- I -
Para Fco. Javier Irazoki y Bárbara L`Oyer
Como dejar la uña
en la pizarra
y que corra suelta,
o chupar una pila alcalina;
casi el mismo ruido, la cosa mala, el vientre
de la pared,
sus nervios y arteriolas,
su caligrafía.
Posar desnudo. Frente a la ventana
la sombra en hilos, que soy sombra,
que soy pila de cinc.
Siempre las diez y diez
en la pulsera; si llegara a verte
sería un golpe
de electricidad, una picana,
y no es fácil, no es
nada fácil, amor de la entretela.
No te llamo, te pido.
¿Y para qué? _me vas a preguntar_,
lo rancio permanece, no descuelgues
esa bombilla,
con su nervio, émula de la llama.
Que no la encienda, pero tú
ardes lentamente desde lejos
dándote besos fríos y girando,
a segundos apenas de las diez y diez.
Desde muy lejos, y la movilidad
ahora de la uña, pues la noche es ancha,
no recurre a su carne.
Se acoplan en el techo
los negativos de otras noches;
sobre sus andamios, las estrellas fijas.
Apetece raspar;
lúnulas de la mano, y los cinco dedos.
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