad

_cuarenta años la vivo_,

de la calle y el metro.

Soledad en la patria.

Saberrne solo e inútil

pedazo de la trampa,

oír lo sonsonetes

del verbo repetido,

leer los Boletines,

salir cada jornada

a una vida que pueblan

las gri es realidades.

Gris la infancia lejana,

gris ahora y también

gris mañana.

 

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UNA RAYA DE TIZA

 

(Mis  hermanos y yo

habíamos pintado una raya de tiza

en el suelo del patio.

Nadie podía pasar

 esa endeble frontera

sin pagar una multa,

sin dar alguna prenda.)

Años después yo veo la raya de los sueños,

los sueños hechos hombres,

los hombres hechos ecos,

resonancias vacías,

huecos entre los huecos.

Se rompe la esperanza,

también abruma el tedio:

Lunes se disparata,

martes chisporroteo,

miércoles, jueves, viernes,

sábado, mismo tiempo;

 domingos, Dios nos coja

 confesados, recemos.

En la noche de ahora

me duerno y me mareo,

vacío de nostalgias,

vacío de recuerdos.

Sentado a pie juntillas

 junto a la raya, veo

cómo todos la pasan

sin el menor respeto,

sin pagar una prenda,

sin mirar hacia el suelo.

No sé por qué se incumple

 el viejo reglamento.

Pasan y pisan, la raya

de tiza va desapareciendo.

 Sentado en la orilla me pregunto

si eran hombres o esperpentos,

si alguna vez fue realidad

esto que ahora no sé si es sueño.

Me gustaba la raya blanca

que pintábamos de pequeños,

era de tiza y la borraba

el pisoteo.                         

Pero al llegar cada mañana

 la pintábamos de nuevo,

y todo empezaba como si

se repitiera siempre el tiempo

 como si todo prosiguiera

siendo por siempre un puro juego.

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RESPONSO EN LA MUERTE DE UN ASESINO

(Vuelvo sobre el borrador de un poema esbozado en abril de 1957.)

                       

Paz sobre ti.

 Paz sobre tu nombre.

Tú que la vida arrebatabas,

tampoco tienes vida ahora.

Paz sobre el polvo oscuro

que empiezas a ser.

 Corto es el tiempo que has ganado

a tus muertos.

Paz a la púrpura de tus iras.

Hay una tierra indefensa

que tiembla al recibirte.

Paz a mí para dejar de odiarte,

porque no dejas nada vivo

que prolongue mi asco.

 Sucio has dejado el pan que tocaste,

sucio tu traje y sucia tu palabra.

Paz a la paz que nos lega tu muerte.

Cuando  nos condenabas,

tu saliva era

como un gargajo espeso

que no manchaba nuestras frentes

porque la podre se enredaba en tu lengua.

Paz a los que no fueron escupidos

antes de ser matados.

Ya doblan todas las campanas,

segura es tu muerte.

Paz a los badajos

que han llorado en esta hora de gloria

su última mentira de dolor.

(De Orillas de mi río)

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