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Jordi Virallonga

Album

El delirio de Patrizia

La razón de Mesalina

Todo es claro y es en vano

 

ÁLBUM

Mira qué piernas tienes, la lisura de tu cuello.

La vida te ha dejado ser bella todavía.

Aún te queda tiempo para más de una noche,

noches que no son un regalo,

que regalas a los amigos feos,

precoces pero tiernos, o a hombres

que te llamaron guapa y querían

estar contigo a solas una noche

como un verano entero.

Una noche tan sólo, y otra vez sola

tras otra soledad entre las piernas.

Da lo mismo, quizá es un mal comienzo,

saca el álbum, ¿dónde está el mechero?

 

Princesa de las fotos,

no volverás a contar tu vida a nadie.

Lejanas, irrompibles, testigos implacables

que a cientos de quilómetros del tiempo,

de cuando había risas y un paisaje,

siguen llevándote a las playas, los amigos,

la toalla de un hotel a mediados de noviembre.

 

Mira ésta, es invierno,

y unas hojas más allá la primavera

de otro año y los niños corriendo la alameda,

¿si nunca ibas a morirte,

qué risa entonces podía imaginarse

que nunca más volverías a ser ésa?

 

Aquí es verano. Éstas no, que no las vea nadie,

o da lo mismo,

también en esas calles la gente se encierra

con sombras que tampoco fueron suyas.

 

Ya siempre será así.

Seguirás tomando leche hasta que llegue

la vejez sin paliativos,

no la muerte a la que temes menos,

para dar a tus hijas una herencia de fotos que mostrar

a sus novios, a sus amigos nuevos

(por cierto, estás preciosa de perfil en la del puente),

y entiendan en tus ojos, los suyos,

que perder no es fracasar,

y que la victoria significa

estar sufriendo siempre

para no alcanzar verdad alguna;

que con su poco de amar, todo es vivir

irremediablemente.

 

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EL DELIRIO DE PATRIZIA

 

Mira mis brazos, se cubren de neón,

abarcan la luz nocturna de los barrios y aeropuertos;

ese esparcimiento de órbitas tardas en peceras de cristal,

zona a zona,

planta a planta, la cometa de ascensores.

 

Mira mis ojos, todo lo ocupan

_más inmensos que el iris de la noche,

que la luz de la bahía resguardada de los puertos_,

derramados en la incógnita inicial del horizonte,

donde están los sueños todavía por crear.

 

Mira mi sexo,

mira su longitud cavernal

recibir la láctea dispersión de caminos boreales.

Mira mis piernas levantarse por encima de las patrias,

apuntalar la tierra, embovedar planetas,

también la lejanía ignorada,

de océano a océano,

piedra a piedra, el malecón de asfalto.

 

Mira mi huella pisar las calles,

sombrear la estela de los faros autónomos en los escaparates.

Mira mi pecho, imagina la nada impensable

y amnistía tu legítimo deseo.

 

Mira hombre mi ansiedad,

el húmedo filtro que atraviesa los cristales,

la perfecta distribución de las horas, las luces,

el sugestivo encaje de los vientos

y alza sobre mí

la dispuesta obscenidad de tu semblante.

Levántame los diciembres, el cristal vaporoso,

la línea suburbial donde acaba tu viaje.

 

No respondas al teléfono, es gerencia:

mira seis veces mi ropa,

acércame las sales, esa colonia agreste.

 

Déjame descansar y el mundo será nuestro,

también el baño de alto standing, estatura brutal,

y el dúplex de porcelana en que te espero.

 

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LA RAZÓN DE MESALINA

Amor y sexo van juntos,

sólo que uno se termina

mucho antes que el otro,

generalmente el amor,

de pura menopausia.

 

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TODO ES CLARO Y ES EN VANO

Todo el ayer del mundo
no tiene más de unos diez años;
la hoja del geranio, por ejemplo,
el verde recorrido de tus ojos
rotos en el césped infrecuente de una vida
en la que sólo las mujeres
cantaban coplas de vicios
perfectamente confesables;
mujeres que bordaban pañuelos y escribían
poemas desesperados y juraban
nunca más volverse a enamorar.

De todo hace siempre unos diez años.
Es un largo aprendizaje el del cinismo
pero te acostumbra a morir.
Aun así, con todo lo que sabes estás solo
y el mar es más que el mar
si no piensas en la muerte;
¿y el tiempo?
Entonces había más polvo que asfalto,
más agua que espejos, es cierto,
y la luz debía a la piedra
el reflejo que hoy le falta.

Todo es claro, y es en vano.
Sólo hay últimos viajes,
y principios,
y un final.

Entonces,
para qué un reloj si has naufragado,
y para qué la isla del tesoro,
si ningún barco pondrá rumbo a tu derrota

 

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